Caos

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–¿Que fue eso?– dijo Jan con la voz temblorosa–.

–Sabemos exactamente lo mismo que tu idiota– dijo la mujer mientras le quitaba las ataduras–, debemos salir de aquí, es un lugar muy pequeño para luchar.

Mientras ella le quitaba las esposas su compañero hacia lo mismo con el detector, lo ayudaron a levantarse, pero los grilletes volvieron, solo que en esta ocasión los tendría en las manos, puestas detrás de su espalda.

–Tú también usas pasamontañas – dijo Jan–. Si nos veremos tan seguido al menos debería saber cómo er...– se detuvo al escuchar una explosión cercana seguida de un temblor remeció el lugar–.

–¡Debemos salir ya!– dijo su compañero–.

La mujer se apresuró a abrir la puerta, el ruido de las balas producía un eco que daba la impresión de peligro, pero aun no lograba ver que producía tanto alboroto.

–¡CUIDADO!.

La mujer salió volando por los aires al igual que la puerta junto con la muralla destrozada. El hombre tuvo mejor suerte, tomo a Jan por el torso derribándolo mientras llevaba la rodilla al suelo y disparaba. Con la cara tocando la superficie del lugar, Jan pudo ver como una especie de robot, parecido al ED-209, repleto de armas y más aparatoso, causaba grabes daños, no solo en el área, sino a todos aquellos a los que se ponían enfrente.

–¡Sácame de aquí!–dijo Jan despavorido–.

El hombre se quitó el pasamontañas por la vista que le presentaba, dejo de disparar aprovechando que la maquina se movió para atacar a los que le disparaban incesantemente. El hombre estaba en el rango de los 30 a 40 años, de complexión caucásica, ojos azules y cabello castaño. Levanto a Jan y lo miro directo a los ojos.

–Sígueme sin importar cuantos mueran a tu alrededor.

Salieron de la habitación para llegar a sala de alumbrada por tubos fluorescentes, con mesas de madera, un sofá y una expendedora de café y snacks. En un día cualquiera este lugar no era diferente de oficina común, ahora parecía una zona de guerra.

Mientras corrían Jan vio, a lo lejos, a una mujer rubia, de cabello corto, vestida de negro. Por la distancia y los movimientos al correr no pudo distinguir más, pero sabía que era la misma de la habitación por el pasamontañas que estaba tirado cerca de ella y los escombros que la rodeaban.

Jan tenía en presentimiento de que en cualquier momento una bala le llegaría a la cabeza, una puerta delante de ellos se abrió y de ella salieron cerca de 10 personas con un gran arsenal de armas. Cuando la bazuca apareció supo que las cosas se estaban saliendo de control.

–¡ABAJO!–dijo el hombre con la bazuca-.

Un misil salió, por suerte el protector de Jan tenía reflejos rápidos y lo jalo al suelo.

–Debemos ir a esa puerta– dijo el hombre tomando a Jan e iniciando de inmediato la marcha- es la salida de emergencia.

Cuando se acercaban a la puerta Jan vio un enorme agujero en el techo, este atravesaba las cuatro plantas de las que hablaba la mujer. Unas gotas rojas le cayeron en la cara proveniente de los agujeros, nunca había visto tanta sangre.

A solo metros de la entrada otro misil se disparó, este a diferencia del anterior provenía de la máquina. Los hombres parapetados en la salida se transformaron en trozos de carne esparcidos en todas direcciones, la puerta se destruyó y ahora era Jan quien volaba por los aires. Cayó con la espalda al suelo y repleto de sangre, en su mayoría, de los hombres de la entrada, estaba en shock y lo último que vio fue que la maquina se acercaba a él.

–¡NO!– grito la mujer quien era de las pocas que quedaba viva en ese sector– luche demasiado para encontrarlo y no dejare que muera tan fácil– dijo esto mientras se deslizaba por el suelo, le quitaba una AR-15 a un cadáver y le arrojaba una granada–.

Con todos esos movimientos capto la atención de la máquina, pero lo que capto su atención ver como Jan, después de estar inconsciente, se levantaba sin el mayor esfuerzo y el metal en sus muñecas se convirtió en un líquido gris que goteaba por sus manos

Con la cabeza en alto y los brazos levemente alejados de su cuerpo Jan inspiro profundamente y exhaló. Abrió los ojos, bajo la cabeza y lentamente el iris y la esclerótica se tornaron de negro. El robot disparo a la mujer alejándola de la escena y volvió a iniciar el ataque, esta vez contra Jan. Cientos de balas iban en su dirección pero cuando estas tocaban su cuerpo se convertían en polvo.

Jan daba pasos cortos hacia el androide, cada uno de ellos quedando plasmado en el suelo como si fuera de barro. La ropa que llevaba se desvanecía de a poco, nada lo detenía hasta que él lo hizo. Mostró los dientes como si fuera un animal salvaje, un rugido y corrió hacia la maquina a gran velocidad. Dio un gran salto y lo atravesó sin ningún problema aterrizando con todas sus extremidades apoyadas en la cerámica.

La máquina aun disparaba, aunque cada vez menos. Se despedazó y cayó al suelo con un enorme agujero en el centro, por su parte, Jan estaba agitado, sus ojos totalmente negros daban la impresión de que había sido poseído por un espíritu maligno, pero era simple que eso, eran sus instintos los que provocaron que desatara su potencial.

Los ojos de Jan volvían a su forma original dándole un breve momento de lucidez, pero había colapsado, lo único que podía hacer era desmayarse.

Ojos NegrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora