Capítulo 5

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Me había quedado dormida en el cuarto de mi hermano, esa era mi rutina desde que Alex había desaparecido, me metía a su cuarto y esperaba a que los policías nos dieran alguna noticia, cuando eso no pasaba me acurrucaba en su cama y lloraba hasta que se me acababan las energías y el sueño me vencía. Al abrir los ojos mi padre estaba tomando la cobija para taparme y pude ver las paredes azul claro de la habitación de Alex, él me miró, estaba destrozado, su rostro lucía cansado, no se había rasurado hace tres días y debajo de sus ojos habían unas grandes y oscuras ojeras, me levanté y traté de apoyar mi mano en su mejilla pero me esquivó, desde esa mañana en la que llegué de la fiesta mis padres no me trataban de la misma forma que antes, el dolor por lo de Alex nos había dejado a todos en un estado automático, funcionábamos como robots, solo moviéndonos porque una configuración dentro de nosotros nos indicaba que así debía ser.

-Deberías ir a tu cuarto Valentina -dijo con un cansancio notable en su voz.

-¿Han sabido algo de Alex? - pregunté desesperada.

-No, son las 5:30pm y desde el sábado a las 8:00pm no se nada de mi hijo, ¿qué clase de padre soy? -perdió la compostura que hasta esos momentos había mantenido, pero cuando estaba a punto de llorar se contuvo y volvió a mirarme con decaimiento -ve a tu cuarto Valentina.

Cuando me levanté ni me miró, comenzó a ordenar las sábanas de la cama de mi hermano y yo caminé hasta mi cuarto, desde el domingo no sabía nada de Alex y eso me preocupaba, habían pasado tres días, la llamada para pedir un rescate nunca llegó así que los policías debieron cambiar su estrategia, todo era mi culpa, por eso mi padre actuaba de esa manera, por eso mi madre ya no podía verme a los ojos, actué como una terrible hermana mayor al alejarme de él en un ambiente desconocido, tres días pasaron y todavía no se sabía nada de su paradero, lo único que podía ayudarme era aquella rara historia sobre las historietas, necesitaba más información y no me importaba cuanto tardara en obtenerla, debía encontrar a mi hermano porque era la culpable de que él no estuviera aquí en estos momentos y si algo malo le pasaba jamás me lo perdonaría.

La culpa y la tristeza hicieron estragos dentro de mí y el cansancio comenzó a pesar como mancuernas de hierro en todo mi cuerpo, derrotada me arrojé a la cama y tomé mi Ipod para escuchar música, necesitaba concentrarme, necesitaba tranquilidad, debía recordar con exactitud todo lo que había pasado aquella noche para hacerme una idea del momento en el que Alex decidió salir de la fraternidad, pero era imposible sola, estuve tan ocupada socializando con los demás que dejé completamente de lado a mi hermano y no sabía ni siquiera que se puso a hacer durante toda la noche.

Decidida tomé el teléfono y llamé a la única persona que podía ayudarme en ese momento, Fabián.

Bueno realmente Fabián no era la ayuda necesaria, pero era la única persona conocida que podía darme el número de Rodrigo, después de todo eran hermanos.

Luego de una rápida llamada a Fabián en la que también pude enterarme de lo que los policías habían encontrado en la fraternidad obtuve el número de Rodrigo y le marqué de inmediato, él respondió luego de unos segundos, su voz sonaba algo adormilada.

-¿Hola?

-Hola Rodrigo, es Valentina estuve el sábado...

Rápidamente me interrumpió.

-Sé bien quien eres, lamento lo de tu hermano, desde la mañana los policías invadieron la fraternidad, no han encontrado nada relevante, espero que sepas que en lo que pueda ayudar lo haré, ¿ha habido alguna llamada extraña a tu casa?

-No -dije intranquila - hace días que descartaron la teoría del secuestro, ya no sé... yo... bueno yo... -la voz se me quebró y no encontraba las palabras para continuar mi conversación con Rodrigo, estaba demasiado preocupada por mi hermano y no estar haciendo lo suficiente para encontrarlo me hacía sentir realmente mal.

El gato y el ratónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora