XXXV

710 48 16
                                    

Aferrada del borde de la camilla para disipar un poco el dolor, Lucero siguió las instrucciones del médico encargado del parto para pujar.

- Vamos, Lucero, un poco más. - animó. Con fuerzas de quién sabe donde, Lucero pujó una vez más- Muy bien, respira y hazlo de nuevo. Ya casi está con nosotros- sus ojos se cerraron al tiempo que de su garganta salió un grito estremecedor dando fin a la maravillosa pero a la vez terrible tarea, de dar a luz. -¡Eso es todo! Felicidades, muy buen trabajo, Lucero. Ahora eres madre de un niño hermoso. 

Las lágrimas que había derramado a causa del dolor se combinaron con las lágrimas de alegría que brotaron de sus ojos al escuchar el llanto de su hijo. 

Asearon al bebé y llevaron a Lucero a una habitación. Minutos después apareció una enfermera con el niño en brazos.

- Aquí tiene- sonrió al tiempo que dejaba al recién nacido en brazos de Lucero- En unos minutos, vendrá una enfermera para checarlo y un doctor para checarla a usted. Felicidades.

- Muchas gracias- la enfermera salió de la habitación dejando a Lucero emocionada de ahí hasta la luna. No podía dejar de contemplar a su pequeño mientras él mantenía los ojos cerrados.

Pasaron así unos cuantos minutos hasta que Celeste y Nicolás atravesaron la puerta de la habitación.

- Es hermoso- susurró Celeste temiendo despertarlo.

- ¿Te parece?

- Mucho- ambas miraban al nuevo integrante de la familia con adoración. Lucero no había podido contener las lágrimas desde que salió del quirófano hasta ese momento.

- ¿Qué nombre le vas a poner? - inquirió Nicolás desde el marco de la puerta. Sabía que por ese momento, él no encajaba ahí. Él no era parte de esa familia, y de cualquier manera tenía que respetar el cuadro familiar que tenía en frente.

- Matías -sonrió-, Matías Hogaza.

Pasaron unos instantes más, y llegó la enfermera que estaba esperando. Tomó al bebé en brazos y prometió regresar en muy poco tiempo para poder darle de comer al niño.

Ya tenía experiencia con eso de ser madre, y la verdad esperaba que Matías no la agotara tanto como lo hizo Celeste en su momento. Sabía que se vendrían noches en vela, días difíciles, tiempo de privarse de tantas cosas, y quizá lo más duro de todo, es que tendría que afrontarlo sola.

Pero ella estaba dispuesta a demostrarse que podía salir adelante sola.

****

- ¿Y tu hermana?

- Se quedó platicando con una de sus amigas en la escuela.

- ¿Te fuiste solo a casa, Matías?

- Ya me el camino a casa, mami.

Te tuve y te perdí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora