Amber tiene un plazo de cuatro meses, pero nunca se imagino lo que le podría pasar.
Ella se considera una mujer lista y atrevida, teniendo una fuerza que acaba con cualquier problema que se le atraviese.
Entre familia y trabajo, el camino le abrió l...
- ¿Qué haces aquí? Y más a esta hora. - dije dejándolo pasar.
- Vine a disculparme. Se que mi comportamiento de esta mañana no fue el adecuado.
-¿Por qué lo hiciste? - le pregunté cruzandome de brazos y deteniéndome a pocos metros de donde él estaba.
-...
- ¡Contesta!
- ¡No lo sé! Ya te dije que no era mi intención. Admito que me salí de control pero la verdad es que no se por qué lo dije. - dijo desesperado. Al parecer decía la verdad.
- ¿No lo sabes? - dije dando pasos lentos hacia él. Lo ponía nervioso. Lo sé.
- Yo...
Se veía tan confuso y sexy.
- O más bien no quieres admitir que tenías celos. - dije ya estando mi cuerpo literalmente pegado con el suyo.
- Celos, ¿Yo? Pfff... Por favor.
-No te gusta que otros hombres me toquen. - dije acercándome ahora a sus labios. Mi mirada bajo hacia ellos.
Este juego, es el juego que empezó a jugar él, pero me gusta cuando lo tengo en mis manos y puedo hacer lo que me plazca.
En ese momento solo una camiseta cubría mi cuerpo, era perfecto para la ocasión.
- Vamos, Amber. No me hagas esto.
Entonces, para provocarlo más, pasó me pierna descubierta por la suya hasta posarla en su muslo, haciéndolo juntarse más a mí. Pase mis brazos por su cuello, haciendo que oliera mi cuello, mientras que el tocaba con sus grandes manos mi trasero.
De un momento a otro, me alzó de forma que mis piernas estuvieran enrolladas a su cadera.
Y nos besamos de la única forma en la que sabíamos besar.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Sus labios era lo que mas ansiaba, tanto yo como mi cuerpo. Cómo había dicho antes, Marcus y Robert era totalmente diferentes, eso era de cómo eran en persona, pero en la cama, creo que Robert ganaba el premio al mejor sexo.
- Tú siempre tan astuta, provocándome con tan poca ropa.
- ¿Seguro que es la ropa? - dije alzando una ceja.
- Querida... La ropa es lo que me provoca a quitartela, tu cuerpo es lo que me provoca a que te folle. Son dos cosas distintas.
- Cállate.
Estaba tan excitada que no era consiente de lo que hacía. Todo lo que estaba a mi alrededor se iba al carajo y lo único con lo que contaba era con su cuerpo, besos y exitacion.
Me safe de su agarre y lo lleve directo a la habitación.
