Aferrada del borde de la camilla para disipar un poco el dolor, Lucero siguió las instrucciones del médico encargado del parto para pujar.
- Vamos, Lucero, un poco más. - animó. Con fuerzas de quién sabe donde, Lucero pujó una vez más- Muy bien, respira y hazlo de nuevo. Ya casi está con nosotros- sus ojos se cerraron al tiempo que de su garganta salió un grito estremecedor dando fin a la maravillosa pero a la vez terrible tarea, de dar a luz. -¡Eso es todo! Felicidades, muy buen trabajo, Lucero. Ahora eres madre de un niño hermoso.
Las lágrimas que había derramado a causa del dolor se combinaron con las lágrimas de alegría que brotaron de sus ojos al escuchar el llanto de su hijo.
Asearon al bebé y llevaron a Lucero a una habitación. Minutos después apareció una enfermera con el niño en brazos.
- Aquí tiene- sonrió al tiempo que dejaba al recién nacido en brazos de Lucero- En unos minutos, vendrá una enfermera para checarlo y un doctor para checarla a usted. Felicidades.
- Muchas gracias- la enfermera salió de la habitación dejando a Lucero emocionada de ahí hasta la luna. No podía dejar de contemplar a su pequeño mientras él mantenía los ojos cerrados.
Pasaron así unos cuantos minutos hasta que Celeste y Nicolás atravesaron la puerta de la habitación.
- Es hermoso- susurró Celeste temiendo despertarlo.
- ¿Te parece?
- Mucho- ambas miraban al nuevo integrante de la familia con adoración. Lucero no había podido contener las lágrimas desde que salió del quirófano hasta ese momento.
- ¿Qué nombre le vas a poner? - inquirió Nicolás desde el marco de la puerta. Sabía que por ese momento, él no encajaba ahí. Él no era parte de esa familia, y de cualquier manera tenía que respetar el cuadro familiar que tenía en frente.
- Matías -sonrió-, Matías Hogaza.
Pasaron unos instantes más, y llegó la enfermera que estaba esperando. Tomó al bebé en brazos y prometió regresar en muy poco tiempo para poder darle de comer al niño.
Ya tenía experiencia con eso de ser madre, y la verdad esperaba que Matías no la agotara tanto como lo hizo Celeste en su momento. Sabía que se vendrían noches en vela, días difíciles, tiempo de privarse de tantas cosas, y quizá lo más duro de todo, es que tendría que afrontarlo sola.
Pero ella estaba dispuesta a demostrarse que podía salir adelante sola.
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- ¿Y tu hermana?
- Se quedó platicando con una de sus amigas en la escuela.
- ¿Te fuiste solo a casa, Matías?
- Ya me sé el camino a casa, mami.