Epílogo

172 4 13
                                    

Desde el día en que mi hermano fue secuestrado y emprendí mi búsqueda había soñado con este momento y no pensé que se realizaría ni en mis mejores sueños, ahora me gustaría que esto fuera una pesadilla y poder despertar, borrarlo así, solo así, como si se tratara de un mal sueño.

"Pero estoy seguro de que puedo conseguirlo, algún día te veré tan enamorada de mí

como yo lo estoy de ti".

Lo conseguiste, me enamoraste incluso más de lo que pensé que estaba por Emile, con cada una de tus sonrisas, de tus gestos, tus besos, cada día me enamorabas más, ahora lo único que me gustaría preguntarte es ¿por qué?, ¿por qué me enamoraste? ¿por qué quisiste volverte tan importante en mi vida? ¿por qué ese día te ganaste de esa forma a mis padres? ¿Para destruirme luego? ¿Para burlarte de mis sentimientos? ¿para hacer que te odiara hasta que doliera? No sé por qué hiciste algo tan cruel, tal vez nunca lo sabré, pero a medida que avanzamos en la jodida ambulancia hacia el hospital y puedo verte debatiéndote entre la vida y la muerte esas son las preguntas que se forman en mi cabeza.

Antes de estar aquí recuerdo todo con tanta claridad que me gustaría que no fuera así, desearía que solo fuera una maraña de recuerdos indescifrables pero no lo es, ¿por qué no puede serlo?

Rodrigo atravesó su cuerpo con el cuchillo, él solo trataba de quitárselo pero se resbaló, lo hirió con fuerza y ante nuestra atónita mirada él se quitó la máscara revelando un rostro que conocía con tanta perfección que las lágrimas me inundaron con fuerza, no podía ser cierto, no debía ser cierto.

Fabián levantó la vista y me miró, había tanto dolor en sus hermosos ojos, tanto remordimiento. Con cuidado se tocó el área afectada e hizo una mueca de dolor, yo estaba allí, arrodillada a unos metros de él y dejándome inundar por las lágrimas. Rodrigo se le quitó de encima, su expresión de dolor no era tan diferente a la de su hermano, solo que en esta había algo más, sorpresa, negación, miedo y sí, mucho dolor, demasiado dolor como para describirlo.

—¡Esto no puede ser cierto! —gritó mi amigo con una expresión desquiciada de dolor, también estaba inundado en lágrimas como yo.

—Hermano... —la voz de Fabián se hizo presente, sonaba apenas como un murmullo lastimero, no debía hablar, debía guardar las fuerzas para luchar por su vida, pero él quería hablar, lo necesitaba al parecer —tú no debías estar aquí. Ella no debía estar aquí, ella... —busca mis ojos con su mirada pero bajo la vista, no puedo verlo, no ahora.

Pensaba que si el que estaba detrás de la máscara era Emile me dolería demasiado, ahora esa escala de dolor es absolutamente pequeña en comparación a lo que siento al tener al verdadero culpable frente a mí, quisiera borrarlo, es lo único que pienso, esto tiene que ser solo un sueño, sí, un sueño.

Las patrullas llegaron junto a la ambulancia, Rodrigo ayudó a trasladar a su hermano hasta la camilla y los paramédicos lo subieron, la mirada de mi amigo, perdida, triste vacía, era evidente que su alma estaba partida en pedazos, no hablaba se limitaba a moverse.

Y así llegamos hasta aquí, hasta este momento, te han puesto una máscara de oxigeno, dos de los hombres atienden tu herida lo mejor que pueden y con gran rapidez y destreza, me sigues mirando, deja de mirarme, suplico, pero solo en mi mente, no puedo hablar, me siento en el mismo estado que tu hermano, me limito a moverme, a existir.

—Hermosa... —los hombres te indican que no puedes hablar, debes mantenerte en silencio, pero no escuchas, necesitas hablarme y yo no quiero que lo hagas, necesito silencio Fabián, necesito pensar.

Tus ojos verdes tan fijos en los míos que duele, la última vez que pude apreciarlos así de bien acabábamos de hacer el amor, fue el jueves si mal no recuerdo, del jueves hasta hoy no ha pasado mucho tiempo, pero debido a los acontecimientos se siente como una eternidad, ¡una jodida eternidad!

El gato y el ratónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora