Capítulo 11

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Al día siguiente la entrevista que le hicieron a mi hermano sale en el periódico y recorre toda la ciudad, mientras estoy entrando con Marcos al colegio me fijo en que muchos de los profesores leen el periódico atentos y cuando me ven pasar me señalan, ellos saben perfectamente que Alex es mi hermano y ahora que lo que ocurrió está plasmado en la prensa están más pendientes de mí.

—También leí la entrevista —dice Marcos mientras caminamos a la clase de biología —tu hermano tiene buena memoria, es bastante detallista con lo que alcanzó a ver, pero no entiendo el propósito de la entrevista.

—Tampoco yo, solo sé que a los policías les pareció buena idea para hacer una especie de denuncia pública, tienen miedo de que pueda volver a ocurrir y quieren poner a la población al tanto de lo ocurrido para que tomen sus precauciones, o eso le dijeron a mis padres.

—Suena bien, oye mi padre va a hacer lasaña para el almuerzo de hoy, sé que te encanta su comida así que si quieres pasarte por mi casa... —lo interrumpo y el voltea a verme conociendo mi respuesta.

—Sabes que el puesto para sentarse a comer lasaña en tu casa está más que reservado para mí, no entiendo para que la invitación.

—Cortesía tal vez, algo que no conoces pequeña, y que lamentablemente te hace falta.

Mientras me detengo para abrir la puerta del salón Marcos se queda atrás y aprovecha el momento para robarme el gorro de lana rosa que he decidido usar el día de hoy, estoy a punto de decirle algo pero como ya he abierto la puerta del salón solo nos queda entrar y comportarnos adecuadamente pero cuando entramos nos percatamos que somos los únicos dentro y nos miramos extrañados.

—¿No se supone que tenemos clase de biología? —le pregunto, él mira su horario para comprobar.

—Claro, justo a esta hora... —se detiene y contemplando su expresión de confusión se que algo ocurre, luego me da una mirada rápida y comienza a correr fuera del salón y yo lo sigo aturdida hasta que lo escucho gritar —¡debemos ir al laboratorio hoy toca práctica!

Cuando por fin llegamos al salón estamos cansados y jadeando por la carrera matutina que gracias a Marcos tuvimos que hacer, y todo para nada porque el profesor de biología pasó junto a nosotros luciendo tan fresco y relajado como cada mañana.

—¿Por qué el apuro jóvenes?

No digo nada por el enojo que siento, Marcos se ríe el profesor nos abre la puerta y entramos.

—No es para tanto Val, ¿no te gusta el ejercicio matutino?, vamos quita esa cara de perro rabioso —dice Marcos mientras quita una de las batas de la percha para ponérsela encima de la ropa, luego toma otra y me la ofrece, yo se la arranco de mala gana y me la pongo.

—¡Detesto el ejercicio! Y lo sabes —me quejo como niña pequeña y el se ríe mientras me pasa las gafas de protección.

Cuando por fin nos hemos puesto la vestimenta nos sentamos y el profesor nos indica lo que debemos hacer, frente a nosotros hay un ojo de vaca listo para una disección, odio este tipo de ejercicios, antes ya habíamos hecho el conocido experimento de la rana y ahora seguían las pobres vacas, yo miraba la bandeja horrorizada pero Marcos como siempre me tranquilizaba.

—Tranquila compañera, solo es un lindo ojo de vaca, que te aseguro el animal ya no necesitaba, ¿todo sea por la ciencia no? —toma el bisturí y se acerca a a la bandeja siguiendo las indicaciones del profesor.

—Marcos por favor, no quiero ver eso —él se burla.

—Inténtalo, verás que no es tan malo como piensas —me entrega el bisturí.

El gato y el ratónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora