Nunca aprendí a decir adiós

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Me detuve en frente de una tienda de abarrotes. Estaba lloviendo y mi ropa estaba empapada pero eso realmente no me importaba. Me senté en la banqueta y escondí mi cabeza en mis rodillas llorando inconsolablemente.

Mi corazón estaba roto. En verdad quería olvidarme de Youngmin, pero la idea de que él se iba tan lejos, era demasiado. No sólo eso, sino que se casaría en tres años. Y lo peor de todo: renunciaría a su sueño.

Las lágrimas continuaban brotando de mis ojos mientras los recuerdos invadían mis pensamientos. Imágenes de Youngmin cantando en el escenario venían a mi mente, él sonriendo tan feliz a todas sus fans. Su voz era tan dulce, e incluso cuando aún le faltaba mucho por mejorar, podía ver daba lo mejor de sí en cada presentación. Pensaba que, si no podía amar a Youngmin como su novia, por lo menos lo podía admirar desde lejos como una simple fan.

Pero ni siquiera eso era posible ahora. ¿Por qué él iba a hacer eso? ¿Por qué renunciar a su sueño sólo por esa estúpida niña? Normalmente no me desagrada ni tengo rencor u odio hacia nadie, pero esa chica me sacaba de quicio. Trataba a Youngmin como a un juguete. Ni siquiera el muy patán de Jo Youngmin ha tratado a alguna chica como ella lo trata a él. Ji Eun sólo le llama cuando siente que Youngmin le es útil. Y ahora, creo que ella quiere ir a Europa a estudiar pero sus padres sólo la dejarán ir si se va con Youngmin y se casa con él.

Sin embargo, Youngmin está tan cegado que no se da cuenta de ello. Él está tan confundido que en verdad cree que ella se preocupa por él. ¿Pero qué puedo hacer yo al respecto? Él la ama tanto. No hay nada que pueda hacer para que se quede. No tiene caso.

- ¿Por qué saliste corriendo Honguito? Déjame llevarte a casa.

Levanté la mirada y me encontré con Youngmin y su cabello revuelto. Estaba borracho y sus ojos se veían hinchados por haber estado llorando.

- Yo iré a mi casa por mi cuenta. Ni siquiera puedes manejar. Estás borracho. –desvié la mirada.

- Puedo manejar. ¡Hip!

- No, no puedes. Llamaré a Kwangmin para que venga por ti.

Sí, aunque no lo crean estaba preocupada ante la idea de que ese imbécil de Youngmin manejara ebrio. El amor es así, te hace estúpido.

- Kwangmin, soy yo, Taylor. Youngmin está borracho. Te agradecería mucho si pudieses venir para llevarlo a casa. No puede manejar en este estado.

Colgué la llamada después de asegurarme de explicarle a Kwangmin muy bien dónde nos encontrábamos. Él sonaba algo preocupado por su hermano. ¿También él iba a abandonar Boyfriend? En verdad no sabía, y tampoco quise preguntar. Pero sus padres son capaces de todo; son lo peor de este mundo.

- Honguito, por favor no llores. No desperdicies lágrimas por un imbécil como yo. Mi corazón se destroza cada vez que te veo llorar. No puedo soportar el hecho de lastimarte. – Youngmin dijo en murmullos.

- Entonces deberías dejar de ser tan estúpido. ¡Tú eres el tonto que siempre me hace llorar!

- ¿Por qué no te conocí antes? Antes de que estuviese atrapado en todos estos problemas.

- No digas esas cosas Youngmin. – sorbí mi nariz. Sus palabras me hacían sentir peor.

- ¿Me extrañarás? – pude sentir su aliento alcohólico, definitivamente había bebido más.

Mi corazón no estaba preparado para decir adiós. No quería hablar de ello, ni tan siquiera pensarlo, me dolía mucho. Así que sólo ignoré su pregunta.

Mi Novio es el Rey de los CretinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora