26/30. Temores☆

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Kenneth yace dormido boca abajo con sus cabellos revueltos y  semblante tierno.

Una semana. Eso era todo lo que teníamos.

Me levanto, y así como Dios me trajo al mundo corro hacia el baño, no sin antes tropezar con el disfraz de Moulin Rouge, que tanto había asombrado a Kenneth por su bienvenida.

Estaba inmersa en mis pensamientos, cuando la cortina de la ducha se abrió.

- ¿Hay sitio, para uno mas?-pregunta Kenneth somnoliento.

Recuerdo que la primera ocasión que se atrevió a eso mismo, y lo fulminé con la mirada y una actitud totalmente a la defensiva.

Él  se pega contra mi espalda descansando su mentón sobre mi hombro.

- ¿En que piensas? - pregunta camuflado entre el sonido del agua cayendo sobre nuestros cuerpos.

- En ti, en mi, en todo...- suspiro - En que las cosas pudieron haber sido diferentes desde un principio...

- ¿Diferentes como?- musitó.

- No lo sé, quizás, sino hubiera sido tan orgullosa. Quizás, si hubiera tenido en cuenta desde un principio tus sentimientos ... quizás si no hubieras sido tan patan después...

- ¡Hey! ¡Hey! ¿A que viene eso?-pregunta - Sé  que no he sido un santo y que salir con una mujer diferente cada semana, en el pasado, solo para llamar tu atención no fue precisamente mi mejor estrategia.

- Ninguna estrategia es ciento por ciento mala o buena. - reflexiono girandome de frente hacia él. Las gotas caen a lo largo de su rostro, llenándolo de un aire seductor. - No te estoy recriminando nada,yo solo ... quisiera saber ... - dije casi imperceptiblemente - Quisiera saber si ... si mañana o en una semana, todo volviera a la normalidad ...

- ¡Un momento!. ¿Esto tiene que ver con la gitana?- pregunta frunciendo el ceño. Asiento - Zoe, ya hemos hablado al respecto. Tu no vas a ir a ningún sitio. Yo no voy a ir a ningún otro ...

- Si, pero - Kenneth deposita su dedo índice sobre mis labios para que lo deje continuar.

- Si, pero nada. Te amo Zoe, lo he hecho todos estos años y ninguna fantasía o conjuro va a cambiar todo eso. ¿Queda claro? - pregunta. Asiento.

Me hubiera gustado - y Dios sabe que es así - convencerme a mi misma de que las palabras de Kenneth de que esto era real y que nunca se iba a acabar era tan cierto, como que el aceite es mas liviano que el agua. Pero a pesar de que todo lo que viví - en cierto modo fue real -, no era real el hecho de que para la semana siguiente, todo seria mas que un simple recuerdo.

...

- ¿Lista?- pregunto a la joven ganadora del concurso de talento.

Yanina es un joven de cabellos oscuros y enormes ojos cafés. Es de por si una chica de sonrisa fácil y una mente privilegiadamente creativa que ganó  el concurso "Grandes Talentos Juveniles".

- ¿Y que si digo algo que no debo? O .. ¡No lo sé! - dijo agitando su cabeza de un lado a otro.

La miro como de seguro mi madre me mira cada vez que preciso de algún consejo y simplemente la ánimo a confiar en su instinto.

- Nada podría salir mal - digo transmitiéndole todo mi optimismo - Si llegaste hasta aquí fue por algo. No tendrás de aquí en mas nada que no te merezcas, nada que no te hayas ganado. Así que toma aire, exhala y marchemos hacia el auditorio. Tú público te espera.

La mirada de la chica, se torna de preocupada a una mas confiada en cuestión de segundos.

No importa que tan altas o bajas, que tan morenas o rubias, que tan robustas o delgadas, seamos; todas, absolutamente todas, somos prisioneras de nuestras inseguridades. De los conflictos que se desatan a diario en nuestro interior por creer que no somos lo suficientemente buenas para algo o para alguien. ¿Y saben qué?, eso no lo aprendí de la noche a la mañana, ni de pronto me levanté un dia y me dije que ya tenia resuelto, todo el examen de preguntas universales, simplemente me levanté un día con una vida ajena a la que tenía, y aprendí durante todas esas semanas, todo aquello que no había estado dispuesta a aprender, ya fuera por miedo o por puras banalidades que nos distraen del verdadero fin.

La puerta del auditorio se abre, Yanina entra por detrás de mí. Luego yo realizo la presentación de su libro frente a el público y la observo como poco a poco va desinhibiéndose frente a la multitud, riendo, interactuando y regresándome de cuando en cuando, alguna mirada o sonrisa cargada de gratitud.

Hoy aprendí -porque sigo aprendiendo - que todos, absolutamente todos, estamos destinados a brillar, a ser reconocidos, a escalar una montaña y maravillarnos al llegar a la meta, a escribir un libro, a plantar un árbol, a estar inevitablemente condenados al fracaso como a el éxito. Pero, si no escalamos cada paso hacia la meta nunca sabremos de todo aquello que nos estaremos perdiendo.

Treinta Veces No Debo Desear [ Finalizada ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora