Cap.24

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Respiro profundamente deseando despertarme de esta pesadilla, pero se perfectamente que esto no era una pesadilla y que si quiero salir de aqui con vida, o por lo menos los chicos, tendría que hacer todo lo que me dijera el pirado este. Bajo los hombros y me sumerjo en una sumisión mas falsa que un billete de siete.

- Buena chica - dice bajando la pistola.

Levanto la vista hacia los chicos que me miran sorprendidos. Si, la verdad es que nunca me han visto rendirme tan fácilmente y me da rabia hacerlo, pero la situación lo requiere.

- Date la vuelta preciosa - me dice al oído.

Hago lo que me dice sin rechistar con la cabeza gacha. Poco a poco levanto la cabeza. Se como es este chico. Le encanta ver como le hacen caso por lo que adoptar un papel sumiso es lo mejor que puedo hacer ahora.
Me quedo asombrada por sus perfectas facciones, que harían a cualquier mujer tener que agacharse a por sus bragas. Sus ojos negros me miran intensamente logrando que me incomode. Su sonrisa se ensancha al ver que no soy inmune a sus encantos. Pero a pesar del físico, me da asco un asco que no va a ser fácil reprimir.

- Eres tan guapa como recordaba - dice pasando su mano por mi mejilla.

Me abstengo de apartarsela y darle una ostia de las grandes. No es lo que mejor me vendría en estos momentos.

- ¡No la toques! - rabia Jesus.

Cierro los ojos fuertemente. Se que ha sido un impulso pero aun así debería de haberse controlado.
El Adonis que tengo delante empieza a andar amenazadoramente hacia el chico que me robo el corazón hace tiempo y no me lo ha devuelto. Abrumada por todo los sentimientos que albergo hacia él aunque me rompiera en pedazos, cosa que no le voy a perdonar, una idea demasiado dolorosa toma forma en mi cabeza.

- ¡Callate! - grito - Callate eres tu el que no se merece tocarme, él lo puede hacer, porque es si vale la pena, no como tú. Me destrozaste Jesús, creo que no deberías de hablar por mi.

La temperatura de la estancia baja cinco grados de golpe. Ni si quiera me atrevo a mirarle a los ojos, no podría soportar el dolor, pero se que ahora mismo esta todavía asimilando mis palabras.

- Alison, mirame, mirame y dímelo a los ojos - dice con voz temblorosa.

Levanto la cabeza e intento repetirle lo mismo mirandole a los ojos, pero en el ultimo instante mis ojos se desvían a otra parte.
La risa de Adonis, no es nombre pero todavía no se ni como se llama, se esparce por todo mi alrededor.

- ¿Lo has oído verdad? No eres nadie para ella. Dios, en estos momentos te amo más que antes por haberle roto el corazón al chico - dice cogiendome la cara con las manos y dando un casto beso en los labios - Alberto, llevatelos, no quiero verlos.

Una lágrima recorre mi mejilla de manera fugaz. Aun así se que la mirada de alguien si la ha visto.

- Espera - digo como puedo - si me entrego totalmente a ti, quiero que me asegures su seguridad y bienestar en todo momento.

Adonis se hace el pensativo.

- Estoy marcada, ya sabes lo que implica eso, a parte de tener a la mujer de otro estas reteniendo a personas que aprecio, entre ellos a alguien de mi clan. No te arriesgues.

- ¿Me estas amenazando?

- Al contrario, te estoy advirtiendo, eres demasiado bonito para salir herido - digo intentando enmascarar mi real amenaza.

Parece creerlo porque sonríe ampliamente. Mi subconsciente,que ahora mismo esta llorando por las esquinas, suelta un pequeño suspiro.
Adonis me coge de la mano y yo me dejo guiar por él, no sin antes echar un ultimo vistazo a esos tres chicos que tanto quiero. Y aunque no lo sepan, mi corazón, que arreglado con tiritas estaba, a acabado rompiéndose completamente.

*Narrador en tercera persona*

Shane se remueve incomodo en su cama. Después de intentar por activa y por pasiva detectar a sus amigos no lo ha conseguido. Está demasiado preocupado por ellos, pero en especial por Alison. Siempre ha sido la hermana pequeña que nunca había tenido. Y al perderla ahora mismo, había perdido una parte de él, aun así, también había traicionado su promesa, y sabia que tarde o temprano, ellos irían a buscarla y les pondría en peligro.
Deseperado, marca el ultimo numero de su agenda, uno que cada x tiempo cambia.

- Perdonarme, no he podido.

El silencio en la otra linea indica que están cabreados.

- No ha sido culpa cariño, lo hiciste lo mejor que pudiste, ahora nos encargaremos nosotros - dice una dulce voz al otro lado de la linea.

- Quiero ayudar, no voy a quedarme de brazos cruzados.

- Pues localizala lo antes posible, puede ser muy tarde como permitamos dar un paso en falso.

La llamada se corta. Shane deja caer el móvil en la cama y se pone manos a la obra. No les va a defraudar una segundo vez, no lo va a permitir, pero sobre todo, va a conseguir salvar a Alison, cueste lo que cueste.

Spy, defendiendo a dos idiotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora