Mi pinche

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¿Cuánto tiempo me había quedado empanada mirándole?

-Anda vamos a limpiar la habitación, que la tienes hecha un caos, yo te ayudo- le dije intentando disimular el empaniento anterior mientras me incorporaba.

-Valee, pero no te creas que no me he dado cuenta de como te me has quedado mirando ehh- dijo con tono pícaro. Uff, ya volvía a ser el mismo, parece que lo de la canción ha funcionado...

-Calla, no inventes, levanta y a limpiar- le contesté intentando sonar lo más segura y confiada posible- haz el favor y trae una bolsa de basura y la escoba.

-Sí, Doña mandona- me dijo mientras salía de la habitación mirándome de reojo y riéndose.
Ofuu, que pesadito que se ponía a veces.

-Eres más pesadito cuando quieres- chillé para que me escuchara.

-Si sabes que te tengo locaaa, admítelo anda- dijo mientras volvía de vuelta con la escoba y la bolsa.

-Una cosa loca- le dije volteando los ojos y riéndome.

Claramente no iba a admitir que me tenía loca aunque fuese verdad porque entonces se iba a emocionar y, no sabía si el estaba tan loco por mí como yo por él... Quería estar segura de mis sentimientos y de los suyos, había pensando muchas veces en preguntarle qué quería de mí, pero me daba miedo que me respondiese que era solo una muy buena amiga o algo por estilo. De todas maneras, estaba al límite, sabía que no me quedaba mucho par explotar y que tarde o temprano le iba a acabar soltando eso y más cosas que me matan por dentro.

El resto de la mañana estuvimos limpiando su habitación, que prácticamente estaba comida de mierda. No hablamos mucho, por no decir nada, tampoco nos hacía falta o por lo menos a mi me resultaba un silencio cómodo y agradable.

-Wendy- me llamó Kai desde la cocina.

-¿Sí?-dije para que supiese que le había escuchado.

-No hemos comido- añadió Kai justo cuando empezaron a rugirme las tripas.

-¿Qué hora es?-le pregunté mientras buscaba mi móvil para saber la hora- ¡¿Tan tarde es?! Es imposible, ¿cómo es qué ha pasado tan rápido el tiempo?-me contesté a mi misma mientras encendía el móvil, eran casi la cuatro de la tarde y tenía un hambre voraz.

-¿Qué hacemos?- me preguntó Kai, se notaba que el también tenía hambre- es un poco tarde para ir a comer fuer, ¿no crees?

-Si, bastante tarde, ¿qué tienes de comida en la cocina?- le pregunté.

-Ni idea, vamos a ver...-dijo mientras nos dirigíamos a la cocina. Busqué en la despensa a ver si tenía algo de pasta y efectivamente, tenía. Después, busqué algo de tomate seco en aceite y pan duro.

-Vale, ya se que vamos a comer hoy, tu vas a ser mi pinche y vas a hacer lo que yo te diga- le dije en plan broma, me encantaba mandarle de vez en cuando porque me obedecía.

Trituré el pan dura en la máquina par hacer pan rallado mientras esperaba a que el agua se pusiese lo suficientemente caliente para echar la pasta. Saqué unos cuantos tomates del bote para darle algo de sabor a la pasta, se notaban que eran tomates secos caseros, eran una maravilla porque daban un sabor magnífico a las recetas.

Cuando la pasta ya estaba al dente le quité el agua y la eché en una sartén, le añadí el pan rallado (no mucho para que no se quede seco) y trocitos del tomate seco, le di unos cuantos meneos en la sartén y listo.

-¿Me das dos platos?- le pregunté a Kai, porque obviamente no era adivina y no sabía donde estaba la vajilla.

-Toma, oye no es por nada, pero huele que alimenta-me dijo minetras le servía su plato, lo miraba con unas ganas, parecía que se iba a meter en el plato. La verdad es que olía genial, quizás era por el simple hecho de que estábamos muertos de hambre.

-¡Qué aproveche!-dijo.

-Igualmente- le contesté rápido porque ya si que no podía aguantar más comiendo.

-¡JODER! ESTO ESTÁ DE MUERTE-dijo mientras no paraba de comer, tardó segundos en acabarse el plato.

-Te vas a atragantar como sigas así- le dije, era un milagro que no se hubiese atragantado.

Acabamos de comer rápido por el hambre que teníamos y porque después tendríamos que ir al hospital... Me daba cosa recordárselo porque ahora estaba mejor y no quería que se acordarse de todo lo que le había pasado... Aunque si él no decía nada, iba a tener qe hacerlo yo...

LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora