Capítulo 10: Hermano mayor

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Al día siguiente noté que ya no me vigilaban. Al despertarme a las 10 y asomarme por la ventana descubrí que no había nadie esperando enfrente. Eso me alivió un momento, supuse que ya no me tenían por una amenaza, gracias a mi nuevo amigo.

—Zhatelho, ¿eh?

Preparé un desayuno para Sachi y comenzamos a desayunar, tras lo cual salimos para entrenar a la orilla del lago.

—¿Qué me vas a enseñar hoy, Nate? —preguntó Sachi saltando con su espada de juguete. Yo llevaba la mía al cinto pero en la espalda, en la mochila, escondía una espada corta.

—Seguiremos con los movimientos básicos de estoque.

—¿Eh? —infló los carrillos—. ¿Y cuando me enseñarás el combate con mandobles?

—Cuando seas un poco más grande —reí—. Y antes necesitas saber usar una gladius corta.

—Jo...

—Un estoque es mejor para ti por tu tamaño y tu peso —repuse.

Cuando encontramos un lugar apropiado nos dispusimos en paralelo. Ella ya sabía como coger el estoque, y si bien era todavía algo torpe, lo cierto es que aprendía muy rápido.

—No, así... —le indiqué ejecutando otra vez el movimiento.

—¿Así? —repitió.

—No, fíjate en mi muñeca: la muñeca recta. La tuya tiembla. Y el codo más flexionado no tienes que llegar tan lejos, es un movimiento de defensa, no de ataque.

—V-vale... ¿Así?

—Bastante mejor. Unas cuantas veces más...

No tardé mucho en notar que alguien nos miraba entre los árboles, pero lejos de descubrir al espía del día anterior, a quien vi con media sonrisa entre los árboles fue a Claire. Me detuve al cruzar mis ojos con los suyos y se sorprendió.

Era preciosa, realmente quería acercarme a conocerla mejor. La idea de que estuviera casada me frenaba, la de que fuera madre me atraía. Creo que eso era como un punto en común.

No me quise controlar y avancé hacia ella. Claire retrocedió, cabeceó y se marchó. A mí se me encogió el corazón. ¿Cuantas veces una chica me había hecho eso? Nunca, nunca habían rechazado mi cercanía de esa forma. Joder, ¿por qué dolía tanto?

¿Y por qué eso hacía que quisiera acercarme más aún? Era como si no quisiera aceptar que no podía tenerla solo porque otro hombre la estuviera sometiendo. Casi... Sí, quería liberarla, supongo, pero... Como que no tenía derecho a romper su familia.

—¿Nate? —se extrañó Sachi—. ¿Qué pasa?

—Nada, peque —desdeñé sonriente—. Sigamos.

Luego nos dimos un baño rápido y volvimos a comer.

—¿No hay tele? —se quejó aburrida.

—¿A ti que te parece? —era el tercer día que pasábamos allí.

Resopló angustiada.

—Yolanda y Tamara seguro que sí tienen.

—No, Sachi —lamenté—, los Lynkwood tampoco tienen tele.

—¿Por qué?

—Porque no hay electricidad en el pueblo, ¿aún no te habías dado cuenta?

Volvió a resoplar.

—Es que me aburro, quiero hacer algo.

—Ya —seguí repasando mis apuntes, mi investigación. Todo lo que había descubierto: runas, sellos, tipos de demonio, la ruta de pistas tras la piedra sagrada que me condujo hasta el valle... la gente a la que había conocido...—. Lo siento pero estoy ocupado.

Astral Arcana: MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora