Alrededor del mediodía, estaba leyendo un libro en el sofá, era domingo y me gustaba disfrutarlos en mi departamento, acompañada de una taza de café caliente y mi libro.
Después de lo ocurrido con Robert en aquel despacho, salí disparada hacia Marcus, él mismo me trajo sana y salva a mi hogar.
Estaba tan enfocada en mi lectura que no me di cuenta que tocaban a mi puerta. Respondí con un voy al escuchar que no paraban de tocar. Cuando la abrí, no esperaba ver a la persona que se encontraba con esa sonrisita nerviosa que ya conocía.
- Ana...
Ana es mi mejor amiga desde que tengo memoria. Nuestras madres fueron amigas desde que se conocieron en preparatoria. Cuando Rose, la madre de Ana, se enteró sobre la muerte de mi madre, lo primero que hizo fue llamarme entre una marea de lágrimas de cómo nos encontrábamos yo y mi padre, Cristóbal.
Ana lo primero que hizo al verme, fue soltar la maleta que tenía entre manos y abrazarme.
- Te extrañe tanto, Amber. - pude percibir su sonrisa cerca de mi oído. Su comentario fue algo inútil, ya que ha pasado solo un mes desde que acabó la escuela y no la veía desde ese entonces.
- Pero que dices, Ana, no han pasado ni dos meses que iniciaron las vacaciones.
- Lo sé, lo sé, pero ya te quería ver - dijo terminando el abrazo aún con esa sonrisa que tanto le encantaba a su novio Bryan. - Resulta que mamá se fue a Las Vegas junto con unas amigas del club, - debo admitir que Rose a cambiado los últimos meses, - y papá se la pasa mayor parte del tiempo fuera de casa y Bryan se fue de gira con su banda de Rock como cada verano. No tenía nada que hacer en casa sola, así que vine a verte. - puntualizó felizmente. Después de todo, creo que estaba feliz de verme y yo a ella.
Al parecer, no pude mantener mi boca cerrada, le conté cada detalle a mi mejor amiga, desde que conocí a Marcus hasta el momento que tuvimos Robert y yo en aquel despacho.
- No chingues. - comento sorprendida. - Tú misma has dicho que el hombre tiene como cincuenta.
- No, dije que parecía, no que los tenía. - dije aclarándole y dandole un sorbo a mi café.
- ¿Y está bueno?
- ¿El café? - dije tratando de evitar a lo que se refería, pero era inútil.
- ¡El hombre, Amber, el hombre! - y de un sorbo terminé mi café.
- Sí... Ana. Dios... Es como si fuera un puto Dios del sexo.
- Joder... - dijo uniéndose en el sofá.
De repente nos interrumpio el tono de llamada que le había puesto a mi padre.
- Me puedes explicar por qué coño no me ha llegado ninguna fotografía del proyecto - no sé escuchaba para nada contento. - ¿Acaso no has acordado una reunión con Downey?
Sí, pero el hombre es jodidamente atractivo, que termina metiéndome los dedos...
- Sí, de hecho, hemos terminado con la documentación que me enviaste. Precisamente hoy comenzaría con las fotos. - de hecho no tenía nada planeado.
- Amber, no sé qué te este pasando, pero necesito esas fotografías antes de las once de la noche. - y colgó la llamada.
- ¿Tu padre? - pregunto Ana dando por primera vez un sorbo a su café seguramente ya frío.
- Sí. Necesita las fotografías antes de las once, ¿Tienes dónde quedarte?
- Bueno... Pensaba dar un paseo alrededor de Los Ángeles...
- ¿No tienes dónde quedarte, verdad? - dije tratando de evitar una carcajada.
- No - dijo rendida.
- Bueno, puedes quedarte aquí. Recuerda que todo va a la cuenta de mi padre. - me levante del sofá con dificultad para dejar la taza en la barra.
- ¿A dónde vas?
- Tengo que hacer una llamada.
- ¿Tiene que ver con el puto Dios del sexo salvaje mejor conocido como el socio de tu padre?
- Sí.
ESTÁS LEYENDO
El Peligro De La Atracción. (Robert Downey Jr y Leighton Meester)
FanfictionAmber tiene un plazo de cuatro meses, pero nunca se imagino lo que le podría pasar. Ella se considera una mujer lista y atrevida, teniendo una fuerza que acaba con cualquier problema que se le atraviese. Entre familia y trabajo, el camino le abrió l...