Debía pasar

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Estaba en un teléfono público cuando le llego el dardo, al parecer la suerte si existe, pero no para él.

Lo que le inyecto el dardo consistía en un inhibido de las hormonas adrenalina y cortisol encargadas de que el humano afronte las situaciones de estrés, en el caso de Jan, no podía activar el pequeño órgano en su cabeza capaz de manipular la materia.

Un disparo fue suficiente para salir corriendo del lugar. Otro disparo y la pierna izquierda le ardía. Sangraba incesantemente, pero su vida corría peligro, no tenía tiempo para sufrir. Sentía, por primera vez como sus ojos intentaban cambiar de color, era como si un filtro se pusiera en ellos, pero esto le dificultaba todavía más ya que al no poder completar la acción se producía un desenfoque constante tropezando con insignificancias y perdido el equilibrio de vez en cuando.

Jan se percató de que estaban corriendo en un puente sobre las vías del tren y que este se aproximaba. Salto la barrera y cayó sobre el tren en movimiento. Desde esta posición pudo ver una sombra negra con una pistola 9mm, le volvió a disparar apuntando a la cabeza, pero erro. Jan creyó haber superado esto salvo por un inconveniente, el tren era demasiado largo.

Una canción comenzó mientras el desconocido caía, Tame Impala - Let It Happen, tal vez debía dejar que lo matara y así todo terminaría.

La máquina doblo y ambos estuvieron a punto de salir del techo del tren. Aunque Jan no podía usar sus habilidades a momentos estas se presentaban y este fue uno de esos, con ellas logro que sus dedos atravesaran el metal aferrándose mejor de la cubierta, pero fue algo tan inesperado que su brazo casi se sale de su posición por la fuerza al momento de virar. El otro sujeto aún seguía en la cubierta, al parecer esto no le afecto tanto como a Jan quien intentaba avanzar por los vagones, aunque estos ya se iban acabando.

Jan no podía seguir, el "camino" se acabó y la única opción que tenía era enfrentarlo o lanzarse, si lo enfrentaba pelearía con un brazo esquinzado y una pierna sangrando contra alguien fuerte con un arma, eligió la opción más simple.

No supo cuántas vueltas dio ni cuanta tierra trago, lo importante es que estaba completo, dispuesto a seguir corriendo para encontrar alguien que lo auxiliara. A lo lejos diviso un parque, puede que en un lugar oscuro lleno de árboles no le ayuden, pero al menos tendría donde esconderse y perderlo de una vez. Había que intentarlo.

Otro disparo, perdió parte de la oreja derecha junto con algo de mejilla. Un disparo más, esta vez en la espalda, Jan cayó. Sentía el sabor a sangre y aun así se arrastraba, estaba perdido.

–Creí que jamás vería a uno con ojos negros, hasta que tu apareciste– dijo una voz que se acercaba, Jan la conocía, pero con un dolor punzante y un ruido agudo en su cabeza le era difícil reconocerla–. Date vuelta, quiero dispararte en la cara.

Jan apenas tenía fuerzas. Como el desconocido vio que no tenía la más mínima intención de girar decidió que con la ayuda de sus patadas lo haría.

–Thajlaya te saluda, hijo de Xekam– dijo Owen, apuntando al rostro de Jan–.

La sangre brotaba sin parar, en pocos segundos se vio cubierto de ella, se estaba ahogando pero aún estaba en pie agonizando, los Thajlayanos son resistentes. Una raíz de árbol le atravesó la nuca y salió por la boca de Owen, logro disparar aunque no tuvo éxito. Jan no se explicaba cómo fue que ocurrió, pero cuando levanto levemente la vista lo vio. La oscuridad no era suficiente para ocultar esos ojos, eran de un verde tan fuerte que reflejaban la poca luz del lugar, la diferencia con los de Jan es que aún se veía algo de iris, aunque de un tono blanco.

–Te dejo solo un momento y mira cómo te deja este hijo de puta– dijo Caroline–, desde ahora te tratare como un perro, así no escaparas– Caroline vio que Owen había muerto y retiro la raíz–. Con que así lucen los Thajlayanos, mierda, jamás sabré quien está de nuestra parte.

–Oan'zo.

–No hablo africano niño.

–Oan'zo es mi verdadero nombre– dijo Jan–, me lo está diciendo una voz.

–Feliz cumpleaños 18– dijo Caroline mientras lo tocaba para que se regeneraran sus tejidos–. Te haría una fiesta, pero el calendario de Xekam no cuenta en la tierra.

Ojos NegrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora