–¿Acaso eres estúpido?– dijo la mujer–.
Después de 10 segundos de agonizante dolor eléctrico, Jan sentía un hormigueo por todo cuerpo, la descarga fue tan fuerte que le serró la garganta y su piel jamás fue tan pálida. A pesar de lo anterior, su mente seguía estable, pero sus músculos estaban resentidos, apenas si podía hablar.
–¿Qué?– dijo Jan con la voz rasposa–.
–Además de estúpido, sordo. ¿Acaso tu madre nunca te enseño a no decir mentiras?.
–¿Qué?-Jan no entendía lo que estaba pasando–.
–"¿Que?", ¿es lo único que sabes decir?– dijo ella en tono fuerte y enojado– pon atención pedazo de mierda, no le importas a nadie, si mueres aquí te buscaran por una semana y luego te olvidaran. Jamás aparecerá tu cuerpo y los únicos que te recordaremos seremos nosotros porque no dejabas de gritar cuando agonizabas.
Jan volvió en sí. Las palabras de la mujer calaron hondo en él, no quería creerlo, pero sabía que tenía razón. Basta de juegos.
–Soy Jan Trevor Van Heerden Du Preez–.
–Verdad– dijo el hombre con total atención en el polígrafo-–
–Así me gusta– dijo ella con tono más relajado–, ¿Vives en Pretoria?
–Si.
–¿Tienes 21 años 8 meses y 29 días?.
–Si.
–¿Ojos pardos, piel blanca y cabello negro?.
–Si.
Esta pregunta lo había cabreado mucho, era algo evidente y si algo le molestaba eran las preguntas obvias.
–¿Hijo adoptivo de Frederick van Heerden y Helen du Preez?.
–Qué clase de preguntas son estas– dijo Jan iracundo, si no fuese por las esposas se hubiera levantado–. ¡Mírenme! Soy blanco y ellos son negros, es obvio que soy adoptado. ¡¿Díganme de una puta vez, que quieren de mí?!.
–Eso no te incum...– se detuvo al sentir que alguien golpeaba la puerta.
La mujer salió de su posición para ver quiere era. Un hombre de tamaño común vestido completamente de negro estaba en la entrada, bajo el brazo tenía unos archivos los cuales le entrego cuidadosamente a ella. De no ser por la luz Jan habría visto la cara del hombre, pero lo único que consiguió fue ver un lugar relucientemente blanco a sus espaldas.
–¿Son las pruebas de sangre?- dijo ella–.
–Y la ocular también– dijo un hombre de la entrada.
El hombre analizo brevemente a Jan y se marchó con una sensación de lastima por el muchacho.
–No puedo ver nada. Ten léelas tu– dijo tendiéndole los exámenes al hombre en el detector de mentiras–.
El hombre dio un par de miradas, volteo un par de hojas, las dejo en la mesa, se acomodó en su asiento y hablo.
–Es O negativo, donante universal, además salió positivo en la prueba a la vista.
–Creo que nos veremos durante mucho tiempo hasta descubrir de qué color son tus ojos- lo dijo como un susurro, como si disfrutará lo que estaba ocurriendo–.
Una sirena comenzó a sonar y una luz roja parpadeante sobre el dintel de la puerta indicaba que algo malo ocurría.
–¿Que pasa ahora?– dijo ella extrañada–.
–Es la alarma de ataque– dijo el asombrado–.
–Imposible, estamos a cuatro pisos bajo tierra.
El ruido de cientos de trozos de concreto golpeando todo a su paso y el metal destruido por la explosión supero al de la sirena.

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Ojos Negros
Ciencia FicciónLa raza humana necesita ayuda, pero para salvarse deberán elegir entre abandonar todo lo que conocen o confiar en una raza que se extinguió... hace 10000 años.