Capítulo cuatro

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(En multimedia les dejo la canción que Ava escucha en una parte del capítulo) 


Jamás volveré a beber alcohol. Aun siento la sensacion del vodka quemando en mi garganta, haciendo efecto en mi estómago, para finalmente ser arrastrada a un retrete cercano para así poder liberar ese horrible malestar.

No recuerdo cómo es que volví al hotel, a decir verdad, no recuerdo mucho de la noche de ayer. Solo se que bebí vodka de la peor manera de todas; como si fuera agua.

Me despierto con un terrible dolor de cabeza, y el malestar en mi estomago parece que no quiere calmarse. La habitación me da vueltas cuando me levanto de golpe de la cama, mala idea.

¿Es esta la famosa resaca? ¡Es terrible! He bebido, pero solo han sido una copa o dos, ¡jamás bebí tanto como anoche! Y mucho menos en mi horario de trabajo... ¡Oh mierda! Tate me matara, o pero aun... ¡me va a despedir! Diablos, Ava... ¿en qué demonios estabas pensando?

En el instante en el cual la pregunta se formula en mi mente, unos ojos azules se representan como respuesta: Benjamin. Lo único que recuerdo de anoche es mi conversación con él, y la forma en que sus ojos me observaron antes de perderlo entre la gente.

Se que eso me llevó a beber de tal manera, y por eso estoy con dolor de cabeza ahora, pensando en que posiblemente perdí mi trabajo.

Un celular comienza a sonar en la habitación, y eso causa que el dolor de mi cabeza se multiplique. Llevo ambas manos hacia la zona afectada, pidiendo en silencio que ese fatal sonido se apague, pero el celular no deja de sonar.

Comienzo a buscar en la habitación, y encuentro un celular negro de pantalla táctil. ¿Un celular? Yo no tengo uno... ¡oh, demonios! ¿Dormí con alguien?

—¿Hola? —le pregunto a la nada, observando la habitación, esperando que mi acompañante responda. No hay nadie, solo estoy yo y el celular que vuelve a sonar. Desbloqueo la pantalla y contesto la llamada de ese desconocido— ¿Si...? —pregunto hasta con miedo.

—¡Estas viva! —esa es la voz de Tate, y su forma de gritar me hace apartar el celular de mi oreja.

—Por favor no grites.

Se ríe.

—¿Hay resaca?

—Te estas riendo ¿no estoy despedida?

—¿Por qué te iba a despedir?

—Tate, no recuerdo lo que hice anoche y me preguntas el por qué ¡bebí en horario de trabajo!

Se vuelve a reír.

—No serías la primera, ya me he acostumbrado con Derek. Por cierto... traten de no ponerse en tal estado al mismo tiempo, me costo como la mierda llevarlos. Muy amables los ancianitos del lugar al recibirme, diles que gracias de mi parte.

Mierda, me vieron Carmen y Louis.

—¿Fuiste tú?

—Solo yo. Solo tuve que esperar a que dejen de cantar arriba de la barra.

Me lo cuenta entre risas.

—Oh mierda, Tate... lo siento.

—De hecho, fue divertido verlos así.

—No se volverá a repetir.

—¿Por qué no? —parece triste al preguntar y se ríe— Como sea, hoy no abrimos el restaurante. Así que llamo para decirte que puedes tomarte el dia.

—Creo que es una buena noticia.Tate, este celular...

—Es del cual te comente —me informa interrumpiendo mi pregunta— El chip que tienes es de mi anterior número, así que te voy a pedir que agendes éste. Los únicos números que no borre, son los del restaurante, el de Derek y Edna.

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