Epílogo. (1/2)

676 41 7
                                    

- ¡Que los siga cumpliendo, hasta el año 10.000! ¡Feliz cumpleaños, mami! - Matías corrió hacia los brazos de Lucero después de haber terminado de cantarle la canción. Lucero no pudo evitar ponerse sentimental al recibir tal abrazo. Su hijo la hacía inmensamente feliz.

- ¡Gracias, mi corazón! - exclamó desviando el rastro de lágrimas que había quedado en sus mejillas con el dorso de la mano.

- ¿Te gustó?

- Me encantó, mi vida.

- Entonces, ¿por qué lloras?

- Porque tengo al mejor hijo del mundo mundial- Matías sonrió y ella lo abrazó de nuevo, como queriendo nunca despegarse de él. Su hijo le había traído la felicidad que a Lucero le hacía falta, quizás fue eso lo que fue enterrando a Fernando lentamente en el pasado.

- Eso es porque tú eres la mejor mamá del mundo. - no hay nada como estar abrazado a la persona que realmente quieres. Y ella podía congelar esos abrazos de oso por el resto de su vida.

Pasaron unos instantes más hasta que Celeste entró a la habitación. Había dejado esa fase de niña tierna, para convertirse en una hermosa adolescente de apenas 15 años. Faltaba menos de 3 años para poder iniciar su carrera universitaria, y estaba superando su primer desamor.

- Feliz cumpleaños, má - la abrazó también-, te amo enorme.

- Yo a ti, Cel.

Celeste la invitó a que bajara al comedor, puesto que ese día, el desayuno corría por cuenta de sus dos hijos.

Al terminar, Matías propuso que pasaran un día diferente... Fuera de casa y Nicolás se unió a la tentativa invitación.

- ¿A dónde vamos? - inquirió Lucero cuando Nicolás sacó el coche del estacionamiento.

- ¡Al parque de diversiones! - exclamó Matías mostrando una amplia sonrisa.
Celeste mantenía también una sonrisa.

Al llegar al estacionamiento, se bajaron todos del auto. Caminaron hasta la taquilla para comprar los tiquetes y se adentraron en el parque.

Todo fue risas y juegos durante la tarde. Montaron en la mayoría de las atracciones en el parque, a pesar de que Lucero se muriera de miedo por algunas.

La noche llegó y el cansancio también. Esta vez fue Lucero quien condujo a casa, y mientras recorrían el trayecto, Matías no pudo evitar caer dormido sobre el regazo de Celeste.

Había sido un bonito cumpleaños, aunque un sentimiento de vacío le inundaba el alma. Tal como en sus cumpleaños anteriores.

Al llegar a casa, Nicolás se encargó de llevar a Matías a su habitación y Celeste se fue a la suya.

- Muchas gracias por hoy- sonrió Lucero mientras lo despedía en la puerta.

- Tus hijos y yo te teníamos un pequeño regalo, pero creo que tendré que entregarlo sólo- buscó entre los bolsillos de su chaqueta, hasta que sacó una pequeña caja vinotinto- Feliz cumpleaños, hermosa.

- No debiste molestarte, Nicolás.

- Espero que te guste- sonrió. Lucero abrió la caja y sacó de ella un brazalete plateado con 2 piedras pequeñas azul turquesa- Sé que Matías y Celeste son tu cielo en la tierra. Las dos piedras son más que un adorno, sé que será una manera de sentirlos cerca de ti siempre.

- Gracias, Nicolás, por todo- lo abrazó.

En los últimos años, pareció que la idea de formalizar una relación entre ellos, era una completa tontería. No era una simple amistad, porque había más, pero no era suficiente para poder denominarse como romance.

Te tuve y te perdí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora