Capítulo 26

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Era él en el club, con su llamada me lo había confirmado, la botella de agua que me dio hizo que vomitara, seguro estaba mezclada con alguna sustancia extraña.

Recuerdo que me habló, por su tono era un chico pero no pude reconocer su voz, la música estridente lo hizo imposible, pero lo que en realidad me preocupa es que llegó hasta mí con facilidad, también me entregó una bebida adulterada solo para marearme, pudo haberle agregado alguna clase de veneno y acabar conmigo sin ningún problema, pero no lo hizo. Represento un problema, me estoy entrometiendo en sus asuntos y hasta he hablado con la policía, ¿por qué no solo quitarme del camino? Sería mucho mejor para él, pero no, no lo hizo. A lo mejor esto para ese chico es un juego, le gusta torturarme, le divierte mi sufrimiento.

Justo ahora me siento como un indefenso ratón siendo cazado por un gato, el ratón no tiene ninguna oportunidad de ganarle, solo puede huir, pero el gato se divierte con la cacería, no va a matar a su víctima hasta que no esté por completo satisfecho con verlo sufrir y luego sí, lo destrozará sin piedad alguna.

Hasta ahora me doy cuenta de eso, he querido hacerme el gato pero esta situación me supera por mucho, soy un insignificante ratón, solo eso y ahora que lo estoy aceptando no puedo parar de llorar, quiero acabar con esto, quiero demostrarle a Alex que los malos deben pagar por sus actos y necesito saber que esa persona no volverá a poner a una familia en un suplicio, lo quiero tras las rejas y necesito ser yo quien consiga hacerlo, por lo ocurrido con mi hermano y por todas aquellas familias que en algún momento sufrieron lo mismo. Sí, soy un insignificante ratón, pero uno que dará la pelea, al menos hasta que ya no pueda más, pero por ahora no dejaré de intentarlo.

Desde que Andrea puso su cuerpo en la cama se quedó dormida, yo por el contrario no he podido dejar de pensar, sé que en la mañana mi aspecto será terrible, pero no puedo dormir, no sabiendo que justo ahora en algún lugar de la ciudad una familia está desesperada buscando a su hijo por todas partes mientras el pequeño está amarrado en una silla con los ojos vendados escondido en un galpón en alguna parte del bosque.

—¿Val? —la voz de Andrea hace que salga de forma brusca de mis pensamientos, me pongo de lado en la cama para verla —¿qué hora es? —reviso el celular y le respondo.

—4:33am.

Ella se queda mirándome sin decir nada, enciende la lámpara que está al lado de su cama en la mesita y la penumbra que nos envolvía es reemplazada por la calidez de la luz ambarina, Andrea juega con un mechón de su cabello, enredándolo en su dedo índice y dándole vueltas, eso me dice que está apenada, desde que era una niña hacía eso cuando no encontraba las palabras para pedir disculpas, una de sus manías supongo.

—Val... —comienza en voz muy baja y haciendo puchero, me quiere manipular y seguro que lo consigue porque ella fue mi maestra en el arte de influir en las personas.

—No Andrea, estoy muy enfadada contigo todavía, ya no eres una niña amiga, nada te costaba avisarme que saldrías a besarte con un completo desconocido y así evitar que me preocupara.

—Lo sé —baja la mirada —lo siento, me dejé llevar por el momento y cuando lo noté ya nos estábamos besando en el estacionamiento —ríe — Benjamín es un chico muy guapo y persuasivo —pero cuando ve mi expresión vuelve a bajar la mirada y sigue haciendo puchero —Val, por favor, eres mi mejor amiga, solo en ti puedo confiar y no quiero que estés enojada conmigo —suspiro.

—Te odio, nunca me puedo enojar contigo — ella ríe y me abraza —también me alegro de que hablaras con Marcos, luego de lo de esta noche se hace evidente que no estás preparada para tener una relación seria —ella asiente.

El gato y el ratónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora