15/30. Complejos ☆

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Si les preguntarán a los hombres que piensan de lo que implica ser mujer, muchos argumentarian que A, las mujeres no saben lo que quieren, B se hacen problema por nimiedades, C se dejan controlar por el estrógeno, y D todas son iguales. De seguro faltarán mencionar un par de argumentos más.

¿Quieren saber la verdad?. Pues bien, A- tenemos muy en claro lo que queremos; el tema es que al idealizarlo todo es difícil encontrar en la realidad el deseado y preponderado ideal. Frustrante, ¿no?. Con respecto a B- no nos ponemos locas por nimiedades, nos desquiciamos porque se le resta importancia a lo verdaderamente importante; hasta las cosas mas simples merecen tratarse como si de lo mas importante se tratara. Minimizar las cosas solo empeora los conflictos.

C- ¿¡Que nos dejamos controlar por el estrógeno!?. ¿¡Que nos dejamos controlar por el estrógeno!?. Somos seres emocionales y que los hombres suelan reprimirlo detrás de conceptos vacíos y misóginos no significa que seamos las Nazis hormonales.

Y por últimoy no menos importante, nos resta D. ¿Qué somos todas iguales?. ¿Espero que no lo digan en un mal sentido?. Después de todo, todos somos el fruto resultante de lo aprendido y hay vivencias que no tienen comparación. ¿Pero quieren saber en que si somos iguales?, los complejos; lisa y llanamente. Que mi cabello tiene mucho friz, que mi piernas son demasiado gordas, que mi caderas son demasiado anchas, que mi busto no es lo suficientemente voluptuoso, que mi nariz no es lo suficientemente respigada, que mis dientes son chuecos y así, por lo siglos de los siglos. Somos un manojo de inseguridades y complejos, pero también somos grandes profesionales, somos listas y graciosas, somos generosas y también recorosas, somos la calma y la tempestad, pero lo que verdaderamente importa de nosotras - sin importar que tantos complejos poseamos -, es que nuestra personalidad, nuestra esencia no conoce de medidas estéticas, ni de prototipos, y eso no se compara con nada, porque el día que dejé éste mundo, nadie me recordará por mi ropa, mi físico, y pertenencias; me recordarán por lo que habitaba en mi interior, por las risas, por el llanto, por la vida en si misma y quién fui.

...

La silueta que el espejo me regresa no es ni de cerca, la misma que me había regresado el día que descubrí el tatuaje en mi parte posterior. Ésta era todo lo contrario. La dieta de la selva - la de comer como un animal - había hecho estragos en mi vida. Todas las calorías habían seguido camino desde mis caderas a mis muslos, sin pena ni gloria .

- ¡Maldición! ¡Maldición! - exclamé mientras apretujaba el exceso de piel de mis entre piernas. Por los lados de mis caderas también sobresalian los kilitos de más. Adopté entre posturas de perfil y de frente, frente al espejo.

Ésta  era la situación: estaba en ropa interior a punto de probarme un vestido, cuando note que este no me entraba y que, entre tanto forcejear, la costura lateral se había rasgado.
Corrí directamente a la balanza y henos aquí, que tenía más kilos de más, de los que en verdad creía.

Se suponía que para la cena con la familia de Kenneth, contaba con el vestido ideal. Por suerte, Kenneth había llevado el auto a lavar así que, aquello me daba tiempo de ventaja para buscar otro en el que caber. Uno color verde esmeralda, con breteles anchos y busto plisado , había sido el ganador.

Tomo unas pantis negras, las cuales logran armonizar en gran medida mi figura, y decido que esa es la solución para aplacar el mal humor. Sonrio  a mi figura en el espejo.

- De acuerdo - digo tranquilizandome - Tú y yo, ya hemos pasado por esto mucho antes . Eres bonita igual. - agrego como cumplido procurando mantener en alto el autoestima.

Deslizo con sumo cuidado el verde vestido sobre mi cuerpo, conteniendo aire cuando es necesario y lo soltandoló cuando ya no lo es.

Ahora bien, la prueba de fuego, era la del cierre en mi espalda.
Estiro mis dedos para subirlo, pero éste se queda atorado a mitad de camino. Forcejeo hacía  arriba, luego hacia abajo, arqueo la espalda , alterno de una mano a la otra, tiro del vestido, hago contorsionismo y no consigo deslizarlo ni un minúsculo milímetro.

- ¿Que estás  haciendo? - irrumpe Kenneth en la habitación, cuando estoy a punto de probar la opción del cepillo de la ducha.

- Ahm ... yo ... ¿puedes ayudarme? - digo señalando el cierre y poniéndome de frente al espejo con cabeza gacha. Me sentía avergonzada. A él, sin embargo, parecía no importarle. El pobre tenía el rostro morado por el inconveniente de la noche anterior.

Después de forcejear un poco, Kenneth salió victorioso y deslizó el cierre hacia arriba.

- ¿Que sucede? - preguntó apoyando ambas manos en los hombros.

- He subido cinco kilos, descubrí que tengo celulitis y unas protuberancias saliéndose por mis caderas - exclamé como una niñita melodramatica, a lo que Kenneth me envolvió por la cintura.

Levanté mi vista hacia el espejo notando la mirada tierna y comprensiva de Kenneth.

- ¿Y eso te tiene mal? - preguntó casi divertido.

- ¿Te estás  burlando de mí?- dije en la misma caprichosa postura - ¡Hablo en serio!- refunfuñe.

- Yo también.- sonrió -. Nunca voy a comprender esa obsesión de las mujeres con su cuerpo. - dijo dándome la vuelta y poniéndome de frente hacia el - Te amo con tu celulitis, tus rollitos y te seguiría amando aunque te saliera un tercer ojo- dijo sonriendo. Sonreí. Tenía razón, siempre la tiene.

Después de aquella charla, me di un último vistazo al espejo y me sentí más a gusto conmigo misma. Obviamente, no descartaba la idea de comenzar el gimnasio la semana entrante, pero si estaba consiente de algo más. Complejos tengo y los seguiré teniendo. Kilos más o kilos menos también, pero me doy cuenta de que siempre perdemos tiempo en superficialidades que nos bajan el autoestima, sin detenernos a reparar en las cosas que nos hacen bellos, ya sea una actitud, una acción, o simplemente la belleza de quienes nos rodean, y que irradian en nosotros. ¿Que si hay cosas que mejorar?, siempre, pero el trabajo en nosotros mismos siempre debería de ser del adentro hacia afuera, y no únicamente el afuera y san se acabó. Después de todo, es más que injusto que nuestro amor propio se vea limitado por cómo nos vemos ante un espejo y ni que hablar de la balanza.

¿Y saben que? Si a Kenneth no le importa, me queda más que claro que nunca fue el idiota superficial que siempre creí.
Me queda más que claro, que muchas veces, delegamos nuestras inseguridades y complejos a los demás, como falencias de los otros y estoy más que segura, que la severidad con las que nos tratamos a nosotros mismos, nunca se va a comparar, con la que otros puedan inflingirnos.

Y, para cerrar, como bien dijo un buen sabio " Así como te ven, te tratan, y si te ven mal, te maltratan".

...

Otro más salido del horno. Me detuve en libros, opiniones y críticas (bastante entretenidas) que abordarán sobre que lo que vende es el cliché, particularmente, esta no es una historia fantasiosa, pero si es una historia escrita desde el compromiso, y desde ya, agradezco que quienes hayan elegido leerme, tomen algo positivo de esto , que procuro hacer con todo el amor que cabe en mis caderas (jaja).

Besitos y amansen incondicionalmente todos los días, ni por ser más altos o más llenitos o en la categoría en la que se encuentren, simplemente, amensen como son, sólo porque sí ; )

Treinta Veces No Debo Desear [ Finalizada ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora