Capítulo treinta

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—Te veo muy radiante —me dice Tate mientras desayunamos.

Le sonrío con sinceridad porque así me siento. Radiante.

—Me siento bien.

—Y eso me agrada, Ava —sonríe— Te mereces estar así.

—Aunque aún hay pequeñas secuelas. Como las pesadillas.

—Y es entendible, amiga. A todos nos quedan secuelas del pasado, porque es el pasado quien nos hace ser lo que hoy somos. La vida nos pone en situaciones que nos transforman como personas —asiento dándole la razón— Las pesadillas se van a ir, es solo cuestión de tiempo. Si, lo sé, demasiado cliché este consejo, pero es bastante cierto. El tiempo es el único que se encarga de sanar las heridas que dependen de uno, es decir, tú sabrás como manejar el tiempo. Has decidido manejar el tiempo con Benjamin, y eso no esta mal. Él parece hacerte muy bien, y tú lo que necesitas es bienestar. Cuanto más te alimentes del bienestar, más te va a ayudar a que las pesadillas se acaben.

—¿Y si mi pasado me termina transformando en una persona horrible?

—No va a pasar. De ser así, hubieses alejado a Benjamin desde el vamos, y ahora no estarías tan radiante. Has decidido dejarlo pasar a tu vida, luego de una terrible tormenta. Tu pasado solo te va a servir para no ir al mismo camino, porque sabes que no quieres eso, ni lo mereces. Ya no. Quedó atrás. Hoy eres está Ava. Estás recuperando tu persona perdida —sonrío y asiento dándole la razón.

Así me siento. Siento que estoy trayendo de a poco, a aquella Ava que está perdida y destruida. La estoy guiando al bienestar, la estoy sanando. Me estoy sanando.

Tate tiene razón. A todos, de alguna manera, nos quedan secuelas del pasado. A todos nos marca un acontecimiento que nos lleva a ser la persona que hoy somos. Y eso no esta mal, porque al fin de cuentas, son los momentos los cuales nos transforman.

Como el momento de ahora que me está transformando en una persona radiante, que quiere sonreir, estar bien y no volver a la oscuridad. No quiero eso para mi. Se acabó eso para Ava.

A la hora de seguir adelante, de dar vuelta la página, no hay que mirar mucho hacia el pasado. Porque claro, si nos detenemos a pensar mucho, retrocedemos los pasos que habíamos avanzado.

Si vas a mirar el pasado, tiene que ser para convencerte a ti mismo y decirte en voz alta No quiero eso para mi. Para luego, seguir mirando hacia adelante. Caminando siempre hacia adelante. Hacia un nuevo camino. Que el pasado sea un aprendizaje. Un consejo propio que te das a ti mismo para no volver a caer en aquel pozo que tanto te costó salir.

Y a la hora de avanzar como persona, hacia un camino de bienestar, lo mejor es tener a tu lado personas que alimentan ese estado. De nada sirven las personas tóxicas que solo buscan dañar, hacerte dudar, tener miedo, y hacerte sentir culpable de todo lo que está pasando, incluso cuando tú no tienes ninguna culpa.

Nadie necesita ni merece alguien negativo a tal punto en su vida. Se que no merezco, ni necesito personas de ese tipo en mi vida. Aunque claro, hay muchas dando vueltas, pero es uno mismo quien decide hasta qué punto los dejan estar presentes.

Porque si vas a estar presente en mi día a día, hazme sentir bien, acompáñame, apóyame, ríete conmigo, lloremos juntos, abrázame y dime que voy a estar bien. Y yo te voy a responder de la misma manera. Porque si eres bueno conmigo, y me brindas tu mejor parte. yo lo seré contigo, y confiaré en entregarte lo mejor de mi. Pero si eres malo, y sólo disfrutas de mi dolor... adiós.

Se trata de rodearte de personas que te quieran bien. Y las personas que hoy me rodean, me quieren bien. Por eso quiero conservarlas en mi vida y jamás perderlas. Son personas que son buenas conmigo, y me entregan lo mejor de ellos. Y eso me hace perder todo tipo de miedo.

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