—¿Qué haces aquí? —preguntó el extrañado brujo, confundiéndonos.
—Ah. Pues... —Claire buscó una salida, una explicación, al ver que aún no la tomaban por traidora—. Me adelanté para esperarte... —aseguró andando hacia él.
—Tenía una reunión con el consejo —comentó el asombrado—, ¿no te lo dije?
—Mmm. Oh —Claire se hizo las sorprendida. La vi acercarse a su marido y besarlo. Me inflamé de odio, lo juro—. Lo olvidé, ¿pasó algo? Has llegado pronto, ¿no?
—No, ¿pronto? —Vass miró afuera. Estaba muy oscuro—. Es casi la hora, eres tú la que ha llegado pron... ¡¿Qué te ha pasado en la mano?! —exclamó al ver la sangre en su mano. Pensé que nos iba a pillar.
—Me... corté con una piedra —explicó Claire con nerviosismo. Mi corazón se iba a salir del pecho—. Tropecé, caí, puse la mano y...
—Qué torpe eres —resopló el brujo con desprecio apartándola para acercarse al altar.
—Y-ya... —tartamudeó Claire, siguiéndolo. Me volví a ocultar, no creo que me viera. Odiaba a ese cabrón, ansiaba matarlo—. E-esto..., ¿has visto a las niñas?
—No, no he podido pasar por casa —replicó Vass, paralizándonos a ambos—. Les harías la cena antes de venir, ¿no?
—No, se... las encargué a Nazham —explicó—, él les haría la cena...
—Ya, es un buen tío —reconoció el brujo, a solo unos pocos metros de mí. Yo estaba tras la inmensa estatua, el delante del altar—. Espero que no haya pasado nada mientras estaba fuera...
—¡Claro que no! —chilló ella, estrujándonos el pulso a ambos—. ¡¿Todavía desconfías de mí, cariño?! —dijo intentando besarle, y creo que se dejó. Yo no podía pensar con claridad: ¡¿donde estaban las niñas si él no las había visto?! ¡¿Volvieron aburridas de esperar o se perdieron en el bosque?!—. Yo te amo, mi vida, mi amor, esposo, te deseo, jamás pensaría en traicionarte.
—Ya, ya —desdeñó él apartándosela—, te creo, perdona.
—No, no —sonrió ella—, no pasa nada, lo entiendo.
—Ya es casi la hora —resumió él—, los demás deben estar a punto de llegar —solo unos segundos más tarde pude oír voces y pasos acercándose a la entrada. En seguida entraban una veintena de brujos y brujas—. Rápido —exigió Vassilis—, la Luna se mueve, ¿a qué esperáis?
—Ya vamos —rezongaron.
—Buenas noches, Claire —saludaron a la bruja—, ¿dónde te habías metido?
—Me adelanté.
—¿Por qué?
—Quería arrumacos en el templo —intervino Vass—, ¿no es verdad, cariño?
—N-no, no es eso...
Algunas risas corrieron entre los malditos cabrones, ¿se metían con ella? Dios, cada vez quería cargármelos con mayor saña.
—Va, venga, en círculo, ya.
Obedecieron en silencio y, al momento, surgió una extraña luz del otro lado de la estatua. Comenzaron a orar, a cantar, pero no entendí ni jota, era un idioma antiguo y prohibido. Me asomé lleno de curiosidad, todos ellos, salvo dos que miraban apartados a un lado (probablemente aprendices) alzaban las manos mientras caía la luz de la luna por el agujero. Su canto fue acompañado de un leve gruñido de fondo, y lejanos ladridos. Supuse que era Whitehowl quejándose desde su encierro porque volvían a tapar su jaula.
Entonces, mezclado con ese sonido, aprecie un chirrido: una puerta se abría. Miré la entrada pero estaba cerrada, ¿entonces...? La trasera. Volví el cuello a la bifurcación de la cruz, tras cuyas banquetas estaba la puerta, y las vi. Las vi asomarse, las vi esconderse tras los bancos con miradas curiosas: eran Sachi y las gemelas.
¡¿QUÉ DEMONIOS HACÍAN ALLÍ?! Todo sucedió antes de que pudiera comprenderlo.
—¡MAMI! —chilló una de las niñas de Claire saliendo del escondite, en dirección a los sorprendidos los brujos—. ¡PAPI!
—¡NO, QUIETA! —no pude controlarme, sabía lo que pasaría si interrumpían el canto. Grité y salí de mi escondite, corrí hacia ellas, aumentando la confusión de reinante.
—¡No, Tami! —oí chillar a las otras.
Pero no se detuvo, siguió corriendo. Claire dejó de cantar y bajó los brazos abandonando su posición.
—¡QUIETA, TAMARA!
Pero Tamara... Tamara no se detuvo. Lo vi a tan solo un par de metros: su carita de felicidad al reconocer a sus padres, su inocencia, su cabello castaño ondeando. SU PIE PISANDO EL CÍRCULO.
Todo se volvió oscuridad. El silencio se tragó los gritos. Y al instante...
<<UUUUUUHH>> El aullido ultrasónico me reventó los tímpanos, el frío me abrasó la piel, el viento lanzó a los brujos en todas direcciones, la luz blanca me cegó. Me tapé el rostro con los gritos rechinando por todas partes, y los entorné corriendo para ponerme delante de Sachi, entre ella y el demonio. Desenfundé.
—¡¡CORRE, SACHI, CORREE!!
La ventisca tomaba forma y se condensaba ante mis ojos: patas enormes, cabellos de frío, colmillos como mi brazo de grandes, ojos inmensos y dorados surcados por pupilas verticales...
El ser era tan grande que no cupo en el Iglesia, y reventó el techo con la cabeza y la espalda para aullar a la Luna Nueva del Cielo. <<UUUUUHH>> Su canto resonó con eco propio y abisal por todo el valle mientras las paredes temblaban y las rocas llovían a mi alrededor. Volví la cabeza atrás, al esquivar un cascote que reventó unos bancos de madera, y las vi escapando por la puerta trasera.
Demonios de toda clase surgieron a mi alrededor, invocados por los brujos, acompañados de gritos y fugaces llamaradas. Whitehowl barrió la iglesia con su cola de energía pura. Me lancé al suelo para esquivarla mientras las paredes se derrumbaban. Ladridos, tan atronadores como truenos, acompañaron a los pisotones que aplastaron a los engendros de pinchos y alas membranosas que lo redearon.
Conseguí levantarme mientras Whitehowl escupía un cono de hielo azul hacia la puerta principal, congelando a tres brujos, a media docena de demonios y reventando la entrada en un haz de rocas pulverizadas. Que horror. Dos gigantes de madera, similares árboles, surgieron al grito sincronizado de "Crece, Oaklink", pero no me dio tiempo a imaginar quienes eran los que cargaban, armados con mazas inmensas, contra el lobo gigante, pues este pateó a uno, cabeceó contra el otro para apartarlo y bajó hocico para quedárseme mirando.
Temblé, solo ante aquella bestia inmensa, cuya cabeza era casi tan grande como un coche de 8 plazas, y apreté los labios y los dedos entorno al mango de mi espada: un estoque. Solo eso tenía para hacerle frente.
La boca se abrió y todo se volvió negro.
—¡¡NOOO!! —oí chillar a alguien.
El frío me invadió, sentí mi espalda partirse y algo blando desparramarse por mi cintura. Me sentí elevar y zarandear, confundido y aplastado contra algo blando y helado como jamás pude imaginar, y luego vi el cielo estrellado, la montaña cubierta de bosque, el oscuro lago y las ruinas del templo, todo girando como loco ante mis ojos. Di con la espalda contra una piedra mientras alguien, mucha gente, lloraba y gritaba, mientras los rugidos se repetían y el aullido resonaba. Mi vista se nubló rápidamente mientras se me cortaba el aliento.
No sentía las piernas, pero aún sujetaba la espada en mi mano.
FIN
Habrá segunda parte de esta precuela de WOLF. La novela la podéis leer aquí: http://aullidoblanco.megustaescribir.com/
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Astral Arcana: Moon
ParanormalAntes de que se infectara con la Maldición de la Luna y se convirtiera en licántropo, Natham Oldstone solo era un jovena que buscaba una piedra capaz de resucitar a los muertos... ---------------- Primera precuela de Astral Arcana (horror y romance...