Wendy
No tenía ni idea de lo del padre de Kai... me quedé con la boca abierta, no me lo esperaba.
La verdad es que, ahora que lo pienso, nunca m había parado a pensar sobre su padre.-Aquí tienen el té de canela y el chocolate caliente que han pedido-dijo el camarero que me saco de mis pensamientos.
-Oh, mmm gracias-le agradecí porque Kai estaba sumido en sus pensamientos y mirando fijamente a la taza. No quería verlo así y menos presionarlo con este tema, cuando quisiera contarme más cosas me las contaría, le daría espacio.
-Bueno, por más que mires la taza el chocolate no va a desaparecer solo sabes-bromeé con él para ver si le hacía olvidar lo que le preocupaba.-Jaaaaa, que graciosa peque, a ti se te da bien cambiar de tema ehh Jaja-¡¿Me acababa de llamar peque?! Nadie me llamaba así, pero me gustaba cómo sonaba cuando el lo decía.
-Que va, soy disimulada, ¿Cómo m has llamado?-
-Peque, ¿no lo has escuchado bien?-
-Si, era solo que me gusta como suena-dije tímidamente mirando hacia el té.
-Peque, peque, peque...- repitió un millón de veces con una sonrisa triunfadora.
-Bueno ya creo que me he enterado de cuál es mi nuevo apodo-
-Acostúmbrate si, vas a tener que escucharlo bastante. Por cierto peque, ¿A dónde quieres ir ahora después?
-Pues creo que a mi casa, tengo que estudiar...-Y era verdad, no era ninguna excusa, llevaba tiempo sin estudiar bien y no quedaba mucho para los exámenes y necesitaba sacar buenas notas, solo por mérito propio. No estudiaba mucho, odiaba estudiar y pensar y eso. Aunque era bastante lista, normalmente no me costaba pillar las cosas pero eso no quiere decir que no tuviera que estudiar.
-Uff, vale, ¿En serio no quieres hacer otra cosa? -me preguntó desesperado, si que quería estar tiempo conmigo si.
-Por querer me pasaría el día fuera, pero no, a estudiar, puedes venirte si quieres tengo que estudiar química y mates y no me molestas-propuse, aunque por la cara que puso no parecía emocionarle eso de estudiar.
-Pensándolo mejor, me iré al hospital con mi madre, esta noche me quedaré allí.
Kai era un año mayor que yo, ya había terminado el insti y no, no estaba estudiando, se había tomado un año sabático para saber qué es lo que quiere.
-Ja ja ja, vale, si quieres mañana después del colegio puedes recogerme y te acompaño al hospital, quiero ver a tu madre, es una mujer encantadora- y lo era, de verdad, era un amor de mujer, si va a ser mi futura suegra lo agradezco un montón.
-Vale peque, ¿A qué hora sales?- uff, si no paraba de decirme peque con esa voz áspera y sexy me iba a volver loca de amor.
-A las tres.
-Disculpen, ¿han acabado?- preguntó el camarero señalando nuestros platos.
-Si, cárgalo todo a la cuenta de mi padre, gracias-añadió Kai. Se veía tan mono hablando en público, tensaba la mandíbula para imponer más y ponía la voz más sería posible.
Recogí mi chaqueta de la silla y nos fuimos, había parado de llover y estaba todo mojado. Hacía frío, bastante.
-Anda, toma, que te vas a quedar tiesa como sigas así-dijo Kai mientras me ponía su chaqueta por encima. No me había dado cuenta de que estaba tiritando del frío hasta que este me habló.
-Pero tú te vas a congelar así solo con una camiseta.
-Tranquila estoy bien. Bueno pensándolo mejor siento un poco de elor, abrázame y así estamos los dos calentitos-dijo mirándome con una sonrisa maliciosa. No tenía remedio este chico...
-¿Y si no te abrazo que?- dije retadoramente.
-Pues... tú misma...-decía mientras me ponía las manos en las caderas y me acercaba cada vez más a el hasta que nuestras frentes casi se tocaban y podíamos escuchar a nuestros corazones acelerándose y la respiración entrecortada-sabes que soy irresistible.
-Bueno, más bien yo soy la irresistible porque me has acercado más a ti.
-¿Siempre tienes respuesta para todo?- bromeó mientras me miraba a los ojos y pegaba aún más mis caderas hacia el. No sabía cuánto tiempo iba a aguantar sin besarle, tenía tantas ganas de besarlo, de volar, de sentir sus labios suaves y cálidos juntos a los míos.
-Parece que s...-me interrumpió besándome. Dios, ¿Cómo podía tener tantas ganas de besarlo? ¿De sentirlo cerca de mi? Besarlo era como un sueño, me hacía olvidarme de todo, tan solo pensaba en lo mucho que lo quería y cada día más... El beso se fue intensificando poco a poco, le deje paso a su lengua que buscaba ansiosamente la mía, encajaban perfectamente.
-Me gustas mucho Wendy-me susurró al oído- y no sólo físicamente hablando que eso también...
-Eres tonto-le dije riendo-tu también me gustas...
-Genial...-dijo acercándome otra vez a el para besarme.
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Libertad
RandomWendy, una chica de 16 años vive atrapada en un mundo del que parece que nunca va a salir y eso es lo que ella lleva deseando con tanta ansiedad desde que tiene uso de razón.