Bad Boys

Capítulo 8: Sábado

Narra Billy

Termino de vestirme y bajo a comer para salir con Tori a dar una vuelta.

—¿A donde vas tan elegante?—pregunta mi hermana.

—Voy a salir con una chica—digo acomodando el cuello de la camisa.

—¿Y quién es la afortunada?—pregunta mi madre esta vez.

—No os lo diré—respondo tomando la chaqueta—. Ahora me iré para no llegar tarde.

Camino hacia el parque, donde Tori y yo hemos quedado.

—Llegas diez segundos tarde—dice acercándose a mí.

—Lo siento—digo levantando las manos—. Nunca he calculado el tiempo exacto que hay desde mi casa a aquí.

—Pues tal vez deberías comenzar.

—No seas tan exigente—digo con un puchero.

—Anda, vamos—dice golpeando levemente mi hombro.

Caminamos por un buen rato hasta que ella decide sentarse a la sombra de un árbol.

—¿Por qué te sientas?—pregunto sentándome a su lado.

—Este árbol me recuerda a los momentos felices de mi infancia—dice abrazando sus piernas.

—¿No eres feliz?—pregunto.

—No exactamente—dice acomodándose—. Mis padres han condicionado mucho mi vida. Siempre han tenido a mi hermana mayor por superior y, con la llegada de mi hermana pequeña, me dejaron de lado más de lo que ya lo hacian.

—¿Sacas notas altas para impresionarlos?—pregunto de nuevo.

—Podría decide que si—responde—. Pero les da igual.

—¿Tus padres están en la ciudad?—pregunto. Ella niega.

—Están en Nueva York—dice suspirando

—Parece que tenemos vidas similares—añado.

—¿Qué quieres decir?—pregunta mirándome.

—Mis padres nos trasladaron a LA para vivir con nuestras tías porque las universidades de derecho son mejores aquí—contesto—. En cambio, a mi hermana Erin la dejaron allá porque quería estudiar arte, como todos nosotros.

—¿De dónde vienes?—mira de nuevo al frente.

—Palm Beach, Miami—respondo.

—¿Los tres queréis estudiar arte?—pregunta curiosa. Asiento.

—Mi hermano quiere estudiar modelaje y Erin quiere dedicarse a la música—contesto encogiendo mis hombros.

—¿Y tú?

—Me gustaría estudiar artes escénicas.

—¿Vas a ser actor?—dice riendo.

—Me gustaría. No se me da tan mal—añado—. En el instituto casi siempre finjo.

—¿Cómo en qué?—pregunta.

—En que te quiero...