Otro día sin respuestas, luego de estar en la fraternidad con los chicos durante largas horas investigando las casas vecinas y revisando las respuestas a los interrogatorios que Rodrigo le hizo a los invitados de la fiesta las cosas seguían igual, además de eso los policías tampoco conseguían nada, ese día después de que Fabián me dejara en mi casa subí las escaleras y me encerré en el cuarto de Alex a llorar, la tristeza poco a poco se iba convirtiendo en desesperación y a medida que pasaban los días la esperanza de volver a ver a mi hermano se iba achicando hasta ser prácticamente nula.
Perspectiva desconocida:
—¡Necesito agua por favor!
Caminé hasta donde Alex estaba sentado, el pobre chico estaba desesperado, durante estás dos semanas en ningún momento había llorado pero su espíritu se había debilitado tanto que el día de hoy al pararme frente a él vi como desesperado lloraba como un niño pequeño lleno de rabia e impotencia.
—No llores Alex, esto ya está por acabar.
Cuando escuchó mi voz se sobresaltó, sabía perfectamente que esa voz distorsionada venía de alguien peligroso que podía causarle mucho daño, o al menos eso le hacía creer.
—¿Me vas a soltar? —dice mirando a todos lados desorientado al no tener sus lentes.
Tomo unas gafas que le conseguí y se las pongo, así podrá verme, para lo que estoy a punto de hacer prefiero que pueda ver a pesar de que solo observe una máscara que cubre mi rostro.
Se queda mirándome fijamente como tratando de adivinar quién se oculta detrás de la máscara, en una de mis manos descansa un cuchillo firmemente agarrado por el mango y listo para cumplir su objetivo pero está escondido detrás de mi espalda.
—Siento esto Alex, las cosas no debieron ser así para ti, eres un excelente niño, un ratón tímido y asustado que de haber vivido habría logrado grandes cosas.
Saco el cuchillo de detrás de mi espalda y apenas lo vé sus ojos se llenan de lágrimas, puedo sentir su miedo, el mismo miedo que tenía cuando aquellos monstruos me destruyeron como persona, cuando sus ojos cafés se quedan mirándome fijamente resignados pidiéndome clemencia me pongo frente a él dispuesto a atravesarle el corazón pero entonces lo escucho llorar mientras habla.
—¡No lo hagas por favor!, me has dicho muchas veces que mi hermana debe sufrir por lo que hizo, pero mis padres no, si me asesinas ellos no volverán a ser los mismos, no quiero que sus vidas se destruyan.
—Perdóname Alex.
Tomé impulso con el cuchillo, el cerró los ojos anticipando el dolor y justo cuando iba a apuñalarlo mis ojos se llenaron de lágrimas y no pude hacerlo, claro que quería que la chica aprendiera una lección, pero sus padres no merecían algo tan horrible como perder un hijo y muy en el fondo sabía que ella tampoco.
Bajé el cuchillo, al ver que no ocurría nada Alex abrió los ojos y me vio de rodillas en el suelo sollozando, me levanté y utilicé el cuchillo para cortar la soga que mantenía sus manos atadas detrás de sus espalda, él me miró sorprendido, lo levanté con fuerza y lo abracé fuertemente ante su cara de miedo y asombro.
—Te voy a dejar libre Alex, tu no tienes la culpa de lo que me haya pasado, cuidate mucho, no permitas que tu hermana vuelva a dejarte en un lugar solo, pudieron haberte pasado cosas terribles, sé de lo que te hablo, cuídate por favor —lo abracé fuertemente, como si tratara de consolarme a mí, a todo eso que me pasó por culpa de mi propia familia.
Él asentía nervioso, luego de terminar de hablarle golpee con firmeza una parte especifica de su nuca para desmayarlo sin hacerle daño, el cerró sus ojos y su cuerpo cayó como un débil trapo en mis manos y lo llevé cargado hasta el auto.
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El gato y el ratón
Mistério / SuspenseValentina Roos es una chica extrovertida y graciosa, tiene muchos amigos y adora las fiestas, podría decirse que tiene la vida perfecta pero eso está a punto de cambiar. Cuando la fiesta en la que Valentina se encontraba debe terminar por un hecho p...