Ya estaban por cumplirse 6 horas sin saber nada de Lucero.
Temía que Adrián pudiera haber leído la conversación donde desmentía la ubicación de Celeste; esa mañana, uno de los policías encargados de la misteriosa desaparición de Celeste sugirió revisar las cámaras de seguridad dispuestas en el aeropuerto. Indagaron sobre la posible hora en que Adrián pudo haber llegado al aeropuerto y analizaron las cintas.
Detallaron a cada niña con características similares a las de Celeste, pero desafortunadamente, no era ninguna.
Celeste no había salido del país.
Regresaron con la comandancia y de nuevo dieron play a los vídeos que se grabaron con las cámaras de seguridad puestos en el conjunto residencial. Pero de nuevo, la frustración llegó junto con un cargo de culpabilidad gigantesco porque se supone que cuando eres padre, el mundo nunca es lo suficientemente grande como para separarte a ti de tu hijo.
Quien sea que haya raptado a Celeste, se cuidó muy bien el rostro y la identidad. En la cinta de la cámara que da hacia las casas, se veía la silueta de una persona caminando como si nada. Al estar en frente de la puerta de la casa, el sujeto deja caer la capota que cubre su cabello, pero para la mala suerte de los policías, la cámara no cubre una vista del 100% de ese sector.
4 minutos más tarde, sale el mismo sujeto forcejeando con la que parecía ser Celeste. Finalmente, Celeste cayó como dopada en los brazos del extraño quién siguió su camino hasta el estacionamiento.
- Devuelva la cinta - murmuró uno de los policías.
- ¿Hasta ahí?
- Un poco más atrás- se inclinó hacia la pantalla-. ¡Ahí!
Tras unos segundos de silencio, que parecieron años para Fernando, otro policía intervino:
- ¿Ven lo que yo? - se acercó a la pantalla y reprodujo el vídeo- Está claro que el sujeto no es un hombre. Se nota, porque cuando carga a la niña y la acomoda sobre el hombro izquierdo, la capota de su saco le descubre parte de la cara.
- ¿Puede hacerle zoom in? - inquirió Fernando.
- Sí. Aquí, ¿lo ven? - señaló la nariz del raptor- Es una nariz bastante fina como para ser de hombre. Y, adelántelo un poco... Ahí, bien, ¿alcanzan a detallar las manos? Está claro que el sujeto usa guantes de látex para distraernos... Pero a pesar de eso, cuando acomoda a la víctima en sus brazos, claramente se nota que tiene las uñas pintadas de un color oscuro.
Los demás policías guardaron silencio por unos instantes mientras procesaban lo que acababan de escuchar con lo que se veía en la pantalla, y todo parecía concordar.
- Sea quien haya sido el raptor de su hija, es un allegado a su familia, señor Colunga. Y a pesar de que puedo casi que asegurar que la vigilancia de su residencia fue sobornada a la hora de salir este sujeto, aseguro también, que su hija autorizó la entrada de el que o la que la raptó, ¿me entiende? - Fernando asintió- ¿Ha tenido usted o su esposa algún tipo de relación complicada con algún allegado a su familia?
Responder esa pregunta involucraría hablar de lo que había pasado hace un año, y eso no me agradaba para nada.
Aunque viéndolo de ese modo, sí había una mujer que haría todo lo que estuviera a su alcance para vengar su despecho: Charlotte.
- La verdad es que... Es una larga historia.
- De su colaboración dependerá el tiempo que nos tome encontrar a Celeste, señor Colunga.