Virgen Embarazada

Capítulo 22°

Al final de todo, la fiesta no fue tan aterradora como pensó. Las mujeres sí que habían estado tras de ella toda la noche, tratando de sonsacarle la verdad sobre cómo es que había logrado que el heredero Amiel fuera suyo, algunas incluso hicieron preguntas que casi logran ahogarla; fueron contadas las veces en que Dominic la dejo sola, tuvo su brazo firmemente abrazado a su cintura, lo cual sorprendentemente la reconforto bastante.

Ahora si sentía que su compromiso era formal, después de todo ya tenía un anillo en su mano que lo confirmaba.

El calor subió a su rostro al recordar las palabras con las que había pedido su mano.

Sin saber cómo, Dominic la había guiado hasta el centro de la pista que improvisaron para bailar, le tomo en brazos y lentamente comenzó a mecerlos. Se sintió atrapada en su mirada, mientras que en sus labios se dibujaba una pequeña sonrisa, Skyler estaba color granate y sin poder escapar de sus ojos. No recordaba para nada que era lo que ocurrió en esos minutos, solo lograba distinguir lo hermoso y perfecto del momento.

Cuando estaba tratando de descubrir que era lo que la tenía así, alguien había hablado y la sacaron del trance, volviendo la mirada a los invitados que los observaban. Trato de no sentirse avergonzada ya que al parecer tendría que aprender a lidiar con ello, dio media vuelta para ver a Dominic. Se encontraba frente a ella, solo que estaba hincado en una rodilla, sonriendo mientras buscaba su mano.

Realmente no supo cómo reaccionar, se quedó de piedra y con la boca abierta por la impresión.

—El tiempo es relativo en nuestra relación, en ocasiones me parece que te conozco desde siempre a pesar que sé que no es así, a pesar de ello estoy seguro que una vida a tu lado es de las mejores cosas que pueden pasar en este mundo —saco una pequeña caja de terciopelo y la abrió con destreza sin soltar su mano —. Tu inocencia y belleza me han cautivado, es inútil el luchar contra todo lo que me haces sentir... —sí que era difícil, tomo una respiración —, señorita Petit, sería más que un triunfo si usted responde si a mi propuesta, cásate conmigo.

Su tono claramente evidenciaba que un no era algo inaceptable. No encontró ni un solo rincón en ella que pudiera rechazarlo, las lágrimas llegaron como lo acostumbrado mientras respondía.

—Si, por supuesto que sí.

Dominic saco el aire que estaba conteniendo mientras sacaba el anillo de la pequeña caja y lo ponía en el lugar donde pertenecía. Se puso de pie y le dio un pequeño beso en la mejilla, mientras escuchaba aplausos.

Honestamente no quería saber de dónde lo saco, ya que era un hermoso anillo, el ojal estaba rodeado de pequeños diamantes y uno enorme unía a todos. Se enteró por Ro, que era de oro blanco, por lo que en serio estaría en problemas si lo llegara a perder. Ese pequeño peso en su mano, le hacía consiente de que en dos semanas más estaría casada con uno de los hombres más ricos del país, pero eso no es que importara, si no que se casaría con alguien a quien comenzaba a conocer apenas. Tenía el propósito de conocerlo en estas dos semanas y Dominic había estado de acuerdo en cuanto le propuso hacerlo, solo que por hoy no se podría, ya que ella iría en busca de su vestido de novia. No creía poder resistir otro día de compras con Ro y Shannon, pero en esta ocasión iba a estar mucho más activa ya que era algo que debía de encantarle.

Fueron bastantes las tiendas en las que buscaron, tantas que las dependientas llegaron a llorar por tantos vestidos que se probaba. Ro dijo que no importaba cuanto tiempo buscaran, pero que iban a irse sin que Skyler sitiera que había encontrar lo que no sabía que quería buscar. Fue un tanto extraño el momento de encontrarlo, ya que cansadas habían decidido ir a comer algo, mientras esperaban Skyler tomo un pequeño respiro en una de las bancas de la cafetería que estaba en un parque; observando a su alrededor encontró lo que buscaba. Se puso de pie y fue directo a la tienda mientras escuchaba a Shannon hablarle.