CATORCE

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Kai esperó a que la cápsula de Thorne fuera un puntito en la distancia antes de sacar el portavisor que Cinder le había dado. Sin un chip de identificación oficial que confirmara su identidad, su enlace al consejero real Konn Torin fue interceptado por el ordenador central de las comunicaciones del palacio. Apareció el rostro de una joven interna.

"Palacio de Nueva Beijing. Como puedo... Dirigir..." Sus ojos se expandieron.

Kai sonrió. "Emperador Kaito, al consejero real Konn Torin por favor."

"S-sí, su majestad, por supuesto, enseguida." Sus mejillas se ruborizaron mientras re dirigía la comunicación. Enseguida su imagen fue reemplazada por la de Torin.

"¡Su majestad! Un segundo, estoy terminando una reunión con el gabinete, ¿está bien?"

"Estoy bien Torin. Listo para regresar a casa."

Escucho una puerta cerrarse. "¿Dónde está? ¿Es seguro? ¿Necesita-"

"Te diré todo cuando regrese. Ahora mismo estoy en nuestra casa de seguridad en la terrazas de Taihang, y estoy solo. Si pudieras alertar a la guardia del palacio-"

"Enseguida su majestad, estaremos allí enseguida."

Torin sugirió mantener el enlace abierto, temiendo que alguien pudiera llegar a Kai antes de que su propio equipo de seguridad lo interceptara. Cinder le había asegurado que ese portavisor era ilocalizable, el enlace no era de comunicación directa y era posible que los lunares estuvieran escuchando. Pero Kai sabía que Luna había perdido sus mejores métodos de vigilancia cuando perdieron a Cress, así que había insistido en que estaba bien, estaría bien, antes de terminar con el enlace.

Necesitaba un momento para pensar antes de que toda la galaxia se saliera de control.

Regresando el portavisor a su cinturón, Kai escaló sobre una de las rocas más altas para mirar por encima del valle. Se sentó colgando las piernas, sorprendido que tan calmado se sentía estando en las terrazas, mesetas que se enroscaban alrededor de las exuberantes montañas, el brillo burlón de un río sinuoso a sus pies.
Podía haber entrado a la casa de seguridad a esperar, pero había buen clima y soplaba una suave brisa con aroma a jazmín, hacía mucho tiempo que no se detenía a admirar el hermoso país en que había nacido.

Después de semanas abordó de la Rampion, con su aire reciclado y agua procesada, estaba encantado de estar en casa.

Y aunque nunca había visitado Luna o sus biodomos llenos de flora y lagos artificiales, empezaba a entender porque Levana podría querer clavar sus garras en la tierra también.

Había pasado poco tiempo cuando Kai empezó a escuchar el sonido de los motores. Mantuvo sus ojos en el horizonte, esperando a ver a parecer las naves. Cuando llegaron, lo hicieron en formación -una docena de naves rodearon la casa, muchos soldados con armas en las manos, un sinnúmero de ellos escaneaban el area en busca de amenazas.

Entrecerrando los ojos contra la luz del sol, Kai se quitó el cabello de la frente, mientras la nave más grande aterrizó no muy lejos de la casa. Agentes uniformados establecieron un perímetro y exploraban las formas de vida cercanas, todos parloteaban en sus auriculares y sostenían sus armas listos para atacar si fuese necesario.

"Su majestad imperial," dijo un hombre de cabellera gris, liderando un equipo de cuatro hombres. "Estamos felices de verlo, señor. ¿Permiso para llevar a cabo una exploración de seguridad?"

Kai le entregó el portavisor a uno de los oficiales, quien lo colocó en una bolsa de evidencia. Alzo sus brazos mientras otro oficial arrastraba un escáner por su cuerpo.

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