- ¿Qué sucede? - preguntó desde afuera.
- Encontré... Ay, no, no, no.
- ¿Qué pasó? - preguntó de nuevo enterando a la habitación.
Lucero le mostró el papel que había encontrado debajo del tapete de Celeste. En él había una pequeña nota:
"Estuve esperando tu llamada todos estos días y nunca pasó. Perdiste tu vuelo, pero no importa. Reservé tu tiquete para el sábado en la noche con destino al aeropuerto "El Dorado" de Bogotá. Allá te esperamos.
Llámame por si necesitas cualquier cosa, +573206417890.
Celeste y Adrián.
Muchos besos"- La gente no puede ser tan cínica, ¡el cinismo debería ser un delito! ¿Cómo no se me ocurrió que Adrián estaba detrás de todo esto? - exclamó Lucero completamente alterada- Te juro que cuando encuentre a Celeste, Adrián irá a la cárcel.
- Eso no es lo importante ahora. Tenemos que irnos al aeropuerto ya, no podemos esperar hasta el sábado.
- Fer, no creo conveniente que vengas conmigo.
- ¿Por qué?
- Tengo miedo de que Adrián pueda hacernos algo si te ve.
- No intentes apartarme.
- Sabes que no lo hago con esa intención, pero sobra decir que Celeste está por sobre todo y todos.
- Adrián tiene que recibir su merecido. Tú no atraviesas sola esa puerta, y mucho menos te subes sola a un avión. Estás embarazada, no se te olvide.
- No se me olvida- expresó con frialdad. ¿No podían empezar a discutir en otro momento?- Pero tampoco se me olvida que la vida de mi hija está en riesgo en un país que ni ella ni yo conocemos.
-Si vas sola, serán tres personas envuel-.
- ¡Ya no más! - lo interrumpió- No voy a continuar con esta puñetera discusión sólo por tu maldito ego de macho. Si te vas a quedar aquí en mi casa, espero por lo menos que sea para apoyarme en las decisiones que tomo, si no, entonces vete.
- ¿Pretendes que apoye tus absurdas ideas? ¡Lucero tú no puedes irte a un país extraño sin conocer a nadie a quién pedirle ayuda cuando el imbécil de Adrián te haga algo!
- Tú ni siquiera sabes qué significa estar solo, y sola he salido adelante muchas veces.
- Lucero...
- Cuando te vayas, asegúrate de cerrar la puerta. La última vez que te fuiste, la dejaste abierta- fue lo último que dijo antes de salir de la habitación de Celeste. No hacía ni cinco minutos se habían reconciliado y de nuevo estaban peleando, pero en momentos así ninguno de los dos podía pensar con claridad.
Lucero entró a su habitación y caminó directo al armario para empezar a armar su maleta a pesar de que deseaba con todo su corazón regresar al día siguiente. No tuvo tiempo si quiera de doblar la ropa decentemente, simplemente como cayó cada prenda.
Veinte minutos más tarde, ya tenía la maleta hecha, un boleto de avión para esa misma noche y un esposo a punto de explotar de la impotencia que sentía en ese momento.
- Fer...
- ¿Se te está haciendo tarde? No vayas a llegar tarde al encuentro con tu amado.
- ¿Cómo?
- Tú tranquila que ya te dejo en paz. Llámame si algo pasa, en ese papel está escrito mi número.