—Hola —me saludó alguien cuando cruzábamos una calleja—, ¿puedo ayudarte?
Me giré sorprendido para encontrarme con una preciosa joven de brillantes ojos verdes. Su pálida tez, y la hermosa cabellera castaña, me iluminaron de inmediato. Sobretodo esa sonrisa cálida, a la cual respondí con mi mejor mirada, la curiosa e inteligente, esa que siempre usaba para acercarme a las chicas, esta vez a la puerta desde la cual se asomaba con un delantal.
—Hola, ¿te conozco?
Arqueó una ceja divertida.
—Lo dudo mucho, tú no eres del pueblo.
—Me pillaste —sonreí—. Tienes buen ojo y memoria. Yo que pensaba que pasaría desapercibido... —chaquée la lengua y ella rió, como siempre hacían.
—Ehehe —pero su sonrisa era delicada y dulce, y sus dientes perfectos.
—Qué desperdicio —pensé al imaginar a esa dulzura atrapada en un pueblo de viejos amargados.
—¿Qué estás buscando? —dijo con los carrillos encendidos.
—Ishh... —decirlo era como doloroso. Me balanceé sobre los pies con un gesto de vergüenza apretando la manita de Sachi para recalcar que íbamos juntos—. Pues un lugar para dormir, si no es mucha molestia —confesé inclinándome con sumisión, sin perderla de vista—. Estamos super cansados y aquí a la pobre Sachi le duelen los pies. ¿A que sí, pequeñaja?
—Me duelen los pies —repitió con felicidad.
—¿Ve? —sonreí—. Da mucha lástima la pobre cuando le duelen los pies.
—¡Ehehe! —la muchacha volvió a reír.
Yo me pregunté qué edad tendría. ¿La mía? Parecía ligeramente mayor, y estaba bien dotada... ¡aunque yo no le doy importancia al busto, que conste! Ni a las caderas, ni tampoco al culo... Creo que una cara bonita es lo más importante, emm... Sí, claro, después del intelecto. Lo que tú digas, sí, lo importante es el interior, blablabla, Así pensaba antes.
—¿Hay alguna posadita cuca en el pueblo o... no sé, una tabernilla amable que acoja a un joven padre y a su pequeña hijita?
—Nate —se sorprendió Sachi—, tú no eres mi papi.
—Calla, enana —le ordené por la comisura del labio, sin perder de vista a la castaña.
La pobre rompió en carcajadas, incluso tuvo que retroceder, colgarse de la puerta y doblarse apretándose la barriga. Yo era feliz de verla tan alegre, pero ya comenzaba a ser un poco exagerado. Bueno, supuse que no estaba acostumbrada a ver a un muchacho tan fuerte, joven, apuesto, engreído y divertido como yo (borra lo de engreído).
—Ay... ay —gimió secándose una lágrima—. Qué risa.
Puse cara de pena.
—Jo, que mala, te ríes de mí.
—¿Eh? —se asustó. Yo payaseé un poco más.
—Es que... es que... l-llevo todo el día caminando y no he podido peinarme, ¿vale? —dije arreglándome el pelo—. Que cruel eres...
—¿Eh? No, no —rechazó a punto de reír otra vez—, no es eso. Ehehe. Es que nunca había visto a nadie tan...
—¿Tan? —quise saber fingiendo inocencia.
A ella le costó encontrarme un adjetivo que no la pusiera en un apuro.
—T-tan simpático —terminó por completar con las mejillas inflamadas—. Es un poco sorpresa, la verdad.
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Astral Arcana: Moon
ParanormalAntes de que se infectara con la Maldición de la Luna y se convirtiera en licántropo, Natham Oldstone solo era un jovena que buscaba una piedra capaz de resucitar a los muertos... ---------------- Primera precuela de Astral Arcana (horror y romance...