Las bombas comenzaron a estallar, la ciudad se transformaba en escombros. Con la primera la luz se fue, con la segunda los gritos fueron ensordecedores, con la tercera ambos cayeron, heridos por los trozos de concreto que caían como lluvia en invierno. El polvo los encegueció, el ruido los desoriento y las ondas expansivas los separo, estaban perdidos en todo sentido.
-¡Caroline!- dijo Jan con la voz rasposa y jadeando de dolor-, ¡Caroline vuelve!, no me dejes aquí.
Ella no le contesto, trataba de descubrir donde se encontraba debido a que algo duro y pesado le golpeó la cabeza, escuchaba un ruido muy agudo que no le dejaba concentrarse, ni siquiera sentía como la sangre recorría el contorno de su rostro.
Jan estaba desesperado, aunque usara sus habilidades no lograba ver algo en absoluto. Era una capa espesa que apenas si le permitía respirar. La piel de su muslo se había desgarrado al incrustársele todo tipo de cosas, desde vidrio hasta simple cemento, podía caminar, pero no sabía en qué dirección ir. Necesitaba a Caroline.
-¡Regresa de donde quiera que estés!.
Luego de decir esto intento quitarse unos fragmentos de vidrio, pero le fue imposible. Berreó, inclusive unas lágrimas se asomaban por sus ojos, pero Caroline no reaccionaba.
-¡Caroline!- grito tan fuerte que sintió como se le iba la voz.
Ella estaba en el suelo, apoyada en sus extremidades, se sentía adormecida, inmóvil, como si todo esto fuera un sueño. Al escuchar como Jan la llamaba con desconsuelo recobro el sentido, miro a su alrededor tratando de encontrar a Jan, pero solo pudo valerse de su dañada audición para lograrlo, tardo un poco pero llego hasta él. Estaba con la espalda en el piso, su cara al igual que la de ella estaba sucia, pegajosa por la sangre y el sudor, a pesar de todo lucian mejor de lo que esperaban cada uno de otro, ambos sonrieron.
-Cúrame- dijo Jan con los ojos negros, pulverizando los restos en su pierna-.
-No puedo- dijo Caroline mirándolo-, perdí mis fuerzas. Puedo serte de apoyo, pero en este momento ni siquiera puedo sanarme.
-Entonces se mi apoyo.
Jan volvió sus ojos a su estado original, tomo la mano de Caroline y se levantó dificultosamente. Tuvo la sensación de que le clavaban cientos de agujas en el musculo dañado, dio un paso y volvió a caer, pero lo intento de nuevo, logrando mantenerse.
-¿Qué sigue?- dijo Jan agitado-, No creo que seamos de mucha ayuda así.
-Tienes razón, no somos nada, lo único que podemos hacer es esperar a que lleguen los refuerzos.
-No, tiene que haber algo más. Moriremos si seguimos aquí.
Caroline bajo la cabeza, tratando de concentrarse a pesar del desastre en el que se encontraban. Escucho como un avión A-4c surcaba los cielos, a su paso vio como la constelación de la cruz del sur brillaba en lo alto. Miro hacia los cuatro puntos cardinales y concibió un plan que de funcionar, los mantendría a salvo hasta que sus pares llegaran a la Tierra.
-Si no me equivoco- dijo Caroline- Wellington tiene salida al mar por el Este, además, el olor a sal es muy intenso a pesar de la bruma. Podemos encontrar un terreno despejado o nadar mar adentro.
-¿No hay otra opción?
-Me temo que no.
Jan asintió con la cabeza, partieron. Caminaron despacio, a momentos eran sacudidos por los temblores provocados por las bombas, en otras tropezaban con piedras o partes humanas, cuando llegaban al suelo solo se levantaban y seguían su camino sin hablar respecto a que ocasiono su caída. Tardaron bastante en llegar a ver el océano, pero no en una playa, sino que por medio de un embarcadero, a varios metros de ellos.
Estaban a punto de atravesar la calle cuando, de la nada, Caroline observo a través de la niebla a unas personas caminar con normalidad, vestían una armadura negra sin rostro, solo podían ser los atacantes.
De inmediato Caroline se apegó a lo que quedaba de una muralla, Jan no entendía porque, pero al ver un objeto anaranjado impactar en alguien a lo lejos y atravesarlo, entendió.
-No, no, no- dijo Jan frustrado-. Tal vez no se percaten de nuestra presencia.
-Habla más bajo- susurro ella-, ni siquiera vi que había una persona parada allí. Mierda, debo pensar algo pronto- cerró los ojos unos segundos y al abrirlos los tenia verdes-. No se cuanto pueda curarte, pero espero que sea lo suficiente.
-¿Qué pretendes?
-Ellos saben que hay Xekamianos en este planeta- dijo mientras se enfocaba en curar la pierna herida-, pero no tienen certeza de quienes sean. Correrás lo más rápido que puedas al Thajlayano más próximo, yo te seguiré- comenzó a salir sangre de su nariz y le vino una somnolencia que presagiaba un desmayo-, tomaras su arma y la arrojaras atrás tuyo, yo la tomare y repeleré lo mejor que pueda el contraataque.
-Caroline...tengo miedo...miedo de morir- dijo, mientras ella dejaba de usar sus habilidades y el sangrado se detenía-.
-Todos le tememos, pero eso no significa que nos rindamos ante ella.
Las palabras de Caroline le dieron el incentivo que necesitaba. Su pierna seguía dañada, pero ahora podía correr. Tomo un respiro, cambio el color de sus ojos y miro atrás. Caroline lo observaba esperando a que iniciara su carrera, cuando estuvo listo le dio una señal con la cabeza, comenzó a correr.
El soldado más cercano estaba a cinco metros de ellos, no vio venir el puñetazo que le destruyo la cara. Sus compañeros se percataron del asalto, dispararon a Jan sin efecto alguno mientras él tomaba el arma y se la arrojaba a Caroline. Ella por su parte activo sus poderes con el único objetivo de mejorar su vista por un lapsus de tiempo, se percató de que en las articulaciones no contaban con protección, por lo que, con la vista normal, disparo con gran puntería a los Thajlayanos, el plan estaba funcionando.
Jan combatía solo con las manos a los enemigos, jamás había usado un arma y no quería que este fuera ese día, pero al hacer esto dejo al descubierto su condición de extraterrestre.
Uno de los invasores, vestido de gris, activo varias de las pastillas eléctricas, se las disparó a Jan y a pocos milímetros de tener contacto con su piel, le propinaron una fuerte descarga que lo inmovilizo al instante. Caroline trato de ayudarle, pero debido a la gran cantidad de disparos en su contra tuvo que resguardarse en los escombros.
La descarga era tan fuerte que saco a Jan de su estado, lo derribo, sentía como su cuerpo se convulsionaba y no podía hacer nada al respecto, solo veía como el sujeto de gris caminaba tranquilamente hacia él, soltó una lágrima.
Caroline quedo choqueada, no podía creer que había pasado, un disparo, solo uno y la esperanza que tenía desapareció. No había sangre, no había dolor, no había nada a lo que aferrarse, absolutamente nada.
Jan ha muerto.

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Ojos Negros
Ficção CientíficaLa raza humana necesita ayuda, pero para salvarse deberán elegir entre abandonar todo lo que conocen o confiar en una raza que se extinguió... hace 10000 años.