Angie apretó el móvil entre sus manos, agitada pero no lo daba a notar, soltó un suspiro. Sus cuatro mejores amigas habían desaparecido en lo que iba la noche y si el instinto no le fallaba...ella podría ser la siguiente en desaparecer.
- ¿Quién eres? - preguntó al teléfono. Nadie le respondió. - ¡joder, me has estado llamando toda la puta noche! - gritó desesperada, tenía dieciséis llamadas de ese número y ni siquiera sabía de quien se trataba - tú...tú las has secuestrado...- farfulló Angie, refiriéndose a sus amigas.
- Se donde estás ahora - le respondió él, tan mecánico y relajado. - te estoy viendo. - Angie solo logró ponerse más nerviosa al oír esas palabras. Miró a ambos lados de la habitación, estando completamente sola - así que...escucha, necesito que salgas de la habitación en donde estás.
- No lo haré. - respondió ella. Nerviosa.
- Nena, tienes dos minutos para salir de tu preciosa habitación ¿vale? O si no me tocará a mí tener que sacarte de ahí... si es que no nos quedamos un rato a probar la cama...
- ¿Vas a matarme? - susurró Angie apunto de derramar las primeras lágrimas de la noche.
- Sal de la habitación. - le dijo serio, sin escrúpulos, como siempre. - o esta vez te juro que mato a una de las putas que me he traído. - y rio por el teléfono. - no, no...quiero decir: tus amigas.
Angie salió fugaz de su habitación, casi corriendo, jadeante y con el pánico en la garganta.
- Eso es...- susurró Nicola, por el teléfono. - ahora ve a la cocina.Y entonces, una ligera idea se instaló en la mente de Angie, colgó el teléfono y corrió con todas sus fuerzas hasta la puerta principal de la enorme mansión de sus padres en Las Vegas, pero cuando intentó abrir la puerta...ya era demasiado tarde.
- Ah, ah. - negó él. - te dije que vayas a la cocina. - Angie sintió las manos de aquel hombre apretarle la cintura, sintiendo el contacto de su piel con la suya, tibia, temblorosa, suave, un desliz jodidamente provocador y sensual, pero que a la misma vez la sumía con salvajismo entre los brazos de él. Nicola le tapó los labios a la misma vez que obstaculizaba su respiración y antes de que ella pudiera caer desmayada, Nicola susurró algo en su oído. - resultaste más guapa que las demás, eso... - delicadamente se hundió entre el cabello de Angie, entre su apetecible olor, la estaba dejando sin conciencia, y poco a poco se sentía dueño de ese cuerpo que ella manejaba. Ese, que empezaba a ponerle. - me gusta.
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