Observo a Liam moverse por la cocina preparando el desayuno mientras estoy sumergida en mis pensamientos. Apenas logré dormir por culpa de ellos y mi dolor de cabeza no es que me ayude a pensar con claridad.
- ¿Seguro que estás bien, Lucy? No tienes buena cara... -me dice Liam mirándome. Después continúa preparando el desayuno.
- ¿Significa eso que me veo fea? -digo haciendo una mueca de disgusto.
- No. No quería decir eso... Yo... -yo estallo en carcajadas.
- Ya lo sé. Solo quería hacerte sentir mal... -digo aún riéndome. Él me fulmina con la mirada.
- Eres cruel -yo asiento.
- Y tú demasiado bueno -respondo sacándole la lengua. Él niega con la cabeza.
- Bueno, no esquives mi pregunta -dice tras unos instantes en silencio.
- No. Sólo estoy pensando. Ya sabes... Tengo demasiado en lo que pensar...
- Lucy, no te tortures...
- No lo hago. Solo que... -me encojo de hombros.
- Vale, indirecta pillada. Seguiré con el desayuno. ¿Quieres ser buena chica y poner la mesa, por favor? -dice guiñándome un ojo- ¡El desayuno estará en cinco minutos! -de nuevo una de sus sonrisas me hace sonreír a mí.
Comienzo a moverme por la cocina poniendo lo necesario para el desayuno y después me siento en la mesa. Nada más sentarme, aparece Liam con dos platos. Me deja uno a mí y otro lo deja en el lugar de enfrente. Comenzamos a desayunar.
- Eres buen cocinero de tortitas -digo después de probarlas. Él sonríe.
- Soy el mejor haciendo tortitas, reconócelo -yo niego con la cabeza. De repente un fuerte pinchazo de cabeza me sacude. Cierro los ojos debido a la gran magnitud del dolor.
De repente no me encuentro en la cocina con Liam. Estoy en una casa desconocida. Yo estoy sentada en la encimera de la cocina y frente a mí está Harry.
- ¿A que están buenas mis tortitas? -me pregunta él acercándome un tenedor a la boca. Yo la abro y pruebo una tierna y caliente masa. El sabor inconfundible de las tortitas con chocolate inunda mi boca. Una risa se me escapa mientras niego con al cabeza.
- Están deliciosas. La pena es que no las has hecho tú, mentiroso -digo tras masticar la comida. Poso mi frente sobre la suya- ¡Las hice yo! -le digo entre beso y beso. Él me acaricia el brazo y una extraña descarga de agradable calor recorre cada zona que él toca.
- Bueno, yo las saqué del fuego... -me dice con una bonita sonrisa torcida hacia el lado izquierdo- Eso me da cierto derecho a decir que las hice yo...
- Así que el hecho de que yo haya hecho la mezcla y las haya hecho yo hasta que llegase el momento de decirte que las sacaras del fuego... ¿no me da derecho a decir que son mías? -digo rodeando su cuello con mis brazos y jugando con su rizado pelo.
- Bueno, te ofrezco un trato -me susurra al oído. Después aparta un mechón de pelo de mi cuello y me deja un recorrido de besos por él, hasta mi hombro- Son las tortitas de los dos -dice sonriendo poniendo cara de chico inocente.
- Eres un tramposo... -digo negando con la cabeza. Él se ríe y me abraza.
- Y tú una enfadica -yo me intento hacer la dura, ocultando una sonrisa. Acerco mi cara a él y le doy un beso.
- Pero soy tu enfadica -digo recalcando la palabra "tu".
Abro los ojos, confusa. Liam está a mi lado, mirándome preocupado.