Kai

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- Kai, ¿qué te pasa?, ¿dónde estás?- le pregunté alterada, nunca lo había escuchado llorar ni lo había visto tan desconsolado.

-Estoy en mi casa y por favor, ¡ven ya! -dijo entre sollozos al borde de la locura. Ni le contesté, salí corriendo de casa de Ava.

-¡¿A dónde vas loca?!- me gritó Khaleesi mientras yo bajaba las escaleras para salir a la calle.

-Lo siento, me tengo que ir es urgente, no os preocupéis, después hablamos- le contesté, aunque no se si me escuchó porque yo estaba ya casi en la salida.

Me fui directa al metro y decidí coger una línea que pasaba por Picadilly Circus, pero el metro tardaba mucho en llegar le quedaban como cinco minutos y yo podía esperar tanto. Así que, me metí en el metro del andén contrario, ni siquiera sabía si pasaba por Picadilly. Le pregunté a una señora mayor que estaba a mi lado y me dijo que si y que además era la siguiente parada. Oh Dios, gracias, no pude sentir más aliviada en ese momento.

Había un montón de gente en los andenes y tenía que ir esquivandola, era bastante agobiante, conseguí salir después de unos minutos claustrofóbicos. 

Kai vivía en un edificio no muy lejos del centro de Picadilly. Cuando llegué al portal la puerta estaba abierta, con lo cual subí directamente por las escaleras porque vivía en el primero y toqué al timbre. Nadie abría, volvía a tocar y esta vez dos veces seguidas; me pareció oír el sonido de un cristal cayéndose, probé a ver si la puerta estaba abierta, y lo estaba.

-¿Hola?-pregunté al entrar-¿Hay alguien?- volví a preguntar, porque nadie respondía. Cerré la puerta y fui al cuarto de Kai, su casa estaba oscura y hacía mucho frío en ella.

La puerta de su habitación estaba entornada, la abrí un poco más, era un caos, había trozos de cristales rotos en el suelo, la lámpara tirada en el suelo, los libros desperdigados por toda la habitación y digamos que no estaban enteros. Escuché uno sollozos, Kai, entré y estaba tirado en el suelo hecho una bolita, llorando, tenía las manos llenas de sangre, seguramente sería por los cristales. Me asusté.

- ¿Kai?- casi no me salió la voz del miedo que sentía en ese momento- ¿qué ha pasado?- le pregunté mientras me tiraba al suelo con él. Le abracé.

-¡AY!- chilló, las manos, se me había olvidado.

- Perdona, ven, vamos levántate- le dije suavemente, estaba destrozado y no soportaba verlo así.

- Déjame, vete si no quieres que te haga daño- me dijo fríamente.

-Has sido quién me ha llamado para venir, ¿no?, no te voy a dejar así- le dije cortante. Se calló.

-Mírame, tranquilo ¿vale?- le consolé mientras le acariciaba el pelo- sea lo que sea, todo va a estar bien y ahora tienes que levantarte para que te vea esas manos. 

Me hizo caso y sentó en la cama. me enseñó las manos.

-No es nada- refunfuñó.

-Cállate- le dije observando las heridas, no eran muy profundas, eran solo arañazos la verdad. Aún así, se las limpié y se las vendé.

-Y ahora dime qué ha pasado- le dije cuando ya estaba más calmado, aunque no estaba nada bien. Tenía la cara pálida, como si hubiese visto un fantasma, los ojos rojos y brillantes de llorar, estaba temblando, estaba espeluznado y su aliento olía mal, había estado bebiendo y bastante- ¿Has bebido?

-Un poco- me dijo, me daba igual si había estado bebiendo, mientras no me pille un coma etílico, ni se haga alcohólico. Le dí otro abrazo, pero cuando me iba a soltar, me abrazó todavía más fuerte como si se fuera a caer o como si tuviese miedo a que desapareciese- no te vayas- me dijo.

-No me voy a ir- nos acurrucamos juntitos, sabía que me iba a contar que había pasado, pero necesitaba tiempo.

-Me tienes que acompañar a un sitio, porque yo solo no voy a poder ir- me dijo.

-Vale, ¿a dónde?- le pregunté.

-Al hospital- me respondió, me quedé sin palabras, le miré confusa.

-¿Qué ha pasado?- me lo tenía que contar ya porque me estaba empezando a preocupar.

LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora