Capítulo 14

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Se detuvo tan cerca de mí, que creí que empezaría con algo que no lograría acabar pronto.

-¿Qué hacemos aquí? - pregunté algo alterada, él me respondió con una sonrisa de gato. - ¡Respóndeme! - volví a hablar pendiendo ya la paciencia.

-¿Qué hacías besuqueandote con Marcus? - dijo en un tono serio.

- Eso a ti no te importa - contesté enojada. Este hombre me habla como si fuera de su propiedad, no lo iba a permitir. Debido a su cercanía, me vi obligada a empujarle, pero con su fuerza, logro coger mis muñecas, de una manera que hizo despertar mi atracción. -¡Sueltame! - grite, pensando que una de las personas que se encontraban fuera y cerca de aquel despacho me escucharían.

Pero sin pensarlo me soltó. Se veía tan tranquilo y eso era lo que más me aterraba en el momento. Después de sumergirnos en un silencio de varios minutos, comenzó con lo que más me sacaba de control.

Antes había tenido pensamientos, hasta sueños húmedos en los que tenía sexo con él, pero antes de que lo tuviéramos esa misma noche, él comenzaba por subir esas manos que enloquecían a cualquier mujer que estuviera caliente ya por él.

Así empezó, subiendo sus manos hasta llegar al borde de mi falda, haciéndolo mientras mantenía su mirada fija en la mía.

- Te eh hecho una pregunta. - acto seguido: junto mi cuerpo al suyo, con su mano ya en mi cintura.

- La cual no pienso en responder. - contesté, para ese entonces ya me estaba debilitando, mi mirada se posó en esos labios que me volvían loca cuando me besaba en diferentes partes del cuerpo.

- No hace falta que me respondas, - dijo en un susurro - tu cuerpo y tus actos son los que me responderán.

Bruscamente, me agarró por los glúteos haciéndome sentar en el escritorio de madera, para así, con total lentitud, pasar sus manos por todo mi torso y detenerlas al comienzo del cierre de mi vestido.

Estaba esperando a que le dijera algo, algo que lo detuviera, pero para ese entonces mi mente estaba bloqueada.

Esperaba, que de entre todas las voces distorsionadas que se escuchaban desde el exterior, entrará y nos detuviera con un alto.

Entonces, seguro de si mismo, empezó a bajar el cierre de mi vestido, lo bajaba tan lento que hacía que disfrutara del momento.

En ese instante me perdí en su mirada, la cual era la que más resaltaba en él, ya que estábamos bajo la oscuridad y lo único que nos iluminaba era la luz de la luna

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En ese instante me perdí en su mirada, la cual era la que más resaltaba en él, ya que estábamos bajo la oscuridad y lo único que nos iluminaba era la luz de la luna.

Nos besamos con lentitud, sus labios no eran salvajes en ese momento, eran lo contrario, era sabes, dulces y tentadores.

¡Por el amor de Dios, su lengua!

Su lengua dentro de mi boca, hacia un excelente trabajo, mientras que sus manos daban un ligero masaje alrededor de mi piel recién descubierta por el cierre abierto.

Sus manos pasaron por mis hombros, haciendo bajar las mangas por completo.

No era él mismo, no sé qué había pasado con el Robert salvaje de la cama, pero me hacía sentir como nunca.

Bajo por completo mi vestido dejándome solo en ropa interior.

Yo no me quede atrás, le quite el saco, y en vez de quitarle la camisa, acaricie su pecho. Esta vez no llevaba corbata, lo cual me volvía loca ya que tenía los dos primeros botones desabrochados, dejando ver parte de su pecho.

Gemidos salieron de mi boca al sentir su mano en mi intimidad, su mano vagaba alrededor de ella.

Ya no me importaba que nos escucharán, lo quería dentro, lo quería a él, me estaba convirtiendo adicta a él, a su cuerpo, a sus labios... A él.

Volví atrapar sus labios, quería sentirlos, quería saciarme de ellos.

Desabroché su camisa botón por botón mientras mis talones se encajaban en su trasero para acercarlo más.

Cuando acabe con su camisa, pase mis manos directamente a su pantalón, para poder quitárselos de una buena vez junto con sus boxers, al parecer leyo mis pensamientos y bajo mis bragas al mismo tiempo que yo bajaba sus boxers.

Cogiendo con sus manos mi trasero, entró. Gimoteando al momento de hacerlo, mientras entraba y salía, iba dejando besos húmedos por mi cuello y clavícula y mis manos pasaban por su espalda dejando rastros de mis rasguños.

Ambos estábamos disfrutando de nuestro pequeño momento.

El Peligro De La Atracción.  (Robert Downey Jr y Leighton Meester) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora