Un largo puente de piedra cruzaba el abismo hasta una puerta circular de mármol blanco. La luz de la antorcha de Claire apenas conseguía iluminar el agua del fondo y las afiladas estalactitas del techo. Ella y yo subimos aquella escalinata-puente a la carrera, emocionados.
—¡Por fin! —mascullé—. ¡Vamos, ábrela!
—Hace falta un pago de sangre —dijo entregándome el palo y sacando un cuchillo—. Mi sangre —se cortó en la palma, para mi horror, y la apoyó en la piedra—, la sangre de una Lynkwood —sin embargo, por más que el tiempo pasó, allí no ocurrió nada. Ella parpadeó confundida, yo la miré inquieto, perdiendo la paciencia—. ¿Qué pasa?
—No se abre, ¿deberías dar una contraseña?
—¡No! Se... —se cortó un poco más y restregó la mano por la puerta con los ojos como platos—, ¡se supone que basta con ser una Lynkwood!
—¡Claire! —enfurecí—, eso significa que solo tus hijas y tu marido pueden abrirla —y yo que la tomé por lista, ¡menuda idiota!
—N-no... —insistió con un hilo de voz—, soy una Lynkwood... una auténtica Lynkwood —me miró aterrada—, s-soy prima de Vassilis... —y yo me asqueé, ¡INCESTO! No solo diferencia de edad abismal, ¡ENCIMA INCESTO! ¡Esa gente estaba enferma! —, p-por eso sé que debería funcionar... —por eso tenían los mismos poderes, por eso... Suspiré agotado.
—Está claro que no funciona, lárguemonos.
—Pero...
—¡Olvídalo, Claire! —grité cogiéndola por un bíceps y sacudiéndola—, no necesitamos la maldita piedra, ¡huyamos y ya!
Tardó un segundo en bajar la barbilla y mirarse los pies. Comenzó a llorar.
—Lo siento, te prometí...
—Olvídalo —la interrumpí, la cogí de la mano y tiré de ella—, debemos salir, ¡YA!
Por supuesto, el camino de vuelta tampoco funcionó. Al cabo de otra media hora, ya estaba desesperado, corriendo, ella apenas podía seguirme.
—¡MALDITA SEA! —rugí tirándome de los pelos, desquiciado. Ya era tradísimo—. ¡LAS NIÑAS ESTÁN SOLAS EN EL BOSQUE DE NOCHE!
—¡No, Vassilis habrá encontrado a las niñas y les habrá dicho que vuelvan a casa! —objetó Claire, ¡pero eso no era un alivio, era incluso peor!
—¡ESO SIGNIFICA QUE YA NOS HA PILLADO, JODER! —grité.
—¡LO SIENTO! —lloró ella, chilló.
—¡MIERDA, MIERDA, MIERDA! —estábamos muy perdidos—. ¡¿NO PUEDES USAR A UN DEMONIO PARA ENCONTRAR LA SALIDA?!
—¡SE PERDERÁ IGUAL! —rechazó con las lágrimas chorreando por su cara.
—¡Dios, ESTAMOS PERDIDOS! ¡ACABADOS! ¡MALDITA SEA, SABÍA QUE NO DEBÍAMOS HACER ESTO, ERA UNA MIERDA DE PLAN!
—¡LO SIENTO...!
Seguimos corriendo, ya sin orden ni concierto, pero al menos sin separarnos, durante otros 40 interminables minutos. Ya no podíamos más, la desesperación se había apoderado de mí y no podía ni gritar ni nada. Solo miraba en todas direcciones desesperado. Ella, a mi lado, ni siquiera me estrujaba la mano con la que tiraba de ella. De seguro le había estado haciendo daño, pero nunca se quejó.
—Sachi... —era lo único en que podía pensar: en que estaba en manos de ese brujo y que sabía que yo me tiraba a su esposa y que había intentado fugarme con ella. ¿Qué le haría? ¿Qué nos haría? ¿Qué podíamos hacer? Nada. No podíamos hacer nada... ¿no? Apreté los ojos y seguí caminando, Claire obedeció: esto era culpa suya, suya y de su desesperación. Y entonces...
Entonces oí un bufido, y ella también lo hizo. Al momento su repugnante ser aparecía por una de las entradas. Levanté la espada en actitud de combate: ojalá me hubiera atacado, porque necesitaba matar algo para resarcirme. Entonces ella se soltó de mi mano con un grito de emoción y corrió hacia el monstruo.
—¡Muéstranos la salida, Belzerios!
El monstruo dio media vuelta y entonces yo también corrí, y con un grito de emoción.
—¡Sí!
El demonio se detuvo en cada sala y se deslizó luego hasta la siguiente para enseñarnos la salida. Claire y yo volvimos a sonreír cuando salimos a la necrópolis: todos los zombies habían sido despedazados.
—¡Que buen chico! —alabó Claire acariciándole el lomo. El monstruo ronroneó, revolviéndome las tripas.
—Salgamos de una vez —dije. Ella tomó su sangre y trazó un circulo en la pared, el cual el monstruo fue capaz de utilizar para desaparecer, atravesándolo—. ¿Qué haces? —me sorprendí.
—Está cansado, necesita volver a su hogar —dijo tachando luego la marca. Ya no podría volver a pasar por allí.
—Y nosotros también —dije cogiendo su mano.
Cruzamos la necrópolis corriendo y subimos las escaleras. Por suerte la iglesia seguía vacía, no nos habian encontrado aún. Planeábamos salir por la puerta trasera por si acaso, por lo que originalmente la dejamos abierta, solo entornada. Cerramos entonces la estatua del hechicero sobre el altar y...
<<crack, crack>> Una llave abriendo el cerrojo de la entrada. Nos paralizamos, nos congelamos, no había tiempo para huir por la puerta trasera, la inmensa hoja de madera ya se abría.
—Métete tras la estatua —me empujó Claire con un susurro aturullado. Obedecí y me agazapé tras el altar con la adrenalina por las nubes, y entonces...
—¿Claire? —era Vassilis.
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Astral Arcana: Moon
ParanormalAntes de que se infectara con la Maldición de la Luna y se convirtiera en licántropo, Natham Oldstone solo era un jovena que buscaba una piedra capaz de resucitar a los muertos... ---------------- Primera precuela de Astral Arcana (horror y romance...