INVIERNO

VEINTE

Cinder estaba presionada contra esquina de un armario de almacenamiento, con el corazón latiendo en la oscuridad. Bandas tenues de luz se derramaban a través de las ranuras de la puerta, lo que le permite distinguir los perfiles y ojos brillantes de sus compañeros. Podía oír el roce y golpes conforme la bodega de carga fue descargada bajo sus pies."

Trató de pensar en esto como un regreso a casa. Había nacido aquí -en esta luna- en esta ciudad. Aquí, su nacimiento había sido celebrado. Aquí, debió haberse criado para ser una reina.

Pero sin importar que tanto se esforzara por pensarlo, no se sentía como en casa. Estaba ocultándose en un closet con la posibilidad real de ser asesinada al momento de que alguien la reconociera.

Miró a sus compañeros. Wolf, a su lado, con la mandíbula y cejas tensas, en absoluta concentración. Contra la pared opuesta, Iko estaba agachada con ambas manos sobre sus boca, como si estar callada fuese una tortura.

En el silencio hueco, Cinder podía detectar un zumbido sutil procedente de la androide, su cuello ahora estaba reparado -Kai había traído exactamente lo Cinder necesitaba.

De pie junto a Iko, Thorne tenía un brazo rodeando los hombros de Cress, su otra mano frotaba su mandíbula. Escondida contra él, Cress se veía más pálida de lo normal, su ansiedad era evidente incluso en la oscuridad.

Eran un grupo variado dentro de la ropa monótona que Kai les había traído, incluido un gorro de lana negro para cubrir el pelo azul de Iko y guantes pesados ​​para la mano cyborg de Cinder. Ponerselos le traía una serie de recuerdos. Hubo un tiempo en el que llevaba guantes a todas partes, cuando ella había estado tan avergonzada de ser cyborg que se negaba a dejar mostrar sus prótesis Ella no podía recordar cuándo eso había cambiado, pero ahora los guantes se sentían como una mentira.

Un brillo azul hizo que su atención volviera a Cress, quien estaba poniendo un diagrama del puerto real de Artemisia en su portavisor. "Estamos en buena posición," susurró ella, mostrándoles la pantalla. Había tres salidas del puerto- una dirigía al palacio arriba de ellos, otra conectaba a los muelles públicos para naves espaciales de la ciudad, y estaba el que bajaba a los túneles subterráneos, ese era su destino. Cinder había estudiado el sistema tantas veces que podría haberlo memorizado incluso si no tuviera el mapa descargado en su cerebro -interfaz- para ella, el sistema parecería una tela araña y la capital Artemisia era la araña.

Cress tenía razón. Los pilotos habían estacionado l,a ve cerca de la salida que los llevaría a los túneles. Era lo mejor que podían esperar.

Sí no podía negar lo tentada que estaba a abandonar el plan, olvidar la paciencia, y tratar de terminar esto aquí y ahora. Estaba en el escalón de Levana. Ella estaba tan cerca. Su cuerpo estaba apretado, lista para lanzar un ataque al palacio- un ejército de una persona.

Miró a Wolf. Sus flexionaba sus puños, adentro, afuera. Había homicidio en sus ojos. El atacaría el palacio con ella, lo sabía, con la esperanza de que Scarlet estuviera allí. Pero ni siquiera sabían si Scarlet seguía con vida.

Pero era la desesperación lo que la incitaba, no la confianza. Aunque lograra pasar la seguridad de Levana y arreglárselas para matarla, ella terminaría muerta también. Entonces algún otro lunar tomaría el trono y Luna podría no ser mejor de lo que había sido antes.

Sofocó la tentación. Esto no se trataba de asesinar a Levana. Esto se trataba de darles a los ciudadanos de Luna una voz y de asegurarse de que fueran oídos.

Trató de distraerse repasando el plan en su cabeza, otra vez. Esta era la parte más peligrosa, pero esperaba que Levana y su equipo de seguridad estuvieran tan ocupados con la llegada de los invitados terrestres que no notarían a un puñado de trabajadores portuarios saliendo del puerto real. Su meta era llegar al sector RM-9 donde esperaban encontrar a los padres de Wolf, quienes les ofrecerían refugio temporal hasta que iniciara la siguiente fase de su plan -informar a la gente de Luna que su verdadera reina había regresado.