EPILOGO

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El día en que nació Alai, así le puso a su hija Marlene, Javier lloró de lo lindo causando que yo tambien llore.
Tuvo un parto dificil, la niña no quería salir, pero finalmente lo logró. Toda la primera semana despues del parto nos la pasamos mirandola, yo más que nada que dentro de poco sería mamá.
Max me llevó a la rastra a comprar cosas para los bebes, serán una niña y un niño asique él compró toda la tienda mas o menos. Entre cochecitos, cunitas, ropa de varios colores, biberones y demas cosas para bebes.
Un día nos llegó una nota decla policia en el que decía que Octavio Funes será juzgado, querían que yo vaya como testigo pero ante la negativa de Max, Javier y Alex me quede en mi molde.
Tambien conocí a mi verdadero padre que luego de llorar mares me abrazó y lloramos juntos. Él, un poco desconfiado me hizo hacerme análisis, en cuando descubrió que no mentía no dejó de visitarme y hacerme regalos.

Ya han pasado dos meses de eso y tres del nacimiento de Alai, mi panza está que explota.
Con Max estamos haciendo un picnic en la habitacion.
-mi amor, no veo la hora en que tengamos a los niños con nosotros.-susurra en mi oido mientras me devoro un sandwich de miga. Me río en parte por las cosquillas y en parte por la sensualidad que destila hablando asi.
-yo...-no pude terminar la frase, una queridas contracciones aparecieron.
Max, sin mediar palabra, me ayuda a levantarme y caminar como puedo hasta el auto.
Mientras conduce llama a todos.
Era facil ver a Marlene, pero ser yo quien sufre por segunda vez las contracciones es totalmente diferente.
Respiro hondo mientras siento de nuevo las contracciones. Max toca mi panza para vivir tambien él un poco de mi dolor, él me dijo antes que lo haría por eso.
Al llegar al hospital me suben a una camilla y todas las caras de mis amigos y mi hermana desfilan de forma rápida, casi que parece un sueño. El que corre al lado mío a la velocidad que van los médicos es Max.
Me llevan a la sala de parto y me obligan a quitarme la ropa y ponerme un bata de hospital.
-respire, señorita- me indoca un médico joven.
-señor, va a tener que qudarse afuera-dice otro.
-no... quiero... que.. este... con...migo-digo intercalando una hinda respiracion mientras hablo.
El que hechó a Max lo deja pasar, el toma mi mano no sin antes ponerse un entero verde y un gorro blanco.
Se fijan mi dilatacion y cuando deciden que ya estoy apta para pujar me indican que lo haga.
Grito desgarradoramente mientrax pujo, tiro mi cabeza hacia atras y un enorme grito sale de mi garganta haciendo que Max apriete mi mano.
-un poquito mas- grita la médica que me atiende-ya sale el primero. Eso me anima a seguir con este sufrimiento.
Un llanto resuena en la habitación haciendome sonreir, miro a Max quien está con lágrimas en los ojos.
-Es un niño-dice la médica.
Una nueva contraccion me hace concentrarme en mi segundo bebé, mi niña.
Esta vez es más rápido.
Max los toma primero y luego me los pasa. Beso a cada uno y luego a Max.
-Annabelle-susurro- y Brian-termino con un jadeo, estoy agotada.
-asi se llamarán-termina Max por mi-me encantan -responde a mi duda en la mirada. Sonrío feliz y mis ojos se cierran muy lentamente.

Pocos meses despues de que tengamos a los mellizos pusimos fecha al casamiento. Yo quería estar oinda y quería que los niños no se sintieran bastardos porque sus padres no hayan estado casados cuando nacieron.
Hoy es la ceremonia en una iglesia.
Estoy preparada al lado de mi padre esperando a que toquen el piano anunciando mi entrada.
-hija- es la segunda vez que me llama así y siempre se le hace un judo en la garganta y los ojos se le llenan de lágrimas-felicidades-termina y le aprieto la mano en son de entendimiento.
El piano suena y yo comienzo a avanzar a paso lento observando en un principio todo, la decoracion, los invitados y cayendo finalmente en la mirada de Max. Su sonrisa espléndida me hace imitarlo. Marlene y Ofelia se encargaron del lugar y de la decoracion, tambien de los invitados.
En una rápida mirada, cuando llego a la altura de ellos, logro ver que estan todos, Marlene lleva a Annabelle, Ofelia a Brian, Franco a Alexa y Javier a su hija, Alai. Sonrío en una media sonrisa.
Llego al altar y el pánico me entra por un milisegundo. Pánico de que me suceda como a Antonieta, pero lo descarto en cuanto veo sus ojos, su mirada, que me dice que nada malo sucederá.
Mi padre me deja a solas con él y con el cura.
Toda la ceremonia ocurre de menera extrañamente rápida.
-Abril Lamas Lorenzo, ¿Aceptas a este hombre, Maximo McCartney como esposo?-pregunta.
No lo dudo.
-Acepto-digo y miro a Max espectante.
-Maximo McCartney, ¿Acepta como esposa a la señorita Abril Lamas Lorenzo?-pregunta tan espectante como yo.
-si, acepto-su respuesta llega rápida, clara y contundente. No espero a que el cura diga que él puede besarme lo hago yo misma. De fondo se escucha el ritual que hace el cura. Nos besamos como aquella vez en las carreras, con desesperacion y amor. Esta vez hay una promesa implícita en este beso. Una promesa de jamás separarnos, por más cruzado y malo sea lo que estemos pasando, nada nos separará.
Max toma mi rostro y lo mira, mira mis ojos con devocion.
-tengo que admitir una cosa-susurra-siempre fuiste tu- murmura contra mis labios  para luego fundirnos en otro apasionado beso que es interrumpido por el carraspeo del cura.
Nos reimos, el cura nos guiña un ojo y salimos pitando de allí hacia afuera para gritar y festejar.
Sale toda la comitiva. Beso a cada uno de mis hijos y a la hija de mi mejor amiga.
Me giro hacia Max y le susurro.
-tambien siempre fuiste tu.

FIN.

Siempre fuiste tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora