Nos perdimos. Después de media hora caminando, dando vueltas en círculos, y comprobando el creciente estado de nervios de Claire, me quedó claro lo que estaba pasando.
—Claire...
—Es por aquí —repitió por decimoquinta vez alterada—, ya estamos cerca.
—¡Llevas diciendo eso media hora! —exclamé.
—¡No nos hemos perdido! —aseguró con voz chillona—. ¡He seguido el orden correcto de lunas, no me he equivocado!
—¡Claire! —la tomé del hombro y la frené. Me miró angustiada—. El tiempo se agota, volvamos e intentémoslo otro día.
—¡No puede ser otro! —chilló. Estaba asustada.
—¿Por qué no puede ser otro?
Apartó la mirada y encogió la barbilla. Silencio, tardó en responder.
—Hoy es luna nueva, es cuando Whitehowl más débil estará, su poder deriva de la Luna por eso debemos huir cuando menos poder tiene.
—¿Por qué? —quise saber.
—Porque... —ella tragó saliva y apretó los ojos—, si Vassilis decide perseguirnos en persona, nadie podrá oficiar el ritual y Whitehowl escapará. Y si nadie puede detenerlo entonces, Whitehowl liberará también a Quickbreeze y a Crystalblue y ellos... de ellos no podremos huir ni defendernos —me dijo con ojitos temblorosos—. Me perseguirán hasta el rincón más oscuro de la Tierra y me matarán. A mí y a mis hijas.
Me quedé paralizado, helado.
—¿Qué?
—S-si Whitehowl y los otros elementales escapan, yo y mis niñas nos convertiremos en su presa —lloró—. N-no puedo soportar más esto... No puedo soportar estar más al lado de ese viejo huraño y loco... No puedo aguantar más la tensión de no saber si mis hijas están verdaderamente a salvo o si podrían morir en cualquier instante —la atrapé entre mis brazos para consolarla, ella me devolvió el abrazo—. Tengo miedo, Nazham. Todos los días tengo miedo de vivir al lado de estos monstruos, de estar presente durante los rituales, que es cuando mayor probabilidad hay de que escapen... No lo aguanto más...
—Está bien —le dije frotándole la espalda—, encontraremos la piedra y huiremos, pero el tiempo se nos acaba. Si no la encontramos antes de 15 minutos corremos el riesgo de cruzarnos con Vassilis
—Sí —coincidió esnifándose las lágrimas, se separó y se frotó la nariz mirando en rededor con extrañeza—, pero no lo entiendo. He seguido las indicaciones que él me contó, deberían haber funcionado —no pude creer que lo oyera con claridad.
—¿Qué Vass te dio las indicaciones? —me asombré, me escandalicé—. ¡¿Y qué te hace pensar que te diría el verdadero camino?! —exclamé girando con la espada en ristre—. ¡MALDITA SEA! ¡¿Qué te hace pensar que esto no es una trampa?!
—¡Me lo dijo hace mucho! —aseguro apoyándose en mi espalda—. No se me ocurriría preguntarle directamente, él me lo contó porque quiso hace años —Eso me tranquilizó y mucho, pero no bajé la espada. Ya tenía la adrenalina elevada. Ella me tomó de la mano con su suave manita y tiró de mí—. Ven, debemos darnos prisa.
Asentí y di media vuelta para seguirla.
Solo unas cámaras más lejos, y sin esperárnoslo siquiera, dimos con una sala diferente: en el centro parecía haber un enorme monolito negro.
—¡La piedra! —exclamé emocionado. Quise correr hacia ella pero Claire me detuvo, me agarró de la manga y tiró de mí, frenándome—. ¿Qué pasa?
El miedo llenaba su cara.
—Eso no es una piedra.
Al principio no lo entendí, no se me ocurrió ninguna otra explicación hasta pasado un par de segundos. Entonces, intimidado por el crujido que comenzó a sonar a mis espaldas, volví la vista a la piedra. El "objeto" separaba tres largos miembros como las columnas de una catedral, entre cuyas patas distinguí colgando varios conjuntos de tentáculos carnosos. La ABERRACIÓN dio un paso hacia mi con esas lombrices sinuosas adornando la boca de su vientre. Yo retrocedí protegiendo a Claire, interponiendo la punta de la espada. Era un ser de pesadilla, una criatura difícil de describir, un auténtico monstruo.
—No dijiste que habría más demonios aquí... —regañé a Claire con un susurro de terror mientras la mole avanzaba, muy lentamente, hacia nosotros. Ella y yo reculábamos para volver por donde habíamos venido.
—No sabía que había más —murmuró.
—Ahora ya lo sabemos —dije cuando nos refugiamos en el pasillo. El monstruo era demasiado alto para entrar, y los tentáculos resultaron quedarse cortos—. Volvamos, busquemos otra salida.
—No —me dijo—, reconozco a este ser, es uno de los siervos de mi esposo.
—¡No jodas! —mascullé y miré tras nuestra, temiendo una emboscada allí atrapados.
—¡Da igual si es una trampa! —exclamó—. Solo hay un motivo para que de todos los sitios decidiera ESTE para colocar a este familiar: es la única ruta para a la piedra.
Fruncí el ceño y los labios, devolviendo la vista al monstruo.
—Lo que quiere decir...
—Que el premio está cerca —susurró con seguridad, a mi espalda—. Hagámoslo juntos.
—Hum —asentí.
Corrimos hacia el engendro, seccioné dos de sus tentáculos a la carrera, ramas surgieron ante mí del suelo para empujar al monstruo lejos de la entrada, y se hicieron polvo en cuanto pude atravesarlas. El demonio lanzó una de sus pesadas patas contra mí crujiendo sus dientes como un rocas cayendo por una ladera. Me aparté, le pegué un tajo a la pata, rugió, su sangre salpicó el suelo de piedra.
—¡CRECE, OAKLINK! —gritó ella.
La luz de la antorcha, que ella portaba, se apagó. La sorpresa, y el crujido de abismal de la madera al astillarse y reventar, me ensordecieron y confundieron. En mi ceguera inadvertí que el monstruo sacudía los tentáculos y me atizó en el pecho. Salí volando y golpeé el suelo con la espalda mientras los rugidos monstruosos se sucedían, y los golpes. Golpes tan poderosos y brutales que pensé que la montaña entera se desplomaría, pues hacían temblar las paredes, el techo y el suelo.
—¡¡CLAIRE!!
Al momento todo quedó en silencio, tan de golpe que me sorprendió. Al instante solo se oía una voz fatigosa. Al momento veía otra vez un foco de luz a unos metros. Ella, Claire, sostenía un palo en llamas que surgía de la palma de su mano, creciendo de entre sus dedos. Me puse en pie con dificultad, acusando ciertos hematomas, mientras ella venía hacia mí sudando. El demonio, a un lado de la cámara, estaba completamente destrozado. Aplastado. Bapuleado.
—¿Qué ha pasado? —pregunté asombrado, todavía con la espada en la mano (jamás la solté) —ella sonrió levemente.
—Le he enseñado una lección de modales —tragó saliva con orgullo mientras yo parpadeaba incrédulo.
—¿Lo has... matado tú misma... a golpes? —asintió victoriosa—. ¡¿Cómo?!
Me guiñó y sonrió.
—Es un secreto, puede que te lo muestre algún día.
—¡Qué mala! —exclamé.
Ella rió alegremente y señaló a un pasillo.
—Ya hemos llegado, como te dije.
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Astral Arcana: Moon
ParanormalAntes de que se infectara con la Maldición de la Luna y se convirtiera en licántropo, Natham Oldstone solo era un jovena que buscaba una piedra capaz de resucitar a los muertos... ---------------- Primera precuela de Astral Arcana (horror y romance...