Nicola la cogió del brazo, el frágil cuerpo de Kendall quedó cerca de él. Sin fuerzas. Sin siquiera poder defenderse en ese momento. Y a él... a Nicola lo único que se le ocurrió hacer en ese momento fue besarla, un beso pequeño, que luego se convirtió en algo más grande...y más. Sentía que de alguna forma debía agradecerle por todo lo que había hecho por él. Sabía que Kendall no se merecía nada de esto, era única y merecía a alguien que la quisiera por completo. No alguien que tuviera en la mente a otra mujer.
- Perdón. – se disculpó él.
Ella se le separó, respiró hondo, mientras se limpiaba las lágrimas, algunas risas se escucharon en las afuera de la casa. Una cerradura y la puerta se abrió, Angie y Natalie entraron, Natalie dejó de reír el mismo instante en el que vio a Kendall, Angie también la miró y Kendall hizo lo mismo cruzando miradas por primera vez.
- Me tengo que ir. – dijo ella, tímida, por primera vez había visto a Angie, ni siquiera por foto la había visto antes y era preciosa. Sí, mucho tan solo con mirarla había comprendido por que Nicola se había enamorado de ella. Era bonita y sutil y eso...eso solo le molestaba más. Sin decir más, salió de la casa de Nicola y es que no tenía que decir ni hacer nada más por ahora, todo estaba hecho, y él le había roto el corazón en pedacitos infinitos.
Natalie cerró la puerta de la casa después de verla salir, mientras Nicola intentaba cambiar de rostro al ver a Angie mirarlo dudosa.
- Saliste temprano... - le dijo ella, dejando las bolsas de ropa en una de las butacas de la mesa. - ¿Quién era ella?
Nicola se quedó callado, miró a Natalie con una sonrisa a medias. Indicándole que tal vez... no era un buen momento para que ella estuviera ahí...necesitaba hablar con Angie a solas de todo esto.
- Bueno yo... iré a ver como me queda esto... - Natalie les sonrió a los dos. Cogió sus bolsas de ropa y se las llevó a la habitación en la que dormía con Yaco.
Fue en ese momento donde se volvió a hacer un silencio largo, pero esta vez entre los dos solos. Entre Nicola y Angie. Se escuchaba solamente la respiración de él, de pronto colocó sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón y se apoyó sobre la mesa.
- Se llama Kendall. – le dijo él. – es de quién te hablé... - Nicola soltó un respiro, se sentía pésimo por todo esto, como un idiota sin arreglo. Eso y más, había cagado todo con Kendall. Bajó la cabeza. Joder, Angie lo miró enternecida. – yo... es que...
- Nicola... - Angie colocó sus finas manos sobre su rostro, subiendo su mirada hacia ella. Chocaron miradas por un largo tiempo. Era el momento más sublime de toda la vida. El mejor, Nicola sintió que podría besarla en cualquier momento, así no fuera el indicado – cuéntamelo todo, ¿sí? no importa que haya pasado, solo hazlo... quiero que te sientas mejor... que te desahogues.
- Es que...
- Nada. - Angie lo miró seria. – cuéntame, vamos. Soy yo, Angie, tu novia...