CINCO

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Scarlet presionó su cuerpo contra las barras de acero, tratando de alcanzar una rama fuera de su jaula. Cerca -Tan cerca. Su mejilla llegó a las barras. Tocó una hoja, sintió la corteza -¡Sí!

Sus dedos se aferraron a la rama y tiró de ella colgándose hacia atrás. Pasó su otro brazo entre las barras, cortó tres ramitas, y la soltó. La rama ondeo lanzando una extraña clase de nueces sobre su cabeza.

Scarlet se estremeció y espero hasta que el árbol dejara de agitarse, sacudió el gorro de su capucha roja de las nueces que la habían atacado. Parecían avellanas. Si pudiera encontrar la forma de abrirlas le servirían de bocadillo después.

Un sonido la trajo de vuelta a su realidad. Miro por el pasillo hacia el espacio del lobo blanco, estaba de pie rascando su oreja con la pata trasera.

Scarlet había pasado tiempo deseando que Ryu pudiera saltar sobre su cercado. Era bastante bajo, debería ser perfectamente capaz de pasar sobre el. Así Scarlet podría acariciar su pelaje y rascar sus orejas. Tener un poco de contacto sería un verdadero lujo. Estaba acostumbrada a lidiar con animales en la granja -hasta que llegaba el momento de sacrificarlos y convertirlos en un delicioso ragú- pero nunca antes había pensado en cuanto apreciaba su simple afecto hasta que ella misma se vio reducida a un animal de compañía.

Desafortunadamente, Ryu no escaparía de su confinamiento más pronto de lo que Scarlet lo haría. De acuerdo con la princesa Winter, él tenía un microchip instalado entre sus paletas que le daría una dolorosa descarga si trataba de saltar sobre el cercado. Esa pobre criatura había aprendido a aceptar su hábitat hace mucho tiempo.

Scarlet se preguntaba si algún día aceptaría el suyo.

"Esto es todo," dijo ella, agarrando su duramente ganado tesoro: tres pequeñas ramitas y una rama astillada. Ella los levantó para que el lobo las viera. Él ladró e hizo un baile entusiasta a lo largo de la muralla. "No puedo llegar a más. Tienes que tomar su tiempo con ellos."

Las orejas de Ryu se crisparon.
Se pudo de rodillas, era todo lo que le permitía su jaula, se agarro a una barra en lo alto, apuntó con el pequeño palo y lo lanzó.

Ryu lo siguió y alcanzó a atraparlo en el aire. En cuestión de segundos, lo llevó hasta su pila de palitos. Encantado, se sentó en cuclillas, con la lengua de fuera.

"Buen trabajo, Ryu. Buen juego de restricción." Suspirando, Scarlet tomó el otro palito.

Ryu acababa de parase cuando oyó el sonido de pisadas por el camino. Scarlet se sentó sobre sus talones, al instante se tensó, pero se sintió aliviada cuando vio un vestido de color crema que fluye entre los tallos de flores exóticas y vides caídos. La princesa redondea la esquina de la ruta, un momento después, con una cesta en la mano.

"Hola, amigos," dijo la princesa Winter.

Ryu dejó su nuevo palito en la cima de la pila, y se sentó con el pecho en alto como si estuviera demostrándole su respeto.

Scarlet frunció el ceño. "Inspira."

Winter miró en dirección a Scarlet. Un espiral de cabello negro calló sobre su mejilla, ocultando sus cicatrices.

"¿Que me trajiste hoy?" Preguntó Scarlet. "¿Desilusionantes murmullos con un toque de locura? ¿O es este uno de tus días buenos? "

La princesa sonrió y se sentó frente a la jaula de Scarlet, sin importarle que el piso de tierra ensuciara su vestido. "Este es uno de mis mejores días." Dijo ella colocando la canasta en su regazo, "te tengo un regalo, acompañado de un par de noticias."

"Oh, oh, no me digas. ¿Me moverán a una jaula más grande? Oh, por favor dime que está si tendrá instalación de plomería. ¿Y alguno de esos lindos auto alimentadores que tienen los pájaros?"

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