CUATRO

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Cinder estaba recostada en el suelo, miraba al gran motor de la Rampion, su red de conductos, que envuelven el módulo de soporte vital. Se había descargado los planos del sistema hacía semanas, los trajo a su visión ciborg, era algo que comúnmente hacía cuando era una mecánica en Nueva Beijing.
Expandió el plano haciendo zoom en el cilindro que estaba sosteniendo en su mano. Estaba escondido cerca de la pared de la sal de máquinas, saltaron las bobinas cundo tiró de el.

"Este debe ser el problema," murmuró, descartando el plano en su visión. Se revolvió debajo del módulo, lo que hizo que el polvo acumulado cayera sobre ella y tuvo que volver a sentarse. Sólo había espacio suficiente para quedar atrapada entre el laberinto de cables y bobinas, tubos y tubos.
Conteniendo el aliento, presionó su oído contra el cilindro. El metal se sentía como el frío hielo contra su piel.

Esperó. Escuchando. Ajustó el volumen de sus sensores de audio.
Lo que escuchó fue la puerta de la sala de máquinas abriéndose. Mirando hacia afuera, vio los pantalones grises de un uniforme militar a la luz amarillenta del pasillo. Podría haber sido cualquiera en la nave -todos vestían los mismos uniformes- pero los brillantes zapatos de vestir negros ...

"¿Hola?" Dijo Kai.
Su corazón dio golpes -en cada momento, su corazón golpeaba fuerte.

"Por aquí."

Kai cerró la puerta y se agachó en el lado opuesto de la habitación, enmarcado entre el revoltijo de pistones y ventiladores giratorios retumbantes. "¿Qué haces?"

"Checando los filtros de oxígeno. Dame un minuto." Volvió a colocar el filtro en en su oído. El sonido era muy leve, como una pequeña piedrita chocando contra el metal. "Aja." pensó.

Sacó una llave de su bolsillo y se puso a aflojar las tuercas a ambos lados del cilindro. Tan pronto como fue liberada, la nave cayó inquietantemente tranquila, como un zumbido que se hizo perceptible sólo después de que se detuvo. Las cejas de Kai dispararon hacia arriba.

Cinder se asomó a las profundidades del cilindro, antes de pegar sus dedos dentro y sacando un filtro complicado. Estaba hecho de pequeños canales y hendiduras, todos alineados con una película delgada de color gris.

"Ahora veo porque los despegues han sido dificultosos."

"No creo que necesites ayuda, ¿o sí?"

"Nop. A menos que quieras conseguirme una escoba."

"¿Una escoba?"

Elevó el filtro y empezó a golpearlo con uno de los tubos de más arriba. Una nube de polvo la rodeó, cubriendo su cabello y brazos. Tosiendo, Cinder cubrió su nariz con el interior de su codo y siguió golpeando el filtro hasta que quedó libre de polvo completamente.

"Una escoba. Muy bien. ¿Puede que haya una en la cocina?...
Quiero decir, en la galera."

Parpadeando por el polvo en sus pestañas, Cinder le sonrió. El comúnmente era tan seguro de sí mismo que en los extraños momentos en los que lo veía nervioso o confundido, se le revolvían las entrañas. Y solía verse más así últimamente. Desde el momento en que despertó abordo de la Rampion, estaba claro que estaba a doce mil kilómetros fuera de su zona de confort, aun así parecía adaptarse bien con el paso de las semanas. Aprendió su terminología, comía la comida enlatada fría sin quejas, había cambiado sus lujoso traje de bodas por el uniforme militar estándar en la nave. Insistió en ayudar en lo que pudiera, incluso trató de cocinar, según el punto de vista de Iko -como era su invitado de la realeza- debían esperar más de él. Thorne se rió y eso hizo sentir a Kai aún más incomodo.

Aunque Cinder no podía imaginárselo abdicando al trono y pasando una vida de viajes espaciales y aventuras, le resultaba adorable verlo tratar de encajar.

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