Capítulo 12: Un amor prohibido

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A la mañana siguiente, Sachi y yo nos dispusimos a repetir el plan del día anterior: entrenar en la orilla. Todo parecía ir sobre ruedas, y yo, poco a poco, trazaba mi plan para infiltrarme en la cueva a buscar la piedra. Todavía debía reunir más información (como dónde estaba la entrada al complejo), pero las reglas del alcalde restringían demasiado mis movimientos.

Comenzamos a entrenar y, al poco tiempo, apareció ella: Claire iba de la mano de una de sus niñas. Nada más verla Sachi dejó su tarea y corrió en su dirección. No me digné a moverme hacia Claire en esa ocasión.

Sorprendentemente fue ella la que vino hacia mí recogiéndose un mechón tras la oreja. El resto se lo había enrollado en una intrincada y gruesa trenza a la nuca. Le quedaba bien.

—Buenos días —me saludó sonriente.

—¿Ahora vuelves a hablarme? —me extrañé con un extraño burbujeo en el pecho. ¿Por qué eso me hacía feliz?—. No es que me parezca mal, ¿pero te lo has pensado bien?

—Mmm —asintió con pesar—. Lo siento, fue muy desagradable por mi parte.

—Tú lo has dicho: desagradable —me acerqué bajando el volumen—. Es mucho más agradable estar cerca tuya que lejos.

Enrojeció y aguantó una sonrisa.

—E-estás ligando otra vez, ¿no?

—¿Qué te hace pensar eso? —susurré dando otro paso más cerca.

—R-recuerdas que tengo marido, ¿no? —dijo con ojos esquivos, temblorosos y al lago. Quería sonreír más, yo sé que quería reír, pero su moral ahora se lo impedía, al saber mis intenciones.

—No me da miedo, además —alcé la vista en todas direcciones—, no veo a ningún espía vigilando mis movimientos, ¿tienes algo que ver con eso? —asintió—. Entonces no creo que le vayas a contar que te susurro con calidez y muy cerca, ni que te gusta mi voz ni mis ojos.

—N-no me gustan tus ojos... —mintió sin mirarme, sin moverse.

—Mírame directamente y repite eso —nada más hacerlo calló, muda. Sonreí—. Qué guapa eres.

Como un tomate, noté su corazón rebotar. A todas les encanta que les digan eso y juraría que Vass nunca se lo dijo. La pobre apartó la mirada con la respiración agitada.

—¿Y si se lo contara? ¿Y si le dijera que intentas seducirme?

—Entonces supongo que mandaría a todos sus "hombres" para matarme. Solo a mí, no creo que la pagara con Sachi —se lo pensó mucho, yo sonreía más—. Pero si quieres que pare —dije recogiendo otra vez ese mechón rebelde tras su oreja—, tan solo mírame a los ojos y dime que lo haga. Hazlo porque no pienso parar hasta que me lo digas.

Volvió a mirarme a los ojos y lo intentó. Lo intentó mucho, tragando saliva.

—N-Nazham..., y-yo...

—¿Sí, Claire? —me hice el inocente y curioso—. ¿Me quieres decir algo?

—Ah... —agachó la mirada, no podía mantenerla—. E-estoy casada..., tengo hijas..., familia..., u-un deber, una responsabilidad... Y-yo soy bruja, tu no tienes poder...

—Hum. Sí, no deberíamos estar juntos. No deberíamos, estaría fatal.

—¿E-entonces lo entiendes?

—Hum. Entiendo que mi corazón late muy fuerte a tu lado. Entiendo que hueles a rosas. Entiendo que tus ojos brillan como esmeraldas profundas y deslumbrantes y que tus cabellos parecen hilos de cobre puro. Eso y que tu fina y suave piel perlada cubre el rostro de un ángel perfecto. El resto de cosas, a tu lado, no las entiendo.

Astral Arcana: MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora