Kai y yo nos tumbamos en el suelo, aunque me costó convencerlo porque decía que le daba asco, una vez tumbados empezó a acercarse a mi y yo sentía que mi corazón se aceleraba y que me iba a salir por la garganta, estaba rezando para que no escuchasen los latidos de mi corazón.
-¿De qué querías hablar?- dijo Kai pasándome el brazo por los hombros y acercándome más a él.
-El otro día, en el funeral de mi abuelo, ¿por qué estabas ahí? y ¿por qué fuiste tan cariñoso?- le pregunté intentado que la voz me temblase lo menos posible y mirándole directamente a sus odiosos, pero preciosos ojos claros que me dejaban apavada.
-No fui el único que fue al funeral, no entiendo a qué viene esa pregunta- dijo en un tono cortante y seco que hizo que me mosquease más aún.
-No soy estúpida, no nací ayer y sé perfectamente que no fuiste el único que fue al funeral. ¿En serio te crees que tan sólo me fijé en ti?, si piensas así ,estas muy equivocado porque yo ese día solo tenía ojos, bueno más bien, pensamiento para una sola persona. Además, ¿ te parece normal tu reacción de ese día?, porque si aparecer después de un tiempo sin saber absolutamente nada de ti en el funeral de mi abuelo y abrazarme y consolarme como si fuese lo que más quieres en esta vida es algo normal para ti pues muy bien, pero a mi me extrañó bastante- dije furiosa, estaba que echaba humo por las orejas, ¿de qué va este flipado?, ¿quién se cree?
-Yo... ehh...- balbuceaba sin saber que decir y con una cara de niño pequeño al que le acaban de hablar en chino, me entraron unas ganas de reírme en ese momento, pero aguanté porque quería saber que iba a decir.
-Llevas razón, lo siento- dijo arrepentido.
-¿Cómo que lo sientes?- le pregunté confusa.
-Fui un estúpido, no te hablé durante un tiempo porque no se que me pasaba, me estabas cambiando un montón y me estabas volviendo loco. Pero cuando me enteré de lo de tu abuelo ni me planteé llamarte o si ir al funeral o no, fui directamente, fue un impulso y lo de consolarte igual porque no podía soportar verte rota en pedazos- dijo, su voz sonaba sincera y yo no tenía palabras.
Le abracé, no tenía ni idea de que decirle después de eso, sólo sabía que necesitaba abrazarlo y nunca soltarlo, quería abrazarlo tan fuerte hasta que se fundiese en mi, hasta que solo fuéramos uno. Su reacción me impactó porque me devolvió el abrazo y sinceramente, no me lo esperaba. Me acercó a su pecho, podía sentir su respiración entrecortada chocando con mi pelo y también oía el latido de su corazón.
En ese momento, lo único que quería era que el tiempo se parase, congelar ese momento de por vida, que no acabase, que fuese eterno.
-Por favor, no me sueltes- dije de repente, me salió solo, pero es que tenía tanto miedo de que acabase que no podía guardármelo para mis adentros.
-Jamás- dijo Kai abrazándome más fuerte todavía, podía sentir el calor de su cuerpo, al escuchar su respuesta me sentí aliviada.
Sin embargo, ambos sabíamos que nos tendríamos que levantar para volver a casa, aunque ahora para mí él era mi hogar, y que este momento iba a acabar, porque todo en esta vida llega a un fin por desgracia.
Maldito tiempo, puede llegar a ser nuestro mejor aliado o nuestro peor enemigo, puede ser lento y amargo o rápido y magnífico, nos puede arrebatar la vida, nos la puede dar o nos puede permitir volver a respirar. Lo peor es que cuando te das cuenta de lo que el tiempo es capaz de hacer con tu vida, es cuando se te empieza a escapar de las manos y es imposible pararlo, cuanto más quieres que pare, más rápido va y sientes que no estás viviendo la vida que quieres, que la estás desperdiciando, que estás malgastando ese tiempo y es ahí cuando pierdes la noción del tiempo.
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Libertad
RandomWendy, una chica de 16 años vive atrapada en un mundo del que parece que nunca va a salir y eso es lo que ella lleva deseando con tanta ansiedad desde que tiene uso de razón.