3° Temporada Capítulo 45

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Últimos capítulos.

Noche del jueves. Doce de la noche.

El Ford Mustang está bajo el edificio más grande de todo Las Vegas y en ese edificio, Luis Arizaga  ha regresado de Hawaii por fin y está apunto de contestar una llamada telefónica.

- Luis... - susurró Andrew. En la otra línea.

- Por fin llamas. – renegó Luis. Se sirvió un poco de champagne para bajar las tenciones. - ¿Cómo va...

- Necesito que hagas todo lo que te voy a decir. – prosiguió Andrew. El miedo de su voz lo decía todo, cerró los ojos con fuerza.

- ¿Por qué? – preguntó el padre de Angie, sin entender nada.

- Porque van a matarme. – confesó Andrew, apretó los labios, estaba horrorizado, completamente acobardado. El arma le rozó la sien, haciéndolo temblar. – y van a matarte a ti también...

Luis tragó saliva. ¿Qué demonios estaba sucediendo? se puso de pie de inmediato y observó las puertas de su oficina. Están cerradas completamente. Sintió un alivio en el corazón. ¿Qué coño estaba diciendo Andrew?

- Deja de jugar, Andrew.

- Van a matarnos si no haces lo que te voy a pedir. – dijo esta vez entre lágrimas, tenía a Yaco, Hugo, Rafael y Gino apuntándole todo el cuerpo dentro del auto de Nicola. Secuestrado y apunto de cagarse en sus mismos pantalones.

Una fría oleada de terror se pasó por el cuerpo de Luis. Joder, él no le temía a nada. A nada nunca. Siempre era él el que debía ser temido por todo y por todos, apretó los dientes. ¿Querían matarlo? No era la primera vez, así que abrió uno de los cajones de su inmenso escritorio y desenvolvió su arma de entre un pañuelo rojo.

- Luis... - continuó Andrew. – si cortas esta putísima llamada harán estallar este edificio, te lo juro...

- ¿Qué tengo que hacer? – preguntó Luis, completamente decidido, quitó la seguridad de su arma.

- Pídeles a todos los hombres de seguridad que se vayan... - dijo temblando, Yaco había preparado el arma para disparar, solo jugando y probando los nervios de Andrew.

Luis cerró los ojos con fuerza y enmudeció por un momento... nunca le habían hecho algo parecido, algo tan bien planeado... joder. Necesitaba salir de ese edificio cuanto antes, como sea y no podía cortar aquella llamada telefónica que Andrew le había hecho, poco le importaba la vida de ese imbécil pero sí la suya. Debía idear algo y salir de ahí.

Apretó el intercomunicador.

- John, quiero que todo tu equipo se tome la noche hoy. – le indicó Luis. – que no se quede ningún guardia de seguridad ¿vale? Nadie, que se vayan todos.

- Entendido señor. – afirmó John. Luis cerró la comunicación y colocó otra vez el teléfono sobre su oído.

- Listo. – dijo Luis, otra vez hablando con Andrew y esperó varios segundos a que este contestara pero no lo hacía y eso solo aumentaba sus nervios. ¿Y si lo habían matado ya? Y... ¿y si seguía él? miró a su alrededor, esta vez sí estaba solo en aquel edificio a media noche. Las gotas de sudor bajaron por su frente, no había seguridad ni nadie que lo escuchara gritar mientras lo intentaban matar. Estaba hundido. - ¿Andrew?

- Andrew está bien, Luis. – le contestó la voz ronca de Yaco. – solo hemos probado algunas balas con él para ver si el arma funcionaba... - mintió. Mientras Gino tapaba la boca de Andrew para que no se le escapara uno que otro grito.

Joder...

- Solo quedas tú. – le amenazó Yaco. - Pero antes... alguien te está esperando fuera de tu apestosa oficina...

Luis corrió hasta las puertas aún cerradas. Escondió el arma entre los bolsillos interiores de su saco de cuero y entonces Yaco cortó la llamada. Luis tiró el teléfono al suelo, la respiración se le hizo más rápida. Apretó los dientes. Nadie podía con él...nadie... era ahora donde debía demostrarlo. Abrió las puertas de su oficina... un hombre estaba acostado sobre una de las paredes del pasillo, esperándolo...levantó la mirada.

- Soy Nicola Porcella. - le dijo. – el novio de su hija

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