Capítulo 4

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Skyler no supo muy cómo es que lo hizo, solo fue una reacción que su cerebro inconscientemente ordeno y que su cuerpo de inmediato entendió. Se levantó de la camilla y salió corriendo a toda prisa, huyendo de ese lugar, de esas personas que no lograba reconocer; no le importaba llevar una bata de hospital, estar descalza ni estar llena de ese gel. Solo tenía que escarpar de esta realidad. Recorrió los pasillos viendo cómo es que la gente la observaba y se abría para que ella lograra pasar lo más rápido que podía, no sabía a donde iba y tampoco le importaba, solo no quería estar en aquel lugar.

Justo cuando llego a un lugar donde no había nadie, entro a la primera puerta que encontró. Cayó de rodillas en el suelo deteniéndose con los brazos, viendo como mojaba el suelo con sus lágrimas, sollozando tanto que sentía que el aire se iba. ¿Por qué? ¿Por qué le pasaba esto a ella? Nunca había hecho nada lo suficientemente malo como para merecer esto, siempre había tratado de ser la mejor hija, la mejor amiga, la mejor novia y la mejor persona que podía ser, pero al parecer eso no fue suficiente. No es que pensara que esto fuera un castigo pero era así como se sentía. Las ganas de gritar tuvo que contenerlas, no quería a nadie cerca de ella por ahora.

Un pequeño quejido se escuchó, un llanto muy diferente al suyo, eso la distrajo de su sufrimiento por un momento, tratando de descifrar de dónde provenía. Se puso de pie y observo la habitación en la que se encontraba, tenía muchos aparatos y era muy cálida, no como las otras que eran bastantes frías, la luz era tenue, no lastimaba a la vista. Estaba pintada en un suave tono amarillo, decorado con ángeles, encaje y cosas de...

Su cuerpo se quedó petrificado cuando identifico las cunas. Al parecer se encontraba en los cuneros. Comenzó a temblar de pies a cabeza; uno de los bebés comenzó con un pequeño quejido a llorar, su cuerpo reaccionó, se obligó a permanecer donde se encontraba hasta que el llanto aumento. Ahora lloraba, gritaba y berreaba. Alzaba sus diminutas manos, esperando que alguien viniera a verlo. Con las piernas aun temblorosas Skyler se acercó lentamente a esa cuna, en donde aquel bebé no paraba de llorar, a solo unos pasos de la cuna sintió que perdía el valor.

Se abrazó, de repente ya no sentía el calor de antes cuando entro a la habitación. Su rostro se encontraba empapado por las lágrimas, no podía detenerlas, respiro profundo tratando de encontrar valor. Sabía que sus piernas colapsarían pronto, pues no dejaban de temblar mientras estaba ahí de pie. Tomo una última respiración y se limpió el rostro para dar los pasos que faltaban.

Dentro de la pequeña incubadora el bebé seguía llorando y retorcía sus manitas en el aire; era muy pequeño y parecía tan frágil... su carita redonda estaba roja por el llanto, sus pequeños labios parecían un corazón, no sabía si estaba vestido ya que estaba envuelto en una manta azul. Su rostro se distorsiono cuando sus ojos se llenaron nuevamente de lágrimas. Inconscientemente se llevó la mano al vientre, tomando en un puño la bata, los sollozos comenzaron otra vez. Lentamente alzo la mano y tomo la manita de aquel bebé, sus deditos se cerraron fuertemente en su dedo, aferrándose a ella.

Dominic se quedó de pie. Sabía que tenía que ir en busca de ella, pero... ¿Cómo demonios llego hasta este momento? El no pidió ser padre ahora, y estaba feliz aun así. No sabía cómo explicarlo pero de alguna manera se sentía aliviado de que fuera Skyler y no Karin quien estuviera embarazada, lo cual no entendía. No conocía de nada a Skyler, pero aun así... sabía que ella no haría ninguna locura, o al menos eso quería creer.

Estaba solo en el consultorio, la doctora, en cuanto Skyler corrió ella salió siguiéndola, junto con los otros doctores, dejándolo solo.

Sus ojos negros la miraban. No pudo resistirse y ahora tenía al bebé en brazos, descubriendo tantas cosas... su madre siempre le había dicho que las cosas pasaban por algo, que no se apresurara en nada y que disfrutara de su vida. Pues mira a donde fue a parar. Nunca pensó que tenía una vena maternal, no le disgustaban lo niños pero no es que pensara demasiado en ello, pensaba que cuando hubiera terminado sus estudios, tuviera un buen trabajo y un marido que la quisiera y respetara, podría entonces pensar en ser madre. El bebé se movió e inconscientemente lo arrullo contra su pecho, meciéndolo suavemente; siguió observándolo, preguntándose si su bebé sería igual que él. Ya no lloraba ni sollozaba, estaba en paz, no sabía que iba a hacer pero... se sentía muy tranquila en ese momento. Una parte de su mente le decía que parecía una loca, que dejara ese bebé, que no debía tenerlo pues no era suyo y que se metería en graves problemas si seguía así, las ansias que tenía que correr y huir ese lugar aún seguían ahí; pero era más fácil quedarse ahí, pues sabía que si salía de ese lugar, volvería a la locura que no podía pero que enfrentar y por el momento no tenía fuerzas.

La puerta se abrió y Skyler volteo. Una enfermera vestida de rosa entro, llevaba un cubre-bocas, y en cuanto la vio paro. Sabía que no debía de estar ahí y esperaba que la enfermera la dejara seguir un momento más.

—Señorita, esta es una restringida, no deberías estar aquí y mucho menos cargar a los bebés —no la regañó, lo dijo en un tono firme pero también cálido, como si comprendiera que era imposible resistirse a la ternura de los bebés.

—Lo siento mucho —se disculpó. Arrulló un momento más al bebé y después se lo entregó a la enfermera.

Ella lo acuno con mucho cuidado y lo devolvió a su cuna. Skyler sintió de nuevo frio cuando ya no lo tenía entre sus brazos. Salió del cunero antes de que la enfermera terminara de darse la vuelta. Estando en el pasillo ya no sabía cómo volver a los consultorios, pues en su carrera no se dio cuenta como llego a los cuneros. Comenzó a caminar y llego a un pasillo en donde había un vidrio y desde ahí se podían ver a los bebés y también vio a la enfermera; un señor estaba de pie y la enfermera le enseño al bebé que ella había estado cargando. La cara de aquel padre la hizo sonreír, al parecer no le daba pena el demostrar la emoción que le causaba ver a su hijo.

Dio media vuelta y casi choca con la doctora Wolfe.

—Oh, Skyler —tenía una mirada atormentada —. Por favor, perdóname.

Estaba llorando, tenía los ojos inflamados, lo cual le recordó que ella también debía de tenerlo así o peor. De repente la abrazó, apretando un poco, Skyler se sorprendió al principio pero de inmediato comenzó a darle pequeñas palmaditas hasta que logro tranquilizarse y se alejó de ella.

Consiguió esbozar una muy pequeña sonrisa.

—No se preocupe, yo no la culpo de lo que paso, sé que no lo hizo con la intención de hacerme daño —la doctora la miro asombrada —. Supongo que esto no sucede muy a menudo pero por alguna razón pasó y ya no se puede hacer nada, solo necesito terminar de procesarlo para no volver salir corriendo.

Aisha estaba sorprendida por la reacción de esta chica. Lo había tomado con mucha madurez, era muy normal el querer escapar pero ella solo había necesitado un momento para aceptarlo. 

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Pfff, no estoy en mi mejor momento.

Wueno, se que dije que no tengo muchas ganas de escribir y es verdad, solo que este ya estaba casi terminado por eso hice mi mejor esfuerzo y lo termine. Gracias por sus comentarios de apoyo, es genial el ver que a pesar de que son de otros lugares se preocupan por lo que sucede en otros países. 

!!Ya tengo 60 seguidores¡¡ Se que suenan muy pocos comparadas con otras escritoras pero me emociona el saber que ya somos 60, de hecho aun estoy alucinada con la cantidad de lecturas que tiene la novela. Aun sigo con la idea de querer conocernos mejor, pero no se si les gustaría, aparte no se me ocurre nada para hacerlo.

Eeeeeeen fiin, creo que ya me voy porque aun no he almorzado y mira que ya es muy tarde. Si hay alguna falta de ortografía diganmelo por favor ya que a veces (muchas veces) se me pasan.

Linda tarde.

Kenn.

P.D. : ¿Qué piensan acerca de un trailer de la novela?

Virgen EmbarazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora