22-La hora se acerca

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Al día siguiente, a primera hora, tomamos vuelo hacia nuestro país. La emoción y la incertidumbre me pueden haciendo que se me haga un nudo en el estómago. Max
sostiene a nuestra hija en el viaje, ella se duerme en sus brazos haciendo que se vea adorable.
Con esa imagen me duermo para ser despertada por una mano que me acaricia, es demaciado torpe como para que sea Max. Sonrío feliz sabiendo de quien puede ser. Abro los ojos para confirmar y me encuentro con los enormes ojos miles de Alexa y su manito en mi mejilla. La tomo y la beso haciendo que ella se ría. Intenta moverse pero los brazos de su papá la apresan. Se remueve ocacionando que él se despierte somnioliento. Sonríe igual de zombie y me entrega a Alexa quien me muerde levemente la nariz. Sonrío y se lo devuelvo en la mejilla. Larga una risita agua y se pone a jugar con mi pelo.
En eso habla el piloto anunciando su próxima bajada.
Nos preparamos para bajar.

Una vez en la pista marco el numero de Marlene.
-¿Hola?-pregunta una voz asustada, aterrorizada.
-Mar, soy yo-digo con en ceño fruncido mientras miro a Max. Escucho un sonoro suspiro y un murmullo. -¿Que sucede?-pregunto.
-n-nada-tartamudea indicandome que algo me oculta.
-Marlene-advierto poniendome seria. Oigo un resoplido y eso me pone un poco más contenta.
-¿Donde coño estas?-pregunta evadiendo a mi pregunta.
-de vuelta a casa-digo mientras acaricio mi estómago.
-al fin, y dile a tu enamorado que me las va a pagar-dice, grita de tal manera que Max la escucha y me quita el teléfono.
-escucha, tenía que luchar por ella, asi como tu lo hace por Javier-le dice en un tono bastante cómplice, lo miro suspicaz pero me ignora. -si, exacto, bien, me entendiste-dice y me pasa mi celular.
-alguno de ustedes me va a explicar que sucede aqui-digo.
-luego-escucho el unísono de las dos voces. Ruedo los ojos y luego de despedirme de Marlene corto la llamada.

Una vez llegamos a casa toco timbre y la puerta tarda en abrirse. Cuando lo hace una muy pálida y sudorosa Marlene se planta delante mío.
- ¿y a ti que coño te sucedió?-pregunto realmente impresionada. Baja los hombros y mira hacia adentro.
-Antonieta pasó-dice- agregándole el hecho de que no he dormido desde hace unos días.-mira hacia atrás mío y su mirada celeste se clava en la mirada miel de Max. -tu-lo señala-tenías que ayudarme, no escaparte.
-en mi defensa, fue mi futura suegra quien me ayudó-dice con las manos en alto-ademas, dije que te iba a ayudar a llevarla al baño, y creo que lo logré, ¿no?-dice con una sonrisa ladeada y tomándome de la cintura.
-Touché-dice rendida.
Mi cabeza comienza a carburar a mil por hora y logro recordar algo fundamental.
-tengo que hablar con mi hermana-digo de golpe cortando el silencio profundo que se formó. Miro a Max de manera significativa, Marlene no entiende nada pero me deja pasar.
Todo está vacío, por un momento me olvidé de las ubicaciones de las habitaciones hasta que escucho murmullos.
Abro la puerta de golpe encontrandome con una imagen nada agradable para que una hermana lo vea. Grito y cierro la puerta de nuevo quedandome del otro lado. Me apoyo en ella y trato de borrar esa imagen bastante indecente.
-¡Hermana!-grita la voz alegre de Sofía o debería decir, Ofelia.
-¿puedo pasar?-pregunto con precaución.
-¡Espera!-grita, luegp escucho que regaña a Franco-vístete-le ordena-solo yo puedo ver y tocar eso-muerdo mi labio aguantando la risa.Se escucha la carcajada de Franco.
Me abre ella y yo me lanzo a sus brazos. En cuanto la ví todo se me vino a la cabeza. Todo, emocipn, tristeza, nostalgia, enojo, odio y hasta amor.

Franco no se quería ir asique tuve que hablar con ella delante de un Franco consternado, pero no por eso no dejó de sostener a Ofelia para que no se desmayara. Ella siempre fue la más sensible, lloró todo el tiempo, yo me sentía culpable pero ella tiene derecho a saber la verdad.
De ahí salimos los tres en silencio, asumiendo todo lo que se acaban de enterar. Ya en la cocina el silencio continua, Ofelia mirando la mesa con una mirada vacia, Marlene con su celular, Franco con sus labios apoyados en el hombro de Ofelia , yo y Max mirando a una dormida Alexa, cada tanto intercambiamos miradas pero no queremos interrumpir este silencio tan importante para la cordura de todos. Alex es el que interrumpe este silencio.
-entonces... ¿porque me dijiste que todo se estaba complicando aqui?-pregunta mirando fijamente a Marlene.
-porque Antonieta se niega a hablar, Javier sigue desaparecido, tu madre tambien desapareció-dice mirándome-y volvió a hacer acto de presencia Forenz Fox.
-Octavio Funes-susurro corrigiendola. Me veo obligada a hacerlo, quiero verlo como un extraño, no como a alguien que una,vez consideré mi padre.
-¿Que digiste?-pregunta ella mirándome sin entender.
-su nombre es Octavio Funes-digo. Alza la ceja pidiendo explicaciones, le quito importancia con una mano-larga historia.
Vuelve a hacerae silencio. Por alguna extraña razon no me preocupa que mi supuesta madre haya desaparecido, no me genera angustia, ni temor.
-¿Donde está Antonieta?- pregunto
-en la casa de Javier.
Con esa información salgo corriendo de esa casa. Corro en plena noche las die, cuadras que me separan de esa maldita mujer.
Corro con todo el odio acumulándose en mis venas deseando ser liberado, corro con furia.
Llego, abro la puerta de un portaxo dejando destruida la cerradura y parte de la pared. Bajo hasta su sala de operaciones. Se donde podría haber puesto Marlene a esa mujer.
Abro la puerta y allí está, atada de pies y manos, sus manos estan aprisionadas con cadenas que se ajustan sobre su cabeza. Está sudorosa y semi despierta. Sin pasion hago de mi mano un puño y se lo estampo en su rostro.
Reacciona y escupe sangre. Me mira, primero sorprendida y luego con una risa malévola.
-Ala, al fin llegas-dice-¿ya descubriste tu verdadera identidad?-  vuelve a provocarme. No me aguanto y vuelvo a darle un puñetazo, esta vez no solo escupe sangre sino que le brota por la nariz. -ya veo que si-rie. - tu hora se acerca.
-o tu hora-digo con los dientes apretados.
Estoy por asestarle otro cuando una mano me para, me pone la mano detras y besa mi cuello.
-no lo hagas-pide esa voz-no lo hagas-repite suplicando. -Cálmate, le haras mal a los bebes-susurra Max. Eso logra alivianar un poco mi ira, respiro hondo y aflojo mi mano logrando que él me la suelte. En ese pequeño despiste le vuelvo a propinar ese tan esperado puñetazo que le quería dar.
Me giro, beso a un sosprendido pero prgulloso Max y salgo de esa habitación.

Siempre fuiste tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora