Me giro y al ver quién hay tras de mí, me quedo paralizada.
- Tú… -consigo susurrar.
- Lucy… -dice acercándose a mí. Yo me alejo de él a la par que él se acerca a mí- Verás, necesito hablar contigo. Es importante lo que te tengo que decir –me dice.
Yo poso mi mirada en sus ojos. Un gran error, pues sus ojos verdes consiguen hipnotizarme, dejándome sin aliento.
- Creo que ha sido mala idea venir –digo girándome y, con toda mi fuerza de voluntad, arranco a andar en dirección opuesta a ese chico. Sin embargo, una mano me retiene. Me aprisiona la muñeca y me tira suavemente hacia atrás.
- No, Lucy, no te vayas, por favor –dice el chico, aún agarrándome- Mírame, Lucy –dice en voz baja. Yo cierro los ojos un instante. ¿Qué haces, Lucy? No te quedes aquí. Vete. Ignorando a mi propia lógica, me giro a mirar de nuevo al chico de ojos verdes.
- Está bien. Te… te escucho –digo evitando su mirada.
- Sería mejor si me mirases… -insiste él. Yo suspiro y, finalmente vuelvo a posar mis ojos en los del chico.
- Gracias. Bueno… la verdad es que… esto no es nada fácil de decir… Creo que sería mejor si nos sentamos… ¿Vamos a ese banco? –dice apartando un instante la mirada de mí para dirigirla hacia un banco que hay libre, a varios metros de nosotros, para después volver a posarla de mí. Yo asiento y en silencio, comenzamos a andar hacia él- Lo primero… ¿sabes mi nombre? –me pregunta una vez nos hemos sentado.
Estoy alejada a una prudente distancia de él, a pesar de que algo en mi interior me está gritando para ir hacia él. Guardo unos instantes en silencio.
- Tu… tu nombre es Harry, ¿no? Te vi en el hospital. Estuviste en coma… –él asiente con la cabeza.
- Sí. Pero… no… ¿no sabes quién soy, verdad? –yo niego con la cabeza. Su gesto se tuerce. Posa un instante su mirada en el suelo y coge aire- Esto es muy difícil… Lo peor de todo es… Es tenerte a centímetros de mí y no poder abrazarte. No poder sentir tu calor. Lucy… yo… he pasado por un infierno. Un infierno en el que tú eras la luz que necesitaba. Tú eres la razón por la que estoy aquí. Sin ti, yo no existiría… -entonces dirige su mirada hacia mí y suspira- Estás tan preciosa como siempre. Tal vez incluso más… Yo… no puedo vivir sin ti. Sencillamente no puedo… -niega con la cabeza y se acerca a mí. Acerca su mano a mí, para acariciarme. Yo aparto mi cara de él.
- No… no sé a qué viene todo esto. Esto no tiene gracia –digo entre susurros. Intento levantarme, pero de nuevo, Harry me detiene.
- Lucy, no. Te lo suplico. Te contaré todo. Absolutamente todo. Pero, por favor, no te vayas –dice sujetando firmemente mi muñeca.
Su voz parece desgarrada. Parece tan dolido… Vuelvo a sentarme en el banco y le miro. De nuevo sus ojos se clavan en mí y me regala una levísima sonrisa. Una sonrisa que no llega a reflejarse en su mirada, que está llena de dolor.
- Está bien. Empecemos por el principio. ¿De qué te conozco? ¿Por… por qué me has dicho todo esto? –pregunto lentamente, con miedo. Algo en mi interior me dice que realmente no quiero saber la respuesta a esas preguntas.
- Lucy… Eres… -él vuelve a suspirar- eres mi novia –yo me quedo sin aliento- Tú hermano me dijo que tras el accidente que sufrimos, perdiste la… -yo le interrumpo.
- ¿Cómo que el accidente que sufrimos? ¿Sufrimos? ¿Juntos? A mí me atropellaron… -niego con la cabeza- No. A mi me atropellaron. ¿Acaso fuiste tú quién lo hizo? -Harry me detiene.
