XXX

649 48 12
                                    

Abrazando a Celeste, como queriendo ser un escudo protector para ella, lentamente abrió los ojos.

Aquellos instantes pasaron como un retroceso de su vida. Miró a ambos lados y se fijó que ninguno de los presentes tenían la vista sobre ella, ni sobre Celeste.

- ¡Fernando! - la voz de Charlotte resquebrajó el silencio de la sala después del impacto con el arma.

Lucero, atónita por lo que estaba pensando miró al suelo, y se dio cuenta, que el impacto lo había recibido otra persona por ella. Celeste se soltó de su abrazo y se limpió las lágrimas contra el pecho de Lucero, mientras en frente de ellas se formaba un charco de sangre.

Inmediatamente el suelo de tornaba rojo, la gente angustiada suplicaba a gritos pedir una ambulancia.

La mirada de Lucero se dirigió hacia la persona que se encontraba acostada frente a ella. Se acercó lentamente de rodillas al cuerpo del hombre recostado sobre el suelo.

- ¡Esto es tu culpa, maldita perra! - gritó Charlotte. Aún con el arma en la mano, y sin importar que fuera Fernando el afectado en ese momento, apuntó a Celeste- Si Fernando muere, tu hija también lo hará- sentenció, y esa amenaza puso aún más en alerta a los policías presentes.

Los refuerzos de la policía llegaron casi sin que Charlotte lo notara. Uno de los oficiales tomó su mano haciendo que ésta tirase el arma.

La pistola cayó al piso dándoles a todos un poco de tranquilidad, el policía tomó ambas manos de Charlotte y después de juntarlas en la espalda, le colocó las esposas.

El peligro había terminado.

Con completa delicadeza, Lucero posicionó la cabeza de Fernando en sus piernas, como el día del elevador. Con los ojos empapados de lágrimas, le acarició el rostro

- Dios, Fernando- susurró mordiéndose el labio inferior-, tienes que despertar, por favor.

Nicolás se mantuvo al margen de la situación que tenía en frente, mientras que Celeste permaneció de pie al lado de Lucero.

Minutos después, llegó la ambulancia. Dos hombres entraron con una camilla y delicadamente colocaron al inconsciente Fernando sobre ella. Era bastante la sangre que estaba perdiendo de su brazo derecho, puesto que el balazo lo había recibido al intentar atravesarse entre Charlotte y su esposa.

- Lucero, lo mejor será que nos vayamos- susurró Nicolás- Han sido muchas emociones hoy.

- Necesito ir con él, Nicolás- respondió histérica.

- Lucero, de cualquier manera, estas embarazada, que no se te olvide.

- No se me olvida. Pero tampoco se me olvida que es el padre de mis hijos.

Nicolás dio 3 pasos hacia atrás.

- Estaré en el hotel del aeropuerto.

No dijo nada más y se giró en dirección a la salida.

- Nicol...

- ¿Quién es él, má? - inquirió Celeste. Tomándole la mano. Quizás Nicolás tenía razón, podía tener un poco de tranquilidad porque sabía que Fernando estaba en buenas manos ya, y desde el punto de vista que lo viese, lo más razonable es que pensara en su salud, en la salud del bebé y en Celeste.

Tomando la mano de su hija, caminaron a la fila de sillas más cercanas en la sala de espera.

Celeste la abrazó una vez más, y Lucero no pudo evitar llorar nuevamente. Imaginó todos los escenarios posibles, si no hubiera estado ella ahí, si no hubiera llegado a tiempos, si la policía no le hubiera quitado el arma a Charlotte, si fuera Celeste la que se hubiera ido en la ambulancia y no Fernando.

Te tuve y te perdí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora