- ¡Brindo por Yaco! - dijo Nicola, entre risas y levantó la Heineken vacía. - por que es un completo imbécil al que... - lo miró. Las risas se hicieron más grandes. - al que quiero. - varios silbidos se escucharon desde atrás, tal vez de Facundo o Diego. - sí, joder ¿cuál es el problema con eso? Eres un tío de puta madre.
- ¿Te has puesto sentimental? - le preguntó Yaco....
- Hoy cumples veinticuatro, cualquiera se pondría así al ver que ya eres anciano... - Nicola le golpeó el hombro. - y que pronto no podrás follar. - se rio.
Yaco lo miró mal.- Yo también quiero brindar. - exclamó Facundo, levantó su lata llena de Heineken. Hugo, Nicola, Yaco y Diegose voltearon a mirarlo. - bueno, por todo... por lo que dijo Nicola, que no podrás follar... - todos rieron. - por ser... oh joder, ya sabes eso que dicen... - hizo unas comillas con los dedos. - "por ser tú" y por ser el hijo de puta más increíble del mundo. - y lo abrazó. Yaco le correspondió el abrazo y se rieron entre los cinco.
Natalie abrió de pronto la puerta de la casa de Nicola, entrando a ella, traía un bonito pastel en sus manos, lo puso sobre la mesa y su piel se erizó poco después al sentir las manos de Yaco abrazarle la cintura, no había nada que le hiciera más feliz que tenerlo a su lado.
- Yo... - empezó Alex. - iba a traerte personalmente a unas buenas amigas, ya sabes... son veinticuatro años y... - Natalie le golpeó el hombro. Nicola soltó una risa, al igual que los demás. - pero pensé que a Natalie no le gustaría.
- Idiota. - le dijo Natalie.
- Que linda.
- Vale, yaya... ¿mi auto tiene combustible? - preguntó Nicola, pues Yaco había sido el último en usarlo.
- Sí. - contestó él. - ¿irás a recoger a...
Yaco le sonrió, Nicola asintió sonriendo también, jugueteó con las llaves de su auto.- Iré por Sofi y regreso. - les dijo, los demás se quedaron sorprendidos al observar esa actitud en él, hace mucho...mucho que no actuaba así por una mujer... Natalie subió la mirada hacia Yaco, este no pareció notarlo. Nicola salió de su propia casa, cerrando la puerta.
Y mientras los otros se dedicaron a repartir el pequeño pastel que Natalie había traído, Yaco susurró algo en el oído de Natalie...
- ¿Ya se lo has dicho? - le preguntó, Natalie negó con la cabeza y la verdad... no sabría en que momento decírselo. Cómo decírselo y sobre todo... de qué forma reaccionaría él.
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