Me incorporé para poder seguir besándolo, la temperatura de la habitación iba aumentando por momentos, ya no sentía ese frío que tenía al haber entrado.
Los dos estábamos muy entregados, cojo y le quito la chaqueta y la camiseta. Entonces fue cuando sentí sus duros abdominales y pectorales que me ponían todavía más. Joder, estaba buenísimo, quise ponerle yo sobre el colchón. Empecé a darle pequeños besos por el cuello e iba bajando hasta sus abdominales y no podía aguantarse la risa. Después fue él quien quiso quitarme la camiseta, seguíamos a lo nuestro, empezó a lamerme por todo el abdomen hasta que llegó a los pantalones y empezó a desabrochármelos y a tirar de ellos para quitármelos. Hice lo mismo con sus pantalones, estábamos piel con piel casi por completo, me volvía loca que me tocase, pero esto se nos estaba yendo de las manos...
-Mmm Kai... Para, por favor... Ahh... Para- le decía entre gemidos, pero no paraba, se iba acelerando cada vez más- Para, ya.
Me puse sería, quizás fui borde, pero la situación se estaba desfasando y todavía no estaba preparada para ese momento. Lo aparte de encima mía y me dispuse a vestirme rápidamente, se había cabreado. No decía absolutamente nada, se vistió, cogió el casco y salió del antiguo despacho. En parte me sentía mal, porque no es que no quisiera, no era el momento. Además, me daba miedo que solo me quisiera para eso...
-Vámonos-me dijo en tono serio y sin mirarme. No le respondí, decidí adelantarle tan solo para fastidiarle más todavía. ¿Quién se creía para tratarme así? Capullo. Me puse el casco mientras esperaba a que se subiera a la moto y después nos dirigimos hacia el hospital. No me agarré a él en la moto, cuando llegamos no nos miramos, ni conversamos. El trayecto en el ascensor se me hizo eterno, juro que pensaba que jamás íbamos a llegar a la planta.
El doctor nos dijo que estaba mejor y que las pruebas habían salido bien, solo tendría que estar una semana ingresada, después si todo iba bien le darían el alta y a casa. Entramos a la habitación, Autumn estaba comiendo mientras veía la televisión.
-Hola cariño- me dijo a mi en vez de a su hijo-¿qué tal el día? Yo me estoy muriendo del asco con la comida del hospital, esto no alimenta para nada. Pero bueno, supongo que me servirá para dejar estos kilitos de más.
-Mamá, estás perfecta, no digas tonterías-le dice Kai.
Autumn era una mujer a la que le perturbaba el paso del tiempo, aunque este no le había pasado factura. No presentaba signos de vejez, tan solo se podían apreciar algunas pequeñas arrugas en la comisura de los labios y otras en los ojos que se le formaban sobretodo al reír. En cuanto al pelo, se le asomaba alguna que otra cana, lo tenía castaño claro con mechones rubios. Era muy bella, su rostro era delicado y elegante, la belleza de Kai provenía de ella.
-Hijo, no te lo tomes a mal, pero quiero estar un rato a solas con Wendy. Si ella quiere claro.-dice mientras yo miraba la cara perpleja de Kai, era graciosa.
-Con mucho gusto me quedaré con usted- le dije muy agradecida. Era una persona con la que podías hablar acerca de todo prácticamente y sentirte cómoda a la vez.
-Por favor, llámame Autumn, usted suena a vieja y eso de envejecer no va conmigo- me dice mientras Kai sale de la habitación.
-Vale, Autumn- dije- bueno ¿qué tal tu estancia en el hospital?
-Bien, excepto porque es muy aburrida y monótona y no hay nada productivo que hacer- me responde-lo quieres ¿verdad?
Me preguntó de repente sin venir a cuento.
-Emm, es un poco pronto para decir eso, pero sí. Lo quiero más de lo que pensaba, no me había dado cuenta hasta ahora. Se ha convertido en mi todo en tan poco tiempo que parece imposible que esto suceda-le contesté tímidamente. Se me quedó mirando con una sonrisa satisfactoria y simpática.
-No es fácil lidiar con Kai, pero tú tienes algo que lo hace cambiar, algo especial. Haces que esos ojos verdes vuelvan a la vida y brillen, se que es cabezota y que a veces se pasa, sólo ten paciencia- me dijo.
-Gracias-le dije y le abracé.
-¿Puedes llamarlo? Quiero hablar con él también- me preguntó. Estaba confusa por la conversación que habíamos tenido, aunque me animó lo que me dijo. Ojalá fuese verdad, pensé.
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Libertad
RandomWendy, una chica de 16 años vive atrapada en un mundo del que parece que nunca va a salir y eso es lo que ella lleva deseando con tanta ansiedad desde que tiene uso de razón.