Nicola intentó ponerse de pie de inmediato, Angie lo jaló de las manos antes de que este pudiera irse, lo miró ardía en ira. Lo único que deseaba en ese momento era encontrar a esos dos hombres que habían adormecido a su novia, nadie...nadie en el mundo jugaba con ella de esa manera, nadie... y si esos dos hijos de puta no se había enterado, pronto lo harían.
- ¡Nicola! – lo llamó ella, el se volvió a mirarla. - ¡por favor, mírame! Me has prometido que no harías nada... - le dijo desesperada, hizo que volviera a acostarse sobre ella.
- No te he prometido nada. – le dijo él, sus músculos se tensaron al igual que su mandíbula, era otro, era el antiguo Nicola, aquel que solo despertaba cuando alguien tocaba lo más preciado que tenía. Apartó la mirada.
- Mírame...por favor... - Angie le acarició el rostro. – por favor, te necesito... quiero que estés conmigo...
- Mira como estás... - susurró él. Apunto de salirse de control de nuevo. – joder, te conozco Angie , tienes miedo...
- Estoy bien, mi amor. – lo besó en la boca. – estoy bien, no me ha pasado nada.
- Suéltame. – ahora fue él quién le rogó que lo hiciera.
- ¿Para qué? ¿para que vallas y armes un lío por todo esto?
- Esto no va a quedarse así...
- Olvídalo por favor... - le rogó Angie. Nicola apretó los labios. Es que ella no tenía ni un pequeñísima idea de como se sentía en ese instante, le rodeó el rostro con sus manos, besándole la frente. Ella le abrazó la espalda, esta vez lloraba más fuerte. Ya no tenía miedo por ella, por lo que hayan intentado hacer o hayan hecho. Si no por él porque lo conocía. Porque sabía que podía ser muy peligroso cuando se lo proponía.
- Perdóname... – susurró Nicola, estampando de nuevo sus labios sobre la frente de ella. Acarició su cabello, colocando el cuerpo de Angie sobre el suyo ahora. Enredaron sus piernas. – quiero que lo olvides ¿sí? nadie...nadie va a volver a hacerte esto jamás.
- Prométeme que no harás nada...
- Angie ... – protestó él.
- Por favor. Por mí.
Él se quedó callado, lo único que buscaba en ese momento era que ella se durmiera sobre sus brazos, que lo olvidara todo absolutamente. Él no tenía nada que perdonarle. Simplemente las cosas se habían complicado más y más cada vez...
- Te amo. – susurró. – y estoy aquí para protegerte. – apretó los pómulos.
Angie respiró en su cuello, sintió que esta vez estaba más tranquila. Necesitaba sentirla así... como antes...aunque sabía que no lograría tan fácilmente y aunque lo hiciera... él no se olvidaría de lo que habían hecho con su novia.
¿Querían jugar? Ahora se enterarían como se debía jugar.
- ¿Sabes? – murmuró Angie, una voz pequeña que sobresalió de ambos cuerpos. – no sé por qué... pero he visto a Andrew en aquella fiesta...